Opinión On-line

Accidente del Avianca 052: la terrible verdad de nuestro ADN cultural

Una de las grandes críticas que se le hace al ejecutivo colombiano es su incapacidad para confrontar, su servilismo frente a decisiones de superiores a quienes les "debemos" un exagerado respeto que ni ellos mismos están esperando. Opinión de Pablo Londoño.*

Invitado
4 de noviembre de 2014

En enero de 1990, el vuelo de Avianca No 052 piloteado por el capitán Laureano Caviedes y copiloteado por Mauricio Klotz cayó a pocas millas del aeropuerto de Nueva York. A pesar de las destrezas exigidas por un 707, uno de los más exigentes Boeings de la historia, la realidad -como lo revelaría la caja negra- es que en este caso, como sucede desafortunadamente en una gran cantidad de tragedias aéreas, el error fue humano: se quedaron sin gasolina sin haber anunciado el nivel de urgencia a la torre de control que los puso, sin advertir la emergencia, como uno más en la larga cola de aviones que esa noche aterrizaban en JFK.

La historia podría pasar desapercibida y ser un número más en la larga lista de tragedias de la aviación; sin embargo es parte central del relato que Malcolm Gladwell trae en su libro Outliers, en donde de alguna manera hace referencia a un tema crítico en la historia de la sociología moderna, relativo a lo determinante que termina siendo el peso de la cultura en la que crecemos, y el impacto que esta tiene en nuestra forma de comunicarnos y tomar decisiones.

El capítulo lo inicia Gladwell con la historia del accidente aéreo en Guam del Boing 747 de Korean Airlines, que junto con el accidente de Avianca es utilizado desafortunadamente, como ejemplo en los entrenamientos a pilotos para revisar algunos de los protocolos violados, pero sobre todo para revisar el por qué , incluso ante situaciones de crisis, ciertas personas influenciadas por el peso de su cultura, se comunican de forma tal que ahondan la problemática en el manejo de una situación que demanda, sin duda alguna, decisiones inmediatas.

La tesis de Gladwell, sustentada en los análisis sobre dimensiones culturales de Hofstede que enumera como primera la "Distancia de Poder", es que en ciertas culturas, el temor reverencial y el respeto a las jerarquías, hacen que siempre se delegue hacia arriba, asumiendo casi como ley divina la decisión de los superiores jerárquicos a quienes simplemente por respeto o costumbre no se contradice, matizando siempre la comunicación hacia ellos incluso en circunstancias tan dramáticas como el de un eminente choque de avión.

Las transcripciones del dialogo entre Klotz y Caviedes son dramáticas: Klotz nunca fue capaz de anunciar de manera enfática la emergencia a la torre de control (se llega a evidenciar temor frente al tono del operador de la torre), y siempre matizó a Caviedes la reacción de esta. Lo mismo sucedió con el avión coreano, que engañado por la posición del VOR, se dirigió al pico de Nimitz Hill a 3 millas del aeropuerto, incluso cuando hay evidencias de que el copiloto ya había identificado el problema y no fue capaz de asumir el mando como lo dictan los protocolos de aviación.

La similitud entre los dos accidentes nos la explica Hofstede con su primer indicador, y no tiene que ver en modo alguno con deficiencias en entrenamiento de pilotos coreanos y colombianos que tenían probada experiencia en el manejo de estas máquinas; tiene más bien que ver con similitudes culturales en el respeto a las jerarquías. La primera dimensión de Hofstede, Distancia de Poder (Power Distance Indicator), se explica como el grado en que los miembros de una sociedad aceptan que el poder está distribuido en forma desigual y por tanto son incapaces de confrontar las decisiones de sus superiores. Si bien el mismo Hofstede identifica también en este factor algunas de las causas de la violencia (tema para otro momento), analiza cómo a diferencia de culturas como la Norte Americana (PDI 40) o la Alemana (PDI 35), nosotros los Colombianos (PDI 67), hemos aceptado culturalmente diferencias de poder (desigualdad en derechos) que nos inhibe a confrontar. Por decirlo de otra manera este accidente no le pasa a un piloto gringo que no tendría consideración alguna en su lenguaje frente a la torre de control, para forzar se priorice el aterrizaje.

El tema no es menor porque sin duda es una de nuestras grandes deficiencias como sociedad, que se traslada sin duda a los pasillos corporativos. Una de las grandes críticas que se le hace al ejecutivo colombiano es su incapacidad para confrontar, su servilismo frente a decisiones de superiores (incluso cuando son erradas) a quienes les "debemos" un exagerado respeto que ni ellos mismos están esperando. Asumimos como brusco el lenguaje cándido de Españoles (PDI 57) y Argentinos (PDI 49) para citar solo unos pocos, que encuentran inexplicable como los preparados e inteligentes ejecutivos Colombianos simplemente su arrugan a la hora de dar el debate.

Si bien el individualismo ha ido moldeando una nueva generación más combativa, Colombia tiene un reto mayor en aprender a confrontar a sus mayores y a confrontar las jerarquías. Solo la construcción colectiva será capaz de darnos argumentos suficientes para construir escenarios futuros mejores que sin duda tienen impacto en el entorno empresarial, pero sobre todo en la construcción de una Colombia futura más equitativa, en donde todos aportemos con ideas que tienen derecho propio a ser consideradas. Sin duda nuestra élite política padece también de un alto PDI, y poco o nada se le da campo a la confrontación de las ideas. Esperemos no sea tarde, ¡y que se nos estrelle el avión!


* Socio de CTPartners