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Colombia en la Ocde: aprovechar la experiencia internacional

Ahora que el país ha quedado sin el bono petrolero, no podemos quedarnos como nación esperando a que la firma del acuerdo de paz con las Farc sea la llave mágica que aumentará la productividad de Colombia.

Germán Verdugo
30 de marzo de 2016

En medio de la ambigüedad que implica el favorable comportamiento de los mercados financieros durante marzo, en contraste con el pesimismo sobre la actividad económica en el país, parece interesante indagar un poco acerca de qué está haciendo el país en la generación de políticas públicas de largo plazo. Allí surge un importante proceso que ya está próximo a completar tres años y sobre el cuál hay muchos interrogantes: la adhesión de Colombia a la Ocde.

La Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) es una entidad supranacional creada en 1961 y su misión es promover políticas que mejoren el bienestar económico y social de las personas alrededor del mundo. La continúa búsqueda de este objetivo es a través de la estandarización de prácticas exitosas en la adopción de políticas publicas con base en la experiencia de otros países, la participación en comités, el intercambio de información, la apertura a revisiones de la entidad (transparencia) y la definición de posturas en diversos temas.

Hoy el organismo cuenta con 34 países miembro, principalmente economías desarrolladas, aunque también están incluidos Chile, México y Turquía como economías emergentes. Después de México, miembro desde 1994, y Chile, desde 2010, Colombia será el tercer país latinoamericano en sumarse al grupo.

Colombia inició formalmente el proceso de adhesión a la Ocde en octubre de 2013 y aunque éste no tiene fecha límite, ya se ha recorrido cerca de la mitad del camino para lograrlo. Según reportes de prensa, a la fecha Colombia ha recibido la aprobación en 11 de 23 comités temáticos que debe completar para inscribirse oficialmente al organismo.

La pregunta obvia al respecto es ¿qué gana el país al ingresar a la Ocde? La respuesta, no tan obvia, está dividida en dos fases: En principio, el solo proceso de adhesión implica una exhaustiva revisión de la calidad y pertinencia de las políticas públicas del país, en comparación con las prácticas de los actuales miembros de la Ocde. Contar con la aprobación de la Ocde en cada comité temático implica establecer políticas de largo plazo que involucran la adopción de buenas prácticas (con éxito demostrado en los países miembro) en diversos aspectos de gran relevancia para el desarrollo económico y social del país.

La segunda fase corresponde a lo que viene una vez lograda la adhesión a la Ocde y allí si las expectativas son poco favorables por la débil institucionalidad democrática en el país. Al pertenecer a la Ocde, Colombia podría contar con mejores herramientas para establecer políticas públicas exitosas, pero al no contar con partidos políticos sólidos, con una justicia en entredicho y con otros elementos básicos para el buen funcionamiento de la democracia no podrá aprovechar adecuadamente dichas herramientas pues “el problema no es de flecha sino de indio”.

La existencia de una regla fiscal, la promoción de la competencia en sectores altamente protegidos, la salida de los ministros de gobierno de las juntas directivas de las compañías estatales, la mayor formalización laboral, son ejemplos de buenas prácticas acordes con estándares internacionales de políticas públicas eficaces como base indispensable para el avance económico y social. Sin embargo, el camino por recorrer para, al menos, alcanzar el nivel mínimo de los estándares de calidad de vida de los actuales miembros de la Ocde todavía es largo. Un primer paso es que el país y sus administradores públicos (políticos o no), gremios, sindicatos y otras organizaciones sociales públicas y privadas comiencen a adoptar el know how de países que han sido exitosos en la aplicación de políticas públicas y así aprovechar la experiencia internacional.

Los contraejemplos son recurrentes y dan cuenta de cómo el no aprovechar experiencias internacionales exitosas en el desarrollo e implementación de políticas públicas pueden poner el futuro del país en vilo: 1) A pesar de lo sobrediagnosticado de lo transitorio que eran los ingresos petroleros nunca se adoptaron los ejemplos de países como Noruega para manejar la riqueza petrolera. 2) El desarrollo agropecuario en pequeñas parcelas con cultivos transitorios y que no responden a las necesidades de la demanda y con escasa tecnificación sigue siendo tema de discusión en Colombia, mientras países como Israel, sin mucha oferta de tierra productiva, ha logrado generar un sector agroindustrial con alta tecnificación capaz de exportar.

Ahora que el país ha quedado sin el bono petrolero, no podemos quedarnos como Nación esperando a que la firma del acuerdo de paz con las Farc sea la llave mágica que aumentará la productividad de Colombia. Es indispensable aprovechar la experiencia internacional en la adopción de políticas públicas de largo plazo para realmente soportar el desarrollo económico y social del país soportados en el libre mercado y la democracia. De lo contrario, con la alta corrupción y clientelismo y con las fronteras del conocimiento cerradas la torta para repartir será más pequeña y eso redundará en más pobreza y retrocesos en logros sociales ya alcanzados.