Opinión On-line

El efecto “Año Nuevo” entre los empresarios

El ambiente festivo suscitado por la Selección Colombia, el interludio obligado por las vacaciones de mitad de año y las definiciones electorales de marzo y junio parecen haber generado un efecto “Año Nuevo” entre los empresarios. La pregunta de moda es ¿qué sigue ahora? Opinión de Luis Carlos Bravo.*

Invitado
21 de julio de 2014

Evidentemente, las respuestas a esta pregunta deben partir de una adecuada comprensión del entorno actual. En materia económica, la primera impresión es buena. La economía crece al 6,4%, ningún subsector se contrajo durante el primer trimestre y la locomotora de la infraestructura finalmente arrancó (o eso parece).

No obstante, una segunda revisión permite identificar con claridad algunos puntos preocupantes en el panorama. El más importante de ellos, el déficit creciente de la cuenta corriente de la balanza de pagos que podría llegar al 5,5% del PIB, según estimaciones de Anif. En el futuro próximo no está claro cómo se va a financiar este déficit, pues los flujos de inversión extranjera directa han perdido dinamismo, especialmente aquellos relacionados con hidrocarburos.

Los resultados de la Ronda Colombia 2014 permitirán entender mejor si la contracción de 8,4% que evidencian los flujos de inversión extranjera directa es sólo una fiebre pasajera, o si llegó para quedarse y debemos esperar un crecimiento en el saldo de capitales de corto plazo, como ha venido ocurriendo a lo largo de este año.

Al menos tres puntos deberían entonces incidir en la agenda de las juntas directivas. Primero, el desbalance macroeconómico hace inevitable una nueva reforma tributaria. Segundo, parece inevitable un aumento en la incertidumbre cambiaria, especialmente si el desbalance externo se financia con capitales golondrina. Tercero, las tasas de interés seguirán subiendo, no sólo por las presiones de financiación del déficit fiscal, sino también por la dinámica de las tasas de interés en el resto del mundo y por los posibles efectos inflacionarios del Efecto del Niño.

¿Y todo esto cómo afecta a las empresas? El valor económico de las empresas colombianas sufrirá presiones hacia la baja, especialmente en el caso de aquellas que no cotizan en la bolsa. El desafío de las juntas directivas es hacer frente a estas presiones con base en la evaluación de tres aspectos fundamentales.

El primero, la escala mínima de operación que permite competir exitosamente con jugadores de talla global. Esto implica una evaluación de la llegada de nuevos competidores al mercado colombiano, teniendo en cuenta los acuerdos de libre comercio ya suscritos y aquellos por suscribirse con Corea del Sur, Israel, Panamá, Costa Rica y Alianza Pacífico. Pero también, una evaluación de mercados nuevos a los cuales pueda incursionarse con exportaciones o inversión directa.

El segundo aspecto fundamental será revisar la política de endeudamiento que mejor se ajusta al plan de negocios de la empresa. La liquidez del sistema financiero y la curva de plazos aún permiten plantear estructuras de endeudamiento de largo plazo en condiciones muy favorables para garantizar una financiación sana del plan de negocios.

Por último, posiblemente el tema más complejo. Qué estructura de propiedad debe tener la empresa. Solo quienes sepan comprender a tiempo qué perfil de accionistas se requiere, podrán capitalizar adecuadamente las valoraciones altas que aún tienen las empresas colombianas, invitando a socios estratégicos o a fondos de capital privado a participar en la siguiente fase de crecimiento.

Con el tiempo se sabrá si este “Año Nuevo” nos trajo “Vida Nueva”.


* Profesor del área de Dirección Financiera de INALDE Business School