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Capitalismo americano: ¿excesivo?

Las utilidades se han incrementado en la mayoría de países desarrollados en los últimos diez años, pero el aumento ha sido mayor para las empresas estadounidenses.

Gustavo Rivero
8 de abril de 2016

Según The Economist, las aerolíneas de EE.UU. el año pasado ganaron 24 mil millones de dólares. A pesar de que el precio del combustible (uno de los gastos principales) se derrumbó junto con el precio del petróleo, poca parte de ese beneficio fue transmitido a los consumidores a través de precios más bajos, ya que los ingresos corporativos quedaron planos. Después de una guerra de consolidación en la última década, la industria está dominada por cuatro firmas con fuerte disciplina financiera y muchos accionistas en común. Y el rendimiento del capital es similar al observado en Silicon Valley.

Lo que sucede con la industria de la aviación es cada vez más común en la economía de EE.UU. en conjunto. Los beneficios se han incrementado en la mayoría de países desarrollados en los últimos diez años, pero el aumento ha sido mayor para las empresas estadounidenses. Con una creciente concentración de la propiedad los frutos del crecimiento económico están siendo acumulados. Es una de las razones por la que dos tercios de los estadounidenses, incluyendo una mayoría de republicanos, creen que la economía "injustamente favorece a intereses fuertes", según un sondeo de Pew Research Center. Esto significa que cuando Hillary Clinton y Bernie Sanders, los candidatos demócratas a la presidencia, dicen que la economía está "manipulada", tienen cierta razón.

El último año ha habido una ligera disminución en los beneficios agregados debido al alto valor del dólar y al efecto del precio del petróleo en las empresas de energía. Pero las ganancias se encuentran en máximos en relación con el PIB, y si consideramos el flujo libre de caja de las empresas el dato es aún más sorprendente.

Un intenso estallido de la consolidación impulsará los beneficios más. Desde 2008 las empresas estadounidenses han participado en una de las mayores rondas de fusiones de la historia por valor de 10 billones de dólares. A diferencia de las adquisiciones anteriores dirigidas a la construcción de imperios globales, estas fusiones se orientaron a consolidar en EE.UU., permitiendo a las empresas fusionadas aumentar cuotas de mercado y reducir costos. Las empresas por lo general no planifican pasar los ahorros que generan a sus clientes, por lo que las ganancias en EE.UU. aumentarán en torno a un 10%.

Los beneficios son una parte esencial del capitalismo. Dan retorno a los inversionistas, fomentan la innovación y señalan dónde se deben invertir los recursos. Su acumulación permite la inversión en nuevas empresas. Los países donde los beneficios son demasiado bajos, como Japón por ejemplo, pueden caer en letargo. Las compañías que ignoran los beneficios, tales como las empresas estatales de China, se tambalean como zombis.

Sin embargo, los altos beneficios a través de toda una economía pueden ser un signo de enfermedad. Pueden ser señal de la existencia de empresas más expertas en desviar la riqueza fuera que en crearla de nuevo, como los monopolios. Si las empresas generan más beneficios de lo que pueden gastar se puede crear un déficit de demanda. Este ha sido un problema acuciante en EE.UU. No es que las empresas estén invirtiendo insuficientemente en términos históricos. En relación con los activos, las ventas y el PIB, el nivel de inversión es normal. Sin embargo, los flujos de caja son tan altos que todavía quedan masas de dinero en efectivo tras la inversión: cerca de 800 mil millones de dólares al año.

Aunque las empresas estadounidenses ahora generan una quinta parte de sus beneficios en el extranjero, el ROE es un 40% superior en su país. Los altísimos beneficios profundizan la desigualdad. La mayoría de explicaciones se basan en las cuentas nacionales, que muestran que la caída en el porcentaje de la producción que va a parar a los trabajadores durante la última década es equivalente al 60% del aumento de los beneficios nacionales antes de impuestos. Los expertos dan tres explicaciones: la tecnología, que ha permitido a las empresas sustituir a trabajadores con máquinas y software; la globalización, que ha hecho más fácil trasladar la producción a países con costos bajos; y una disminución de la afiliación sindical.

Ninguno de estos aspectos explica lo más preocupante del problema de lucro de EE.UU.: su persistencia. La teoría económica sostiene que las empresas sólo pueden gozar de períodos temporales de "ventaja competitiva". Después nuevas empresas, inspiradas por este factor, entran a competir reduciendo precios y aumentando empleo e inversión. Es el mecanismo de la mano invisible de Adam Smith. En EE.UU. esa mano parece extrañamente inactiva. ¿Será porque empresas admirables como Google, Apple, Facebook o Amazon no tienen competidores posibles y se están convirtiendo en pseudomonopolios?