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¿América Latina está condenada a la baja productividad?

A pesar de lo sobre diagnosticados que están los factores que permitirían producir el cambio necesario para evitar exitosamente la dependencia de las bonanzas de commodities en América Latina, los avances en esa dirección siguen siendo exiguos.

Germán Verdugo
24 de febrero de 2016

En días recientes las agencias calificadoras de riesgo han reducido la calificación crediticia de Brasil, mientras que han puesto en perspectiva negativa la de Colombia; así mismo, la región con peores perspectivas de crecimiento a corto plazo para la Ocde, el FMI y el BM es América Latina. Esta situación es, por enésima vez, el reflejo de no saber planear a largo plazo y de no aprovechar las bonanzas de materias primas que van y vienen.

Lo verdaderamente llamativo es que, a pesar de lo sobre diagnosticados que están los factores que permitirían producir el cambio necesario para evitar exitosamente la dependencia de las bonanzas de commodities en América Latina, los avances en esa dirección siguen siendo exiguos. Al respecto, esta columna rescata algunos hechos destacables del documento “Fomentando un crecimiento inclusivo de la productividad en América Latina” publicado hace algunas semanas por la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

La integración comercial y productiva, la innovación, la calidad de la educación, las competencias de la mano de obra, la disponibilidad y adecuada asignación de capital, la infraestructura, la informalidad son pilares indispensables sobre los cuales se cimienta la productividad de una sociedad que además procura la inclusión social.

Según el documento en mención, el crecimiento de la productividad laboral promedio en la última década (2003 – 2013) en muchos países de la región apenas alcanzó el ritmo de las economías avanzadas siendo insuficiente para reducir significativamente la brecha en los niveles de vida. Al respecto, la recomendación de la Ocde es que las políticas en materia de competencias fortalezcan los vínculos entre educación y mercado de trabajo, con mejores programas de educación técnica y proporcionando orientación sobre las competencias que demanda el mercado de trabajo.

En Colombia la gran cantidad de entes de educación superior de mala calidad poco o nada aportan a la integración entre la oferta educativa y el mercado laboral, mientras contribuyen a una ineficiente asignación de recursos hacia un sector improductivo por la ausencia de políticas públicas efectivas. Entre tanto, los empresarios siguen enfrentándose a escasez de mano de obra calificada y los colombianos recibiendo instrucción innecesaria con un elevado costo – beneficio.

Otra característica de América Latina es la deficiente asignación de recursos, tanto capital como mano de obra se destinan a empresas y sectores escasamente productivos y su reasignación a otros más dinámicos es lenta. En consecuencia, las empresas mas innovadoras y productivas no alcanzan la escala necesaria para operar en los mercados mundiales. En el caso colombiano es evidente en hechos como la inexistencia un mercado de valores que contribuya claramente en la financiación de la actividad productiva de las pymes y esté concentrado, esencialmente, en apalancar al sector público y al financiero.

En cuanto a innovación, el documento destaca como los países de la Ocde pasaron de registrar 50 patentes al año por cada millón de habitantes en la década de los noventa a 130 a comienzos de esta década, mientras que en América Latina se pasó de 0,3 a 0-9 patentes por millón de habitantes en el miso lapso. Así mismo, los datos indican que los países latinoamericanos están rezagados en materia de gasto en investigación y desarrollo y otras inversiones relacionadas con la innovación, lo cual se traduce en ecosistemas de innovación relativamente débiles.

Por otra parte, se destaca que en la región las pymes representan cerca del 70% del empleo, pero únicamente generan el 30% del PIB, nivel muy distante de la media de los países de la Ocde. Esto evidencia que las pymes en América Latina tienen una tendencia mayor a operar en la informalidad, lo que a su vez genera incentivos a mantenerse pequeñas y así evitar cargas impositivas con el inconveniente de que sus empleados no tienen acceso a la seguridad social. Al respecto la recomendación de la Ocde para reducir el costo de la formalidad para empleadores y trabajadores independientes es tener sistemas tributarios y administrativos mas sencillos, procesos de registro simplificados y menos trámites burocráticos; de hecho destaca cómo en México hay programas para reducir obligaciones fiscales en los primeros diez años de actividad para las nuevas empresas.

Con respecto a la integración productiva, el documento encuentra una importante debilidad puesto que, en promedio, únicamente el 9% del valor agregado extranjero procede de la región, cifra que palidece frente al 49% observado en la Unión Europea y el 40% del Sureste Asiático. Esto significa que o no conocemos a los vecinos o definitivamente los factores institucionales que nos alejan son demasiado fuertes a pesar de hablar el mismo idioma y compartir esencialmente los mismos problemas. No en vano la evidencia muestra la inexistencia de bloques económicos sólidos en la región (CAN, Mercosur o Alianza del Pacífico).

Frente a la infraestructura, el documento afirma que, adicional a que la calidad y los tamaños de los puertos son reducidos, la calidad del transporte vial es de baja calidad, mientras que existe una fuerte preferencia por esta modalidad de transporte frente a otras, lo cual incrementa los costos de logística. De hecho, en la región los costos logísticos representan entre 18% y 35% del valor de un producto, cuando en los países de la Ocde ese porcentaje ronda el 8%.