JULIANA SÁNCHEZ TRUJILLO

Conexión para desconectados

La era de la colaboración incita a mayores espacios de encuentro, de conexión y experiencias.

Juliana Sánchez Trujillo, Juliana Sánchez Trujillo
13 de diciembre de 2017

Los millenials han creado un nuevo movimiento global; aquel basado en la colaboración. Por eso hoy se habla de modelos de coopetencia, de coworking, de cohabitar, que en últimas se refiere a compartir ideas, proyectos, estilos de vida y formas de ver el mundo, entre otros.

El poder de la sinergia se legitima hoy más que nunca a través de modelos como las oficinas compartidas que se promueven como lugares de encuentro en donde más allá de tener un puesto para calentar la silla, se busca el networking, la posibilidad de probar y construir sobre nuevas ideas, pero además la oportunidad de contar con un espacio de trabajo flexible que no se limita al escritorio, sino al bar la terraza, el café y también la sala de reuniones. Este modelo es tan interesante y genera tanto valor para las compañías que lo vivencian, que organizaciones como Wework han logrado expandirse a 53 países en muy poco tiempo. De hecho, su proyecto de networking se ha llevado hasta a espacios habitacionales, en donde las personas pagan por aparta estudios que se encuentran inmersos dentro de una comunidad que comparte espacios comunes en exclusivos lugares en Nueva York y Washington D.C.

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Pero más allá de lo fascinante que puede ser el modelo de negocio o la estética de las oficinas y apartamentos. Esta modalidad de vida y de trabajo refleja, a mi modo de ver, dos tendencias que están marcando la forma en que vivimos hoy. La primera de ellas tiene que ver con una gran necesidad de conexión; entre más conectados estamos digitalmente, mas aislados nos encontramos de las interacciones humanas. Como consecuencia, se presentan altos índices de depresión que buscan cubrirse muchas veces documentando hasta el más mínimos aspecto de una vida cotidiana “feliz” a través de las redes sociales, cuando en realidad se observa un grito desesperado por sentirse parte de algo más grande que sí mismo, por compartir, por encontrar nuevas conexiones y por asignarle un nuevo significado a la existencia.

Por otro lado, estos modelos empresariales validan el hecho de que uno de los tipos de innovación que generan un mayor retorno de inversión hoy en día es la creación de nuevas experiencias para el cliente. Además, demuestra que el mercado hoy, en ocasiones está dispuesto a pagar mucho más por tener experiencias más significativas; una de las claves del éxito de otros modelos de economía compartida como Uber o Aibnb. Para el caso particular de los espacios de coworking, el cliente más que pagar por el espacio de oficina, está pagando por la oportunidad de conectarse con otros negocios, de tomarse la cerveza, de construir sobre las ideas y de encontrarse inmerso en un ecosistema de startups que están abiertas a escuchar nuevas ideas en su afán de crecer. Más que en la era de los servicios, estamos en el momento cumbre de las experiencias hechas a la medida, en donde entender las necesidades del otro es tan importante como la calidad que se oferta. Pero esto no puede ir solo hacia fuera; tiene que ser también una vivencia  hacia el interior: ¿Qué tipo de experiencias está ofreciendo hoy a sus colaboradores?

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