Home

Opinión

Artículo

David Yanovich

La leyenda de El Dorado

La operación en El Dorado puede mejorar dramáticamente con inversiones relativamente menores y cambios en la gestión. Pero, más temprano que tarde, Bogotá necesitará un nuevo aeropuerto.

Dinero
20 de febrero de 2013

Como ocurre con la famosa leyenda del siglo XVI, pocas cosas generan más mito que el estado del aeropuerto de la capital del país, su real capacidad y lo que hace falta para que el mismo quede como un aeropuerto de clase mundial. Bien conocidos son los retrasos de los vuelos causados por congestión, mal tiempo o cualquier sinnúmero de excusas que suceden al momento de explicar las alteraciones en la operación área del principal terminal aéreo de Colombia.

En una ocasión cuando se retrasó un vuelo en el que iba para Cali, tuve la intuición de que las soluciones para lograr una operación eficiente en el aeropuerto no eran costosas y que, con pocos recursos y mucha optimización en la gestión, sería posible lograr una mejora sustancial en la operación del aeropuerto. Con esa hipótesis, me di a la tarea de averiguar el estado actual del aeropuerto y las posibles soluciones y planes que se requieren para mejorar su desempeño y nivel de servicio. Para ello, consulté tanto con funcionarios del Gobierno como con aerolíneas y otros actores involucrados en la operación diaria de El Dorado.

En resumen, mi hipótesis de que las soluciones no son tan costosas era parcialmente correcta. Es cierto que desde el punto de vista de inversión de capital, el tema no es oneroso. Sin embargo, la implementación de ciertas soluciones para mejorar la operación de El Dorado sí requiere de enfrentamientos con poderosos sindicatos (el de controladores, particularmente) y eventuales negociaciones con agentes privados que, como suele ocurrir en Colombia, no tienen los incentivos para invertir en mejorar.

Los temas del aeropuerto se pueden dividir en tres grandes áreas: i) tráfico aéreo; ii) terminal aéreo; iii) plataformas de operación.

En relación con el tráfico aéreo, el tema fundamental es la mejora en tecnología y procesos de operación. En cuanto a la tecnología, con una inversión de $220.000 millones, según cálculos de la Aerocivil, se puede llevar al aeropuerto a operar con mejores prácticas, llevándolo casi a Categoría III, la más alta a nivel global. Esto incluiría la inversión en el nuevo centro y torre de control (ya en ejecución), sistemas de georeferenciación y sistemas de control de operaciones en tierra. Todo esto permitiría aumentar en 40% el número de operaciones que se realizan por hora en El Dorado (hoy son 60). El gran obstáculo, por supuesto, es un sindicato poderoso que lo que quiere es más contratación humana y menos tecnología probada ya en los mejores aeropuertos del mundo.

En cuanto al terminal, es bien sabido que el diseño original sobre el cual está basada la reforma que adelanta Opain contiene unas proyecciones de pasajeros que se sobrepasaron hace rato. Estos diseños consideraban 15 millones de pasajeros movilizados para 2015, y ya el año pasado se superaron 21 millones, y el crecimiento de la demanda se espera que sea de alrededor de 9% o 10% al año en los próximos años. Adicionalmente, según conocedores del tema, no existe en el contrato de concesión del aeropuerto un incentivo adecuado para adaptar los diseños y las obras a los requerimientos de la demanda, particularmente en lo relativo a posiciones de parqueo de aviones para vuelos internacionales, que generalmente se hacen en aviones grandes, lo cual atrasa la operación en caso de embarque o desembarque remoto. Esto último también tiene que ver con el tercer gran tema, las plataformas que, tanto por diseño del aeropuerto como por físico tamaño, no son suficientes para permitir la totalidad de operaciones que se podrían hacer en Bogotá.

La conclusión es que, con un poco de voluntad, de inversión y de mejoras operativas, el aeropuerto puede dar un salto importante en materia de calidad de servicio y de operatividad. La restricción más importante es tal vez el terminal, no solamente por el contrato sino por el espacio físico donde queda el aeropuerto. Con todas estas mejoras, El Dorado alcanzará a mover, como máximo, unos 30 millones de pasajeros. Esta cifra está relativamente cerca de alcanzarse. Por ello, además de mejorar El Dorado, es probable que Bogotá requiera un segundo aeropuerto, distinto al actual. Mientras eso sucede –y considerando que el aeropuerto actual se demoró más de 50 años en remodelarse– es fundamental hacer todo lo necesario para mejorar el terminal actual. De lo contrario, y como ocurrió en 1530 con los españoles, El Dorado será apenas una leyenda que pudo ser.

Noticias Destacadas