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Stephen Elop, presidente de Nokia.

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Nokia atraviesa por uno de sus peores momentos. Perdió el reinado mundial en venta de celulares y acaba de anunciar un monumental programa de recortes.

20 de junio de 2012

A Nokia le está pasando lo mismo que a Europa. Vivió una época dorada en los años 70 y 80, pero solo hasta ahora se dio cuenta de que los cimientos que permitieron ese esplendor se levantaron sobre arena movediza.

Su ‘matrimonio’ estratégico con Windows, anunciado hace un par de años, buscaba ofrecer una plataforma tecnológica más eficiente, pero esta alianza aún no rinde los frutos esperados mientras sus competidores, Apple y Samsung, no sueltan el pie del acelerador.

Según la consultora Strategy Analytics, en el primer trimestre de 2012 Nokia perdió el liderazgo mundial del mercado de telefonía móvil, que tenía desde 1998, y fue desplazada por Samsung. Entre enero y marzo, Nokia vendió 82,7 millones de teléfonos móviles en el mundo, 25,8 millones menos que en el mismo trimestre de 2011, y su participación pasó de 30,4% a 22,5%.

No solo dejó de ser el rey en ventas de celulares a nivel mundial, sino que su nueva apuesta, el Lumia, no logra seducir del todo a los impredecibles y caprichosos clientes. A esto se suma que el precio del equipo (US$700 en promedio) no ha sido suficientemente competitivo para darle una buena ‘mordida’ a los modelos de sus archirrivales Apple o Samsung.

Por eso, antes de que los nubarrones se conviertan en tormenta, la compañía inició en los últimos días un drástico recorte de gastos que incluye el despido de 10.000 colaboradores, que se completará antes de que termine 2013. Además, la empresa cerrará dos centros de investigación que hoy tiene en Canadá y Alemania, trasladará su producción a China y convertirá su fábrica de Finlandia en un laboratorio de desarrollo.

El plan de acción, liderado por su presidente Stephen Elop, busca asegurar su competitividad a largo plazo y devolverle parte del brillo perdido en los últimos años. Pero la tarea no será fácil, teniendo en cuenta los números rojos de la compañía. En el primer trimestre del presente año la empresa reportó pérdidas por US$1.200 millones, y su acción hoy solo llega a 10% de lo registrado en febrero de 2011.

Por eso el recorte no es suficiente para calmar los mercados. Si Nokia fuera un país europeo, se estaría hablando de un nuevo rescate y de una prima de riesgo insostenible. La diferencia de la multinacional con Grecia o España es que ya tomó acciones sin cálculo político para evitar la debacle. De hecho, con el tijeretazo anunciado por Elop, la multinacional finlandesa espera ahorros por US$20.000 millones en 18 meses, una cifra respetable pero que no garantiza su recuperación definitiva.

La resurrección de Nokia depende ahora de su éxito en el nicho de los smartphones, el campo de batalla por excelencia del sector. Allí es donde está creciendo el mercado y donde el prestigio de las compañías está en juego.

La empresa trabaja duro en un proyecto que busca poner en las manos de los clientes la mejor tecnología del siglo XXI. Se trata del Morph, un aparato que es desarrollado por el Cambridge Nanoscience Centre de Londres y el Nokia Research Centre y que podría convertirse en la nueva piedra angular de la empresa. El Morph es tan delgado que se puede doblar y convertir en accesorio de vestuario, es repelente a los líquidos, se recarga con el sol y cambia de color como el camaleón o la pinta del día.

Si le suena la flauta, Nokia volverá al escenario mundial y podrá pelear para recuperar el trono perdido. Pero también dependerá de lo que lancen Samsung y Apple de aquí a 2013, cuyos ingenieros no tienen los brazos cruzados como sí los tuvo Nokia en la última década.