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MERCADO DE CAPITALES

Tras la pérdida de los ahorros en los fondos de pensiones

Las AFP deben reportarle a sus afiliados, obligatorios o voluntarios, una rentabilidad que no puede ser inferior al mínimo legal, pero ese mínimo puede corresponder a una rentabilidad negativa y en ese caso quien asume la pérdida es el ahorrador. Eso fue lo que sucedió con la pasada caída de la Bolsa.

María Antonia Pardo
30 de agosto de 2006

El primer semestre de 2006 fue crítico para La Bolsa de Valores de Colombia. El IGBC presentó una caída histórica cercana al 30% entre los meses de enero y junio. En ese escenario todos perdieron, desde los comisionistas hasta los ahorradores del sistema privado de pensiones del país.

Desde 1993 el sistema previsional de Colombia cambió. Con la ley 100 se convirtió en un sistema mixto integrado por un régimen de reparto y un régimen de capitalización o de ahorro individual. El sistema de reparto o de prima media, aunque ya se esté hablando de su privatización, sigue todavía a cargo del Estado a través del Instituto de Seguros Sociales (ISS). El segundo, está en manos de instituciones financieras privadas conocidas como Administradoras de Fondos de Pensiones y Cesantías (AFP). Todo el sistema, tanto el público como el privado, está vigilado por la Superintendencia Financiera.

Los afiliados al sistema de ahorro individual o sistema privado de pensiones ahorran en unas cuentas personales por cuya administración y rentabilidad mínima deben responder las AFP, que en el país son seis empresas: Colfondos, BBVA Horizonte, Porvenir, Santander, Skandia y Protección.

Con el fin de garantizar la seguridad, rentabilidad y liquidez de los fondos, estas AFP deben invertir sus recursos en las condiciones y con sujeción a los límites que para el efecto establezca la Superintendencia. Además, están obligadas a garantizarles a sus afiliados una rentabilidad mínima la cual es determinada con base en la metodología adoptada por el mismo organismo de control. Las inversiones de las AFP deben cubrir ese mínimo legal. De lo contrario, tienen que responder con su patrimonio por el perjuicio causado a sus ahorradores.

Esta rentabilidad mínima legal se calcula mediante la combinación de un factor endógeno atado a la rentabilidad misma del sistema previsional y un factor exógeno que está relacionado con tres variables: el incremento porcentual del índice de la Bolsa de Valores de Colombia, el incremento porcentual del índice S&P y la rentabilidad de un portafolio de referencia conformado, según la Superfinanciera, por los títulos más representativos del mercado (bonos de bajo riesgo y largo plazo, unos indexados a la inflación y otros con un plus).

Hasta ahí estaba todo claro para los ahorradores. Lo que era desconocido para la gran mayoría de ellos es que conceptualmente hablando, el término rentabilidad mínima no es sinónimo de inversión rentable. Es decir, ese mínimo legal puede ser negativo si las variables que lo determinan tienen un mal comportamiento. Eso fue lo que sucedió precisamente con los fondos de pensiones y cesantías durante el primer semestre de este año.
 
Según cifras de la ANIF, de los $3,2 billones que perdieron los establecimientos de crédito, los comisionistas de bolsa, las fiduciarias y las AFP durante el período en cuestión; el 74% de la pérdida se concentró en éstas últimas. En efecto, los saldos de los fondos obligatorios de pensiones que alcanzaban en abril la cifra de $39,2 billones, cayeron a $36,9 billones al finalizar junio; es decir, contabilizaron una pérdida acumulada de $2,3 billones durante el primer semestre de 2006.  La explicación apunta a que las AFP tienen sus portafolios altamente concentrados en títulos de deuda pública (TES), los cuales han presentado un comportamiento alcista en su tasa reflejado en pérdidas constantes en el rendimientos de estos bonos (tasa y precio son inversamente proporcionales en el caso de los TES).
 
La misma situación se repitió en los fondos de pensiones voluntarios, cuyos saldos se redujeron casi un 6% solamente en un mes: pasaron de $7,95 billones que tenían el 31 de mayo, a $7,5 billones el 30 de junio. La pérdida de las cuentas de cesantías también fueron considerables: $283 mil millones entre mayo y junio. Al final, los grandes perdedores fueron los ahorradores quienes vieron cómo de la noche a la mañana el monto de sus cuentas de pensiones y cesantías se redujo considerablemente.

El caso de Jorge Becerra es un vivo ejemplo de lo que les sucedió a las cuentas de miles de ahorradores del sistema previsional en el país. Al finalizar el segundo trimestre del año, el señor Becerra recibió un extracto que le mostró cómo había perdido, en tan solo tres meses, $7 millones en su cuenta de aportes voluntarios a un reconocido fondo de pensiones y cesantías. Su sorpresa fue mayor cuando la entidad le informó que su pérdida era completamente normal, teniendo en cuenta que la rentabilidad mínima legal del período había sido de 30 puntos negativos. "Nunca pensé que esa rentabilidad mínima legal, que supuestamente existe para velar por el buen manejo del ahorro de millones de ahorradores por parte de las AFP, sea en realidad una gran farsa. ¿Cómo puede hablarse de rentabilidad mínima cuando en realidad nuestras cuentas pueden perder de un momento para otro y sin previo aviso sumas tan cuantiosas?"

A partir de julio, los fondos de pensiones y cesantías han venido recuperando parte del terreno perdido. Sin embargo, el ritmo al cual están creciendo sus rentabilidades no se compara con lo rápido que cayeron sus saldos. Tal parece que recuperar lo perdido podría tardar hasta tres años más, período en el cual los ahorradores tendrán que colmarse de paciencia si lo que quieren es volver a tener en sus cuentas el nivel de ahorro reportado hasta marzo de este año.

Analistas de mercado como Gustavo Santos, antes comisionista de bolsa de Interbolsa y ahora asesor independiente, concuerdan en afirmar que los ahorradores de los fondos de pensiones y cesantías deben entender que estas cuentas tienen vocación de largo plazo, razón por la cual no deben ser tocadas aunque reporten pérdidas coyunturales, por muy cuantiosas que éstas sean. Así las cosas, el sistema debe ofrecerle más claridad a los ahorradores y, poniendo las cartas sobre la mesa, contarles a los millones de afiliados de los fondos que si bien es cierto que pueden ganar mucho de la noche a la mañana por la alta volatilidad del mercado de capitales colombiano, también es cierto que pueden perder grandes sumas en un abrir y cerrar de ojos. Y que, como todo esto es legal, amparado en el hecho que la rentabilidad mínima puede ser negativa, nadie les va a responder por esa pérdida.