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Zona franca de Palmaseca

Dos años de servicios y US$50 millones en negocios de comercio exterior.

1 de agosto de 1997

En esta área de 540.000 metros cuadrados, loca lizada en las inmediaciones del Aeropuerto Al- fonso Bonilla Aragón de Cali, se realiza la totalidad de la compleja actividad del comercio exterior. Desde producir y almacenar todo tipo de productos: collares de perlas, prendas de vestir, alimentos, bisutería, tubos de cartón, automóviles, vendas de yeso para uso médico y recepción o despacho de las mercancías dentro y fuera del país. Es la Zona Franca de Palmaseca, a 140 kilómetros de Buenaventura, el principal puerto de Colombia.



Allí se siente el pulso económico del país de cara al mundo exterior. Las sesenta y cuatro empresas que tienen su asiento aquí sólo realizan negocios de importaciones o de exportaciones, logrando todas las ventajas de este micromundo de extraterritorialidad aduanera. En 1996, después de año y medio de estar en servicio, la Zona Franca de Palmaseca le generó a la nación ingresos cercanos a los US$50 millones.



Con una junta directiva presidida por el industrial Jorge Herrera Barona, Juan Zaccour en la gerencia de la compañía y un grupo de 1.800 empleados, esta zona franca tomada en alquiler desde julio de 1994 y hasta el año 2015 por una sociedad de la que forman parte Alberto Losada, Eduardo y Luis Fernando Sardi Aparicio y compañías extranjeras como Ultrajouroh Ltda. y Daewoo Motor, compiten con las nueve zonas francas del país y en especial con la del Pacífico, situada en la misma área de influencia. Si bien éstas fueron concebidas y creadas por el gobierno nacional para estimular las exportaciones de bienes producidos dentro del área, el negocio ha tomado nuevos rumbos, inclinándose más hacia las compañías industriales de servicios, en las que su valor agregado lo dan principalmente los servicios de distribución.



Es el caso de la Zona Franca de Palmaseca, donde el bodegaje para la reexportación o la nacionalización posterior de bienes ha adquirido un peso importante. La decisión de vincularse a este tipo de negocio permite una racionalización del manejo de inventarios que trae grandes ventajas como el aprovechamiento por parte de los empresarios del tiempo y el capital requerido para la nacionalización de la mercancía. Pero es más, su introducción desde el extranjero a la zona franca no requiere licencia de importación ni paga arancel ni impuesto al valor agregado. Y para su salida con destino a otros países diferentes a Colombia solo se requiere la autorización de la zona franca, sin el pago de impuestos.



Es el caso de Andean Services, los distribuidores de chiclets Adams y dulces Halls, los libros de Editorial Norma dirigidos al mercado latinoamericano y los cosméticos de BDF, para citar sólo unos ejemplos, que han escogido la ciudad de Cali y la Zona Franca de Palmaseca para estructurar una estrategia internacional de mercadeo para Centroamérica y el área andina principalmente. En el caso de los productos dirigidos al mercado nacional como los vehículos coreanos Daewoo o ACE Arangos, o la pulpa importada desde Chile por Bavaria para ser procesada en la fábrica de los jugos Orense y Tutti Frutti en Tuluá o la bijouteria de Coltec S.A., o los productos químicos de los Laboratorios Buckman, la compañía puede nacionalizar la mercancía casi sobre el pedido sin necesidad de congelar capital en grandes stocks en los almacenes del país. El tiempo de almacenamiento en las bodegas de la zona franca es ilimitado, mientras en los demás casos las importaciones deben ser nacionalizadas en sesenta días incurriendo en altos costos financieros por ese concepto.



Respecto a las compañías indus- triales de bienes, dedicadas a la transformación de los productos, la mayoría de las que tienen su sede en la Zona Franca de Cali pertenecen al sector de la confección. Allí se ensamblan prendas para marcas tan famosas como London Fog, Ralph Lauren, Sarah Lee, J.C. Penny, Osch Kosh, pero también se fabrican vendas de yeso para uso hospitalario, tubos de cartón y collares de perla de Mallorca.



La libertad cambiaria que es otra de las reglas de juego, hace que los usuarios no estén obligados a reintegrar a Colombia, por la vía de impuestos, los dineros generados por sus ventas a mercados diferentes al nacional. Y por último, dentro de la política de apertura económica impulsada por el gobierno nacional, Colombia ha suscrito acuerdos de preferencias arancelarias con más de setenta países, hecho que nuevamente favorece las condiciones de negociación, la oferta de precios y en últimas la competitividad.