Opinión On-line

¡No es la vaca, es el niño!

Hace cuatro años nuestro país sufrió de una ola invernal fuertísima que le generó un sobrecosto de $11,2 billones por afectaciones en hábitat e infraestructura, de las cuales no estábamos preparados pero si avisados. Opinión de Fabian Garcia G.*

Invitado , Invitado
28 de julio de 2014

Hoy se cumple de nuevo este ciclo y me sorprende que estemos alertados con los impactos del Fenómeno del Niño cuando sabemos que esto es un ciclo, cuando sabemos que puede ser muy fuerte, y más cuando el nivel de incertidumbre es tan alto. De hecho, el costo es incalculable y para esta incertidumbre, también hay métodos y sistemas de financiación ya inventados en el mundo.

No entiendo aún cómo ningún acueducto ha lanzado políticas tarifarias de consumo mínimo que restringa seriamente el consumo, lo que es muchísimo más barato y muchísimo más efectivo que un spot publicitario, invitándonos a cerrar la llave. No entiendo cómo la justicia no aplica con toda la crudeza del caso delitos ambientales como el exceso de utilización de recursos naturales por parte de las grandes compañías, y de los mismos hogares, y no entiendo tampoco ¿cómo no existen planes de reserva hídrica siendo el país con mayor potencial en este recurso? ¿Cómo podemos ser un país rico en términos de agua con la mitad de la población y de las áreas en ausencia de ella?

Encuentro que aún no vemos nuestros recursos como infraestructura de vida y que cualquier intervención en esta, debe generar mejores condiciones para esta infraestructura y para nuestra vida misma. Aún no hemos aprendido que todo este capital debe estar fiscalizado y que la solución es que los recursos naturales, sean parte de nuestro patrimonio, pues pienso que, es mejor desembolsar 2 billones de pesos anuales en prevención, endurecimiento de penas, fiscalización y sistemas de inventarios en tiempo real, que 12 billones cada cuatro años, tan solo para intentar recuperar lo devastado.

Hasta ahora nadie tiene la culpa, porque diremos que la culpa es del Estado porque no regula la utilización del servicio, no establece sistemas claros de medición para la población y que se hagan efectivas las sanciones y las penas. La culpa es del Gobierno actual porque no se ven sus políticas de choque a su máxima escala para contrarrestar el impacto de la sequía. La culpa es de la vaca porque nos da de comer y nos vemos en la obligación de desforestar y reducir capa vegetal para lograr alimentarla. La culpa es mía porque yo decido cuándo abro y cierro la llave y si finalmente voy a pagar no me preocupa.

Pero no. La culpa es del Niño.

Vicepresidente Corporativo Raddar Consumer Knowledge Group
@fabianraddar, Fabian.garcia@raddar.net