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El ministro de Comercio de Colombia, Sergio Díaz-Granados y el embajador danés, Jonas Bering Liisberg (cuyo país preside este semestre la Unión), posan para los medios tras firmar el tratado. | Foto: EFE

Análisis

TLC UE-Colombia y Perú: "un tratado del siglo XXI"

Colombia y Perú suscribieron el tratado de libre comercio con la Unión Europea. Y en Bruselas el ambiente es optimista. ¿Por qué?

Alianza DW
27 de junio de 2012

El tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Colombia y Perú está firmado. Y en Bruselas el ambiente es de optimismo. “En tiempos de crisis, incrementar el comercio y la inversión es el camino hacia el crecimiento y el empleo”, afirmó el comisario europeo de Comercio, Karel De Gucht. Efectivamente, la firma del tratado es para muchos una buena notica.

De un instrumento para “la predictibilidad, la transparencia y un sólido marco de confianza”, lo calificó el ministro colombiano de Comercio, Sergio Díaz Granados. “De una muestra de cómo se debe negociar con miras a generar desarrollo sostenible y crecimiento económico”, lo calificó el ministro peruano de Comercio, José Luis Silva Martinot. Y de un “instrumento que añade atractivo a las inversiones”, lo calificó Arnaldo Abruzzini, secretario general de Eurochambres, la asociación de cámaras de comercio europeas.

En un momento en que el suelo cruje bajo los pies de la economía europea, este acuerdo puede ser visto como un puente hacia una orilla más firme.

¿Las necesidades de uno, fortalezas del otro?


“Es un instrumento para que los negocios se desarrollen en ambas direcciones; pues, para salir de la recesión, la mejor forma de inyectar soluciones es generar nuevos flujos de comercio”, explicaba el ministro Díaz Granados en conversación con la prensa.

Las oportunidades para la UE en este mercado emergente, con un crecimiento del 4,7 por ciento, las resalta el ministro colombiano tanto como la complementariedad de las economías: “las necesidades de Colombia son la fortaleza de Europa; en infraestructura, en tecnología, en explotación de recursos naturales Europa es una región líder en el mundo. Este acuerdo es un gana-gana, de ahí la importancia para los colombianos de esta firma”. Para su entrada en vigor, con todo, todavía falta la ratificación por parte del Parlamento Europeo, prevista para otoño.

Un mercado de presente y con futuro


Pocas horas antes de la firma del acuerdo, en una conferencia organizada por las cámaras de comercio y AL-Invest –instrumento de la Comisión Europea para apoyo a las pequeñas y medianas empresas-, José María Sanz Magallón, directivo de Telefónica Internacional –principal inversionista extranjero en la región- hablaba del luminoso presente y del aún más brillante futuro de las inversiones en América Latina:

“El desarrollo de la región supera al crecimiento de su PIB. A la clase media en este momento pertenece un 30 por ciento de una población que en diez años ha crecido tanto como la población entera de Reino Unido”. La juventud de la población –con un promedio de 29 años, inferior a los 43 europeos, 35 chinos y 37 estadounidenses- y el hecho de que haya en este momento 150 millones de menores de 14 años, fundamenta el atractivo de un mercado promisorio en crecimiento.

“En cinco años, el tráfico de internet, por ejemplo, crecerá en 50 por ciento, más que en ninguna otra región”, afirmaba Sanz. A este atractivo panorama, los acuerdos de comercio agregan transparencia y predictibilidad a la inversión europea.

¿Mejoras para el ciudadano común?

Y para el ciudadano común, ¿que aporta este tratado? “Lo beneficia en tres sentidos”, respondió a DW el ministro colombiano: “En cuanto consumidor, porque podrá comprar mejores productos y a mejor precio, porque la inversión genera empleo y, porque, teniendo en cuenta que el empleo de muchos colombianos depende de las exportaciones, el tratado le aporta la tranquilidad de que las reglas de juego no se van a alterar por la voluntad de un gobernante”.

“El ciudadano de a pie se va beneficiar porque las inversiones crean trabajo y el sector exportador en su integridad es una fuente de empleo formal”, respondió por su parte el ministro Silva Martinot, haciendo hincapié en el círculo virtuoso de la inversión y los mayores ingresos del Estado. “La inversión social en lo que va del gobierno actual ya se ha duplicado”, subraya el ministro.

De lo claro a lo oscuro


Con todo, la luz que ilumina la firma de este tratado no esconde la polémica levantada. Los derechos humanos, los derechos laborales, la protección medioambiental. A este respecto, los firmantes del acuerdo remiten a las cláusulas que incluye el texto; también a los compromisos adquiridos con organismos internacionales.

Entre ellos se encuentra la protección del medio ambiente y la consulta a las poblaciones previa a procesos extractivos. “Perú ha sido principalmente un país exportador de materias primas y tiene que seguir desarrollándose; pero ahora apuesta por un aprovechamiento sostenible de sus recursos naturales”, subraya el ministro.

¿Y qué pasa si no se cumple lo estipulado? El comisario De Gucht responde a DW: “en el tratado hay un mecanismo fuerte: un comité especializado en desarrollo sostenible que se encarga de monitorear derechos laborales, humanos y de medio ambiente. Si hay una disputa, se consulta a un panel de expertos que analizan la situación; en caso de ruptura grave, la Comisión Europea puede proponer la suspensión unilateral del acuerdo”. La unilateralidad de la decisión vale para las otras partes también.

“El acuerdo incorpora capítulos fundamentales en lo laboral, en derechos humanos y medio ambiente. Colombia quiere trabajar en mejorar la calidad de vida de sus habitantes con criterios ambientales. Y un bloque como la UE puede ser parte de la solución, también haciendo más fuertes a las instituciones colombianas para resolver los problemas que aún existen en algunas zonas del país. Lo que hemos suscrito es un tratado de última generación”, concluye el ministro Díaz Granados, “un acuerdo del siglo XXI”.