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1| Edificio Astaf. Ubicado en la carrera 13 con calle 97, 6 pisos de lujosos apartamentos. Varios de ellos en arriendo.

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Se creció el barrio

El Chicó, uno de los barrios más tradicionales de Bogotá, va camino a convertirse en la nueva joya del urbanismo capitalino. Flamantes edificios de hoteles, oficinas y apartamentos hacen parte del nuevo paisaje.

17 de agosto de 2012

Al Chicó lo están demoliendo. El apetito por nuevos espacios para acomodar multinacionales y residentes de estrato 6 está transformando este barrio bogotano, testigo del crecimiento de la capital.

Los constructores, con chequera en mano, están comprando las amplias casas que otrora fueron las más apetecidas de la ciudad, para darles paso a imponentes edificios de oficinas y apartamentos de 200 m2 y más (ver fotos).

Para los amantes de la arquitectura de este barrio –sinónimo de estatus– puede ser la peor de las noticias, pero para inversionistas y constructoras es el escenario perfecto para un excelente negocio.
“Estamos desarrollando en la zona cuatro grandes proyectos de oficinas y cinco para vivienda de lujo”, explica el empresario y arquitecto Gabriel Cure.

El modelo de negocio es sencillo y es el mismo que se replica en otras zonas de la ciudad: comprar las casas o edificios antiguos a buen precio, derrumbarlos e iniciar complejos de 6 o 7 pisos de oficinas o viviendas. “Los problemas de movilidad en Bogotá hacen que los proyectos del Chicó sean muy atractivos. Todos quieren vivir cerca de sus oficinas o de sus familiares, ahí está la diferencia con este barrio”, añade Cure.

El apetito en esta zona no tiene precedentes. No se ha iniciado una obra cuando empresas de todo tamaño y sector expresan su interés por hacer parte del vecindario. “Hemos recibido muchas llamadas de firmas españolas, estadounidenses y francesas cuyo negocio es el carbón, el petróleo, los lubricantes o la belleza”, dice el arquitecto.

El otro nicho en pleno auge son los apartamentos estrato 6. Se están construyendo para todos los gustos y bolsillos. En este sector está ubicado el proyecto que ofrece el metro cuadrado más caro que se construye en Bogotá –de vivienda nueva–: Torre Agua, un complejo residencial con metro cuadrado a $12 millones, cuyos apartamentos se venden desde $2.400 millones hasta $6.000 millones.

En la zona es frecuente ver apartamentos desde los 55 m2 hasta los 200 m2, cuyo valor supera fácilmente los $1.000 millones, donde muchos incluso hablan de una burbuja inmobiliaria.

Esta voracidad de la demanda por cada metro cuadrado de la zona ha hecho incrementar los precios en los últimos años. Según Jorge Enrique Gómez, presidente ejecutivo de la Lonja de Bogotá, las zonas comerciales registraron un aumento de 8,74% en 2011, mientras en las residenciales el aumento de área fue de 5,46%. Las constructoras pagan el metro cuadrado de tierra entre $6 millones y $8 millones, una cifra impensable hace una década.

“Tres cosas hacen que un lugar sea atractivo o no para los constructores: ubicación, ubicación y ubicación. De ahí que el Chicó se esté renovando por completo”, explica Gómez.

Pero siempre habrá cosas por mejorar. Como en buena parte de la ciudad este tipo de expansiones urbanas agudizan los problemas de movilidad, redes de servicios públicos, andenes, parques, equipamientos públicos (colegios, jardines infantiles y centros de salud, entre otros) y zonas verdes.

En este sentido, Camacol Bogotá llamó la atención para que este tipo de consolidaciones urbanas cuenten con estrategias planificadas y coordinadas. El único proyecto planificado en la zona y que cuenta con mayores espacios recreativos es Proscenio, ubicado en la UPZ Chicó Lago que prevé la construcción de un gran complejo urbanístico de 250.000 m2 en tres manzanas que van de la calle 85 a la calle 87 (parque El Virrey) entre carrera 15 y 13, así como oficinas, locales comerciales, parqueaderos y un centro cultural. La transformación está en marcha.