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David Yanovich

En el filo de la navaja

Las perspectivas sobre el sector petrolero que el Ministerio de Hacienda incorporó a sus proyecciones de corto y mediano plazo pueden llevar a sorpresas fiscales en un futuro no muy lejano.

Dinero
1 de agosto de 2012

“Lluvia de inversión pública”. Así tituló Yamid Amat su entrevista con el ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, publicada en eltiempo.com el domingo 29 de julio. Según el Ministro, estos dos años verán un auge en la inversión, no solamente pública, sino en las llamadas locomotoras del gobierno Santos. El Ministro basa su tesis no en poca medida en el desempeño del sector minero y petrolero durante los próximos años, a pesar de la desaceleración que reconoce en los sectores industrial y de comercio. El déficit fiscal, según él, terminará 2012 en 1% del PIB.

Todos esperamos que la situación fiscal de Colombia siga siempre una senda de mejoría. Sin embargo, y desafortunadamente, creo que las cuentas fiscales que está haciendo el Ministerio de Hacienda son algo optimistas, y que las mismas podrían estar en riesgo de sufrir un revés. La clave de todo es el desempeño de la industria petrolera.

En un informe del 25 de julio, Merrill Lynch pone el dedo en la llaga. A través de un análisis juicioso, el banco se dio a la tarea de medir el impacto sobre varios aspectos de la economía nacional de una reducción, bien sea de la producción petrolera o del precio del crudo. En el análisis Merrill Lynch define cuatro escenarios: el base (donde se mantienen el precio y la producción), uno de reducción en la producción, otro de reducción en precios y otro que llama la tormenta perfecta, donde simultáneamente caen la producción y los precios.

Para entender los resultados del análisis, es importante comprender primero la importancia del petróleo en las cuentas fiscales y la estructura de producción que tiene Colombia. En cuanto a las cuentas fiscales, hoy en día el petróleo representa alrededor de 16% de los ingresos totales del gobierno central, y otro tanto para los gobiernos regionales. Y las proyecciones oficiales dan cuenta de que dicho porcentaje se incrementará en el futuro, gracias a que consideran una producción creciente, aunada a un precio del petróleo de US$92 por barril (según el documento de Marco Fiscal publicado en junio por el Ministerio de Hacienda, citado por Merrill Lynch).

En cuanto a la producción, Colombia es un país de campos petroleros medianos y pequeños, con una geología compleja, que además presentan declinaciones importantes en su producción. De hecho, el gran reto para la industria, más que llegar a producir un millón de barriles por día o más, es mantener esa producción. No solamente por las declinaciones naturales de los campos colombianos, sino porque hasta el momento, en realidad, no se han encontrado las reservas que puedan soportar una producción sostenida en los niveles que el fisco está proyectando. Y es mantener la producción, más que lograr una meta efímera que se mantenga por poco tiempo, lo que tiene un efecto determinante en las cuentas fiscales, especialmente cuando las mismas tienen unos compromisos de largo plazo bastante inflexibles (transferencias, pensiones, servicio de deuda, etc.). Es con base en esta permanencia de los ingresos fiscales que el actual gobierno ha sancionado leyes que, según el documento de Marco Fiscal publicado hace unas semanas, valen alrededor de $3,5 billones anuales, sin considerar la Ley de Tierras, que pone una presión fiscal de $3 billones anuales adicionales durante los próximos diez años.

En consecuencia, estimar las cuentas fiscales a futuro requiere de proyectar de manera conservadora el comportamiento del sector, por lo que parece ser que una desviación sobre los supuestos –que luce bastante probable– puede tener un impacto significativo en las cuentas que el Gobierno está haciendo.

Volviendo al informe, el banco estima que el déficit fiscal del gobierno central podría variar entre el 1% del PIB que menciona el Ministro en su entrevista, hasta un impresionante -6,1% del PIB en 2014, de presentarse el escenario de la tormenta perfecta. Cualquiera de los otros dos escenarios deja el déficit fiscal entre -4% y -5% del PIB en los próximos años, una cifra preocupante. Es más, dice el banco que ni siquiera con la regla fiscal se lograría balancear el déficit en el corto plazo. Todo lo anterior, adicionalmente, sin contar con el impacto que una reducción de los precios o la producción tienen sobre las regalías, y por consiguiente sobre las inversiones que se realizarían con base en esos recursos a través del nuevo esquema promulgado por el gobierno nacional.

Nuevamente, todos esperamos que las cosas salgan bien, y que las cuentas fiscales mantengan una sana conducta durante los próximos años. Pero para que eso ocurra, pareciera ser que el Gobierno tiene que ser más conservador en sus proyecciones. Algo difícil, considerando que estamos entrando al ciclo político de la reelección. Ojalá el WTI y el Brent ayuden, y que las inversiones petroleras en Colombia sigan mostrando resultados para lograr una producción alta y sostenible en el tiempo. De lo contrario, un gran nubarrón fiscal se alzará en el cielo.

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