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Los dueños del trancón

Dinero reunió al equipo técnico de la Secretaría de Movilidad que diseñó el nuevo rostro del ‘Pico y Placa’ en Bogotá. ¿Funcionará su invento?

20 de junio de 2012

Poco después de febrero de 2009, cuando el entonces alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, sorprendió a los ciudadanos con un decreto que prolongaba la restricción del ‘pico y placa’ a 14 horas diarias, la sensación entre los bogotanos fue de resignación. Muchos creyeron que, difícilmente, la iniciativa podría sufrir cambios estructurales en el corto plazo y por eso dieron por sentada aquella frase que en Colombia parece acuñarse en varios sectores: “no hay nada más definitivo que las medidas temporales”.

Esos mismos escépticos –que veían improbable modificar el mandamiento de Moreno– fueron los primeros en quedar de una pieza luego de que Gustavo Petro, actual alcalde de la ciudad, revelara las nuevas reglas de juego con las que empezará a regir la norma a partir del próximo 3 de julio.

El giro fue de 180 grados. Y no solo porque las 14 horas de la actual restricción se reducirán a la mitad, sino porque quienes solo podían usar su vehículo tres días a la semana ahora tendrán la posibilidad de hacerlo a diario. Además, causó revuelo el hecho de que ciertas localidades del sur de la ciudad –Usme, Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Rafael Uribe Uribe y Tunjuelito– quedaran exentas de la medida.

La decisión, que fue aplaudida por unos y vapuleada por otros, ha estado en la mira de los expertos, básicamente por una razón: porque, según ellos, fue improvisada y no tiene ningún sustento técnico. Un argumento que no le quita el sueño a Ana Luisa Flechas, secretaria de Movilidad, porque sabe que en su despacho reposa un extenso documento de 121 páginas en el que, junto al equipo de la Dirección de Estudios Sectoriales y Servicios de esa Secretaría, dejó plasmado el soporte de la nueva disposición.

Dinero reunió a los responsables del diseño de la nueva cara del ‘Pico y Placa’. Bajo la batuta de Flechas, todos ellos trabajaron durante cinco meses en la propuesta que, al final de cuentas, recibió la bendición del alcalde Petro y cuyo propósito no es otro que mitigar el desmadre de la movilidad bogotana. Ojalá que todo lo que quedó en el papel pueda llevarse con éxito a la práctica.