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¿Cómo recuperar la creatividad?

La creatividad es una habilidad esencial en el mundo de hoy, pero muchos creen haberla perdido. El problema es que se piensa en qué tan creativo se es, pero no en las diferentes formas en que se puede manifestar la creatividad.

Juliana Sánchez Trujillo
1 de marzo de 2016

En un mundo rápidamente cambiante y lleno de incertidumbre, la creatividad se plantea como oportunidad para mantenerse vigente ya que permite no solo dar inicio a la innovación, sino también adaptarse en este mundo tan incierto. De hecho, el Bloomber Recruiter Report del 2015 la catalogó como la habilidad más deseada por las organizaciones.

A su vez,  el último informe del Fondo Económico Mundial la posiciona también como la habilidad más importante del siglo XXI, particularmente porque posibilita la solución de problemas y la búsqueda de nuevas formas de hacer las cosas; ingredientes escenciales para sobrevivir en el mundo de hoy.

Cuando hablo de creatividad, no me refiero simplemente al uso de la imaginación o la afinidad por las artes como muchos creen, pues esta es ante todo un estilo de vida que permite romper limitaciones autoimpuestas, generar y evaluar ideas para solucionar problemas, tener una mayor apertura al cambio y facilitar la capacidad de adaptación, entre otros.

Tristemente, las investigaciones han comprobado que la creatividad se pierde en cuarto de primaria, cuando los niños están expuestos a métodos tradicionales de educación.  Esto se debe a que cuando se llega a este grado, disminuye la lúdica, la toma de riesgos, la espontaneidad, y la educación se orienta a la búsqueda de la respuesta correcta. Este declive creativo permanece en la mayoría de las personas a lo largo de su vida si no se trabaja de forma consciente por recuperar dicha habilidad.

También se puede entender esta habilidad como la generación de ideas útiles y novedosas, y es a partir de esta definición que pueden analizarse diferentes niveles o formas en los que una persona expresa su creatividad a lo largo de su vida. Este proceso,  fue propuesto por James Kaufman y plantea que todos nacemos con un grado de creatividad básica que nos permite explorar el mundo con el fin de aprender y reconocer el entorno, y es por esto que se evidencia mucha originalidad pero poca utilidad.

Esta es la creatividad de los niños, a la que se le conoce como mini C. A medida que pasa el tiempo, esta se convierte en pequeña C, es decir, la creatividad de todos los días; esa que permite resolver problemas de la vida cotidiana, la que invita a ser recursivo o incluso explorar diferentes Hobbies, por eso muy común encontrarlas en ferias artesanales y en el mercado de las pulgas. A medida que esta creatividad se ejerce constantemente, se genera un nivel de experticia llamado pro C. Este es el que permite unir el conocimiento con la experiencia y alcanzar altos logros creativos, haciendo que no solo las ideas sean originales, sino también de gran utilidad. Sin embargo, esta requiere que se sea consciente de las habilidades y que se ejerzan con frecuencia. Finalmente, tenemos la creatividad propia de los genios, conocida como gran C. Esta es posible alcanzar, pero requiere de muchos años de dedicación y práctica. El problema, es que cuando pensamos en creatividad, solo nos refererimos a este nivel y por eso perdemos la confianza, pues es difícil creer que se pueda llegar a alcanzar dicha genialidad.

Si usted desea comenzar a afianzar su propia habilidad creativa, deje de lado las taras mentales que le dicen que usted no nació para esto, dese la oportunidad de salir de su zona de confort y practique nuevos comportamientos, pues la creatividad es ante todo un hábito y por tanto solo puede desarrollarse a través de la práctica constante.