CLAUDIA VARELA

Calla y respeta

Socialmente o diría mejor humanamente nuestra tendencia como personas es a juzgar a los demás, incluso a prejuzgar. Esto en las organizaciones se vuelve muy complicado cuando debe primar la objetividad y el bienestar común.

Claudia Varela, Claudia Varela
17 de septiembre de 2017

Hace unos días tuve una conversación profunda con una amiga que trabaja en Recursos Humanos y Talento en una multinacional. Hablábamos del nivel de dificultad que tiene hoy en día no solo la contratación correcta sino retener el talento y mantener la gente realmente comprometida.

Una de las grandes barreras que tiene el buen hacer en términos de talento está en la subjetividad. Ella explicaba cómo ha visto ejecutivos pasar de ser las estrellas a los más tarados en menos de un año. Creo que eso es imposible que ocurra en realidad pero en las culturas corporativas ocurren cosas que hacen que de la fama se pase a la estupidez solo por un cambio de jefe o un cambio de algún genio en el equipo decisor de quién es o no talento.

En mi vida corporativa, que ha sido larga, he aprendido que la mayoría de veces esas sesiones de talento y esos planes donde se pone gente en la línea de sucesión no son muy útiles.

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Dependen de la opinión de los demás, muchos de los cuales ni siquiera conocen bien al sujeto. He escuchado comentarios como “es que me parece que no opina en las reuniones”, “es que hace mala cara cuando la reunión se alarga” “ es que le falta executive presence”, “es que se viste como un universitario”…¿En alguna de estas afirmaciones hay juicios con fundamento? Esto es lo que se llama prejuicio (unconscious or conscious bias) que no es nada diferente a una discriminación activa un sesgo o una falta de conocimiento que está al interior del ser humano por cargas emocionales de educación y cultura.

Es evidente entonces que estos prejuicios afectan la capacidad de toma de decisiones de muchas formas y por supuesto si hablamos de organizaciones afectan de manera increíble a la gente, pueden dañar carreras, imágenes, reputación y todo dependerá del buen juicio de quien lidera estos procesos (Recursos Humanos) o peor aún de líderes que no se comprometen con sus equipos.

Tanto en los procesos de selección como de desarrollo en las organizaciones si contamos con equipos diversos (que así debe ser) tenemos diferentes retos como individuos para no hacer los juicios incorrectos

Esto funciona en  ambas vías porque muchas veces a los que son fabulosamente parecidos al líder les va de maravilla. Pueden ser muy malos en resultados pero el ego del jefe es tan grande que a él/ella le parece increíblemente bueno.

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Hace años estuve en una entrevista con un líder que tenía el ego bastante alto. Duré casi dos horas aquel día y aunque la entrevistada era yo, me di cuenta que el señor había hablado por casi 1 hora y 45 minutos. Lo divertido de la historia es que luego el Head Hunter me felicitó porque había sido la entrevista más larga que él había tenido y a este personaje le había encantado mi perfil… ¡Obvio! Su ego era tan grande que el que hablo fue él. El puesto me lo gané pero no me animé mucho a irme a trabajar con un jefe así, creo que el puesto se lo ganó fue él.

Hay que tener en cuenta en cada proceso organizacional y social lo importante de no ser prejuicioso. Entiendo que hay valores que seguir, honestidad, compromiso, ética, colaboración pero las decisiones o gustos personales de cada quien hay que respetarlos y una compañía seria no juzga a sus colaboradores.

Los prejuicios pueden llevarnos a sexismo, clasismo, racismo, heterosexismo o cualquier tipo de discriminación. La doble moral de nuestros países en vía de desarrollo hace que se pierda la oportunidad de desarrollar gente inmensa solo por nuestra propia y sesgada percepción, actitud, comportamiento.

Hay que empezar por algo con la inclusión. Empecemos por no juzgar, no prejuzgar. Si no te gusta el vestido, no te lo pongas, pero no excluyas a los que lo usan. Calla y respeta, nunca se sabe qué tan grande es la gotera en la casa de tu vecino.

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