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Una locomotora sin motor

La economía alemana apenas repunta y la incertidumbre política se suma al mar de dudas que vive el país. La recuperación de la economía todavía no se ve en el horizonte.

30 de septiembre de 2005

Alemania pasa por un momento de incertidumbre política y económica. Del lado de la política, todavía se desconoce quien ha salido vencedor en las últimas elecciones, si Gerhard Schroder o Angel Merkel. Las posibilidades de formar un gobierno de alinaza entre ambos se ha visto imposibilitada por diferencias insalvables entre ambos candidatos. Y del lado de la economía, la incertidumbre de los últimos meses va dejando lugar poco a poco al aumento de las señales que indican que la economía alemana empieza a recuperarse. Sin embargo, todos los expertos advierten de que sigue habiendo indicadores negativos y está por ver qué consecuencias puede tener el precio del petróleo y el huracán Katrina sobre la tímida recuperación. Una nube de dudas sigue ensombreciendo la tercera mayor economía del planeta.



Después de un primer trimestre de inesperado crecimiento, con un 0,8% con respecto al último de 2004, entre abril y junio la economía alemana no se movió. En comparación con el segundo trimestre de 2004, sin embargo, el producto interior bruto (PIB) se expandió -depurado de los efectos de haber tenido dos días laborales más- un 0,6%. Impulsoras del crecimiento son, sobre todo, las exportaciones, que en el primer semestre del año batieron el récord del mismo periodo de 2004. El superávit comercial ascendió a 84.800 millones de euros, según la Oficina Federal de Estadísticas. Esto a pesar de un aumento de las importaciones del 7,2% a causa del aumento del precio del petróleo y las materias primas. Las exportaciones aumentaron un 5,9% para alcanzar los 382.300 millones de euros.



La lacra del desempleo



"Estas cifras reflejan con gran claridad que la economía alemana gana en competitividad", declaró el analista del Deutsche Bank Stefan Bielmeier al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. Sin embargo, con ser el motor de la economía alemana, las exportaciones no influyen en la creación de puestos de trabajo, cuya escasez es, junto al bajo consumo, uno de los problemas centrales de Alemania. Con un 11,4% de paro, en Alemania se encontraban en agosto sin empleo 4,728 millones de personas. Los deseados efectos de la reforma laboral del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder se hacen esperar. Los economistas aseguran que, por mucho que se reforme el mercado laboral, no habrá un descenso significativo del desempleo mientras la economía alemana no crezca.



Algunos indicadores aseguran que comienza a hacerlo. Los pedidos a la industria aumentaron en julio un 3,7% con respecto a junio, en contra de las expectativas de los analistas. También aumentó en julio la producción, un 1,2%, después del 1,6% en junio. Otro motivo para el optimismo fue el índice de coyuntura que elabora el Centro de Investigación Económica Europea (ZEW) de Mannheim que, al dispararse inesperadamente 13 puntos, dio cuenta de una notable mejora de las expectativas hasta niveles superiores a la media histórica del índice.



No acompañó, sin embargo, el índice Ifo, que mide la confianza de los empresarios. Después de dos meses consecutivos de alzas, en agosto el Ifo cayó debido a que la mayoría de los 7.000 empresarios entrevistados por el instituto muniqués valoraron su situación actual negativamente. Las expectativas para el futuro mejoraron, sin embargo. Para el tercer trimestre de 2005, el Instituto Alemán de Investigación Económica DIW de Berlín publicó unas previsiones de crecimiento del 0,5%.



Pero falta la chispa que encienda de una vez por todas la llama del consumo privado, que supone un 60% del PIB alemán. El miedo a perder el puesto de trabajo, acompañado de la reducción real de los salarios que se ha producido en los últimos años, hacen que los alemanes gasten poco. A esta tendencia, que dura ya más de tres años, se suma el aumento de los precios del petróleo, que consumen el poco margen que podía quedar.



El petróleo también dispara los precios. La inflación aumentó en agosto un 1,9% con respecto al mismo mes de 2004. Sin los combustibles el índice hubiese quedado en el 1,3%, según informó esta semana la Oficina de Estadística. El alza de los precios del crudo, agravada por las consecuencias del huracán Katrina en Estados Unidos, tendrá sin duda consecuencias negativas también sobre la economía alemana. El Instituto de Economía Mundial de Kiel (norte de Alemania) revisó por ello a la baja su pronóstico de crecimiento para este año, del 1,3% al 1,1%. El Gobierno parte de un crecimiento del 1%, pero estos pronósticos se basan sobre un precio de entre 40 y 50 dólares por barril de crudo, lejos de los 70 dólares que ya se han alcanzado.



Hipoteca energética



Las consecuencias negativas para la economía se mantendrán, sin embargo, dentro de unos límites moderados, aseguran algunos analistas. En comparación con las crisis de los años setenta, "hoy tenemos una situación de partida completamente distinta", explica la analista del Dekabank Sandra Ebner. "La dependencia de la energía de las economías occidentales ha disminuido desde los años setenta", explica Folker Dries en un artículo en la prensa. Dries ve el fenómeno compensado por otros factores: "El dinero barato que los bancos centrales vierten sobre el mercado desde hace años y el percibido aumento del patrimonio posibilitado en muchos países por enormes alzas en el precio de la vivienda hacen el precio del crudo menos doloroso para el consumidor".



El petróleo no hace más fácil la situación para Alemania, que soporta una deuda de casi un billón y medio de euros. El presupuesto de 2006, presentado en julio, no muestra una clara voluntad de reducirla. Más bien todo lo contrario: en él se espera un déficit para 2006 del 3,4%. En cuanto al año en curso, la cifra presentada por el ministro de Finanzas, Hans Eichel, de 3,7% fue revisada al alza por Eurostat, tras estudiar las cuentas, hasta el 3,9% o 4%. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Joaquín Almunia, ya prometió medidas severas por el incumplimiento alemán del Pacto de Estabilidad y Crecimiento por cuarto año consecutivo.