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Fanny Kertzman

A mí me gusta Uribe

En las áreas que afectan más al ciudadano del común, la seguridad y la economía, el gobierno de Álvaro Uribe fue excelente y los colombianos lo adoran.

Dinero
4 de agosto de 2012

Hace dos meses cogí un avión Medellín-Ciudad de Panamá. Cuando iban a cerrar la puerta, entró un hombre chiquito, canoso prematuramente, de gafas y con expresión de timidez. Era el presidente Uribe. Lo saludé y vino muy amable hasta mi silla a preguntarme por mis hijos. Cuando se iba a sentar de nuevo, el avión rompió en aplausos. Durante el trayecto hubo una cola permanente de pasajeros que querían tomarse una foto con él. Fue un viaje de una hora y cuando acabó el vuelo, la cola estaba más larga que cuando empezó. Las azafatas no pudieron ofrecer el servicio a bordo.

Esto se repite cada vez que Uribe es visto en público. Los colombianos de todos los estratos adoran a Álvaro Uribe y eso no se puede negar. Porque la verdad, en dos campos muy importantes Uribe fue un excelente Presidente: en la seguridad y en la economía. Uribe volvió viable un Estado fallido, como lo era Colombia después del experimento del Caguán.

Da pesar ver el noticiero en estos días, ver esas imágenes que nos hacen renacer la desazón permanente de aquella época horrible anterior a 2002, cuando el pan diario eran las tomas de la guerrilla, los atentados a la infraestructura, los carrobombas, las pescas milagrosas, los secuestros. Es innegable, lástima, que en el frente de seguridad este gobierno ha retrocedido. De pronto el micromanagement del presidente Uribe, llamando todas las madrugadas a los comandantes de las guarniciones de las Fuerzas Armadas, funcionaba.

Álvaro Uribe le dio golpes mortales a la guerrilla. Los colombianos pudieron volver a salir a las carreteras, por fin disminuyeron los cultivos ilícitos, bajaron los secuestros y asesinatos, las compañías petroleras y mineras finalmente pudieron desarrollar sus proyectos, se pudo volver a las fincas, se extraditó a todos los jefes paramilitares y se dotó de Policía a todos los municipios del país, entre muchos otros logros.

En economía, por su parte, el progreso fue gigantesco. El crecimiento del PIB casi se dobló, al pasar de 2,5% en 2002, a 4% en 2010. La inflación, por su parte, bajó a la mitad, pasando de casi 7% en 2002 a 3,2% en 2010. La tasa de desempleo cayó cuatro puntos, con lo difícil que es disminuirla.

Una buena muestra de las ganancias en seguridad la dan las cifras petroleras. El área donde se pudo hacer sísmica, aquel proceso de exploración que hacen las compañías para encontrar petróleo, se multiplicó por diez, al pasar de 2.000 km2 en 2002, a casi 26.000 km2 en 2010. La producción petrolera aumentó 40%. La inversión extranjera en petróleo, por su parte, creció en forma inaudita, al pasar de menos de US$500.000 en 2002, a US$2.871 millones en 2010, coincidente con la mayor inversión en sísmica. La inversión extranjera total, donde se contabiliza el resto del sector minero, se multiplicó por tres.

Las cifras externas también son impresionantes. Las reservas internacionales se multiplicaron por tres. Las importaciones y exportaciones se multiplicaron por cuatro: en 2002, las cifras eran cercanas a US$11.000 millones y en 2010 rondaban los US$40.000 millones para cada rubro, y eso sin tratados de libre comercio. Esta realidad numérica no se puede negar.

Ahora, no estoy de acuerdo con mucho de lo que ha hecho Uribe como expresidente. Su cerrada oposición a Santos no es constructiva para el país y esa locura de una Asamblea Constituyente, para reelegir a Uribe indefinidamente, es delirante. Además de todos los males que ello conllevaría, estaría desinstitucionalizando el país. Si por algo Colombia ha sobrevivido a semejantes barbaridades que nos han pasado, es porque hay instituciones sólidas y relativamente independientes.

Los escándalos de corrupción en el gobierno de Álvaro Uribe fueron terribles. Pero, ¿en cuál gobierno no los ha habido? ¿Es que el DAS alguna vez ha sido limpio? Tal vez los escándalos se noten más ahora, porque la justicia funciona mejor con la introducción de los juicios orales. Esto no obsta para repetir que, en las áreas que afectan más al ciudadano del común, la seguridad y la economía, el gobierno de Álvaro Uribe fue excelente y los colombianos lo adoran.

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