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12 reglas de oro para desafiar la productividad

Algunas costumbres que se dan por sentadas en el trabajo, son tan cuestionables, como el propio hecho de que haya que trabajar desde una oficina.

Jaime Bárcenas
3 de marzo de 2017

Ahora que trabajar desde casa o desde un café es tan común, el hecho de pasar ocho o más horas en una oficina debe estar más que justificado. Pero, en ocasiones, se pierde más tiempo del que se aprovecha. Reuniones, mirar el correo tanto, presiones, llamadas o prisas.

Dejo estas lecciones, sobre las que deberían reflexionar los empleados de una empresa.

1. No planifiquen tanto

Planificar implica suponer cosas, pero es claro que los planes no podrán determinar el futuro, ya que en algún momento se toparán con la improvisación. Por eso es más realista tomarlos solo como suposiciones que pretender llegar exactamente a donde se planificó.

2. No trabajen demasiadas horas

Solo hay algo peor que un empleado vago, un “workaholic”. Un “workaholic” es aquel que no sabe irse a su casa, para él, nunca hay demasiado trabajo y puede pasar la noche en la oficina si hace falta. Estos crean más problemas de los que solucionan, porque esa intensidad no puede mantenerse en el tiempo.

“Maquillan la pereza intelectual con fuerza bruta”

3. Reúnanse menos

“Las reuniones son tóxicas”, Normalmente tratan sobre temas abstractos y poco prácticos, aportan muy poca información de interés por minuto, se desvían del tema, no se preparan adecuadamente, derivan en más reuniones inútiles y casi nunca valen lo que vale el tiempo de todas las personas presentes.

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4. Consulten menos el correo electrónico

Las interrupciones son el enemigo de la productividad. Somos más productivos a primera hora del día o a última y no es coincidencia que sea cuando hay menos gente alrededor. Las interrupciones fragmentan la jornada en pequeñas series de “momentos de trabajo”. No se pueden hacer grandes cosas en periodos tan cortos de tiempo. Forzarse a tener largos lapsos a solas, nos harán mucho más productivos.

5. No hagan listas

Al menos, no demasiado largas, pues suelen caer en el olvido. Es mejor dividir los problemas en piezas más pequeñas que se puedan resolver completamente.

6. No anoten todo

Las bases de datos y las hojas de cálculo hacen perder un tiempo precioso. Las cosas realmente importantes no se olvidan y llegarán a nuestros oídos una y otra vez. Si una de ellas se pierde, seguramente no era tan importante.

7. No pospongan decisiones

Dejar algo para más tarde es costumbre nacional, pero esas decisiones o tareas pospuestas acaban en una pila de pendientes que raramente es atendida. Es mejor dar el paso a posponerlo y esperar que se resuelva solo. Además, las decisiones son temporales, no hay que tener miedo a tomarlas, pues siempre podremos cambiar el rumbo en la marcha.

8. No sean perfeccionistas

El perfeccionismo puede parecer una característica deseable, pero implica estancarse hasta tener una solución perfecta. Mejor un trabajo hecho de una forma pasable que un trabajo no hecho. Mejor resolver parte del problema que no hacer nada. Siempre habrá tiempo más tarde de mejorar o completar esa solución.

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9. No nos entusiasmemos

Entusiasmarse está permitido, pero es nocivo si se vuelve una prioridad. Las ganas de poner en marcha una idea no aseguran su funcionamiento, hay que volverla realidad y no dejarse llevar por la emoción antes de concretarla.

10. Seamos realistas

¿Cuántas veces hemos leído un documento corporativo o asistido a una presentación y no hemos entendido nada? El mundo laboral está lleno de palabrería abstracta, el aprendizaje se facilita con imágenes, sonidos o ejemplos prácticos; por eso se debe procurar usarlos cuando sea posible; así, las ideas serán palpables y eliminaremos “capas de abstracción innecesarias”. 

11. Tómense un respiro

Somos animales de costumbres y reaccionamos a los cambios de forma negativa. Al igual que en la vida personal, en el trabajo también es recomendable parar un momento, sopesar dónde nos encontramos y qué queremos, para así actuar de forma más templada.

12. Renuncien

Renunciemos si un trabajo no nos hace feliz. Seremos trabajadores más útiles en uno en el que estemos a gusto. Muchas personas responderán a esto que necesitan el dinero, pero eso es, a veces, una excusa para la inmovilidad. Hay que tomar la determinación de moverse cuando no se encuentra un sentido de permanencia en una organización o cuando se están perdiendo mejores cosas por estar allí. Si el balance de todo lo anterior es negativo, hay que solucionarlo.

Las anteriores recomendaciones pueden ir en contra de lo que se esperaría en un ámbito profesional, pero al final, si reflexionamos sobre ellas, las encontraremos totalmente lógicas y aplicables.

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