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Economía y sociedad

La riqueza más allá del PIB: lo que cuenta es el capital intangible

Esta semana, el Banco Mundial (BM) presentó un nuevo estudio que cambia los parámetros de la riqueza de las naciones.

16 de septiembre de 2005

Esta semana, el Banco Mundial (BM) presentó un nuevo y novedoso estudio en el que muestra, más allá de los indicadores tradicionales (PIB, Capital Humano, Lucha contra la pobreza, conectividad...), en qué radica la riqueza de las naciones.



El estudio se llama precisamente "¿Dónde se encuentra la riqueza de las naciones?, midiendo el Capital en el siglo 21", y muestra a Suiza como el país más rico del planeta y en el otro extremo a Etiopía.



Si bien en estudios más tradicionales las distancias ya eran grandes entre países ricos y pobres, tomando estos específicamente, con este estudio son desoladoras. Según la medición de riqueza del BM cada suizo posee US$648.241, mientras que un etiope solo cuenta con US$1.965, una diferencia de 330 veces entre el rico y el pobre.



En esta medición, un colombiano tiene en el bolsillo US$44.660, 14,5 veces menos lo que tiene el helvético, la diferencia no es tan abismal pero es largo el trecho.



Por su parte un estadounidense puede mostrar US$512.612, la cuarta mejor billetera después de Suiza, Dinamarca y Suecia. En Latinoamérica los argentinos son los ricos del barrio (US$139.232) y le siguen Uruguay (US$118.463) y Brasil (US$86.922). (Listado completo en recuadro)



Lo innovador de este estudio es que (y esa es la razón de las distancias abismales) no mide únicamente el PIB, o le suma a este tan solo la evolución del capital social, o se concentra en el desarrollo de la calidad de vida, si no que divide en tres claros segmentos la riqueza. Mira no solo lo que un país produce, sino lo que contiene y lo que construye así no lo pueda vender a otros directamente, incluyendo sus políticas internas respecto a cómo manejar las riquezas.



El Capital Intangible



Como decíamos, el estudio toma en cuenta una serie de factores que van mucho más allá del Producto Interno Bruto (PIB) per capita, midiendo el capital natural de un país, su producción y lo que denomina capital intangible.



El capital natural tiene en cuenta lo que posee un país y que es extraíble, y que por su volumen y precio en el mercado internacional se convierte en un generador de divisas, y en un activo vital para el consumo interno.



El capital producido, se refiere a lo que sus industrias venden dentro y fuera como bienes y servicios, su capital material y monetario.



Sin embargo, lo que sin duda llama la atención del estudio es el capital intangible, resultado de la suma del capital humano, la infraestructura institucional y el capital social.



Es decir, toma en cuenta lo que abarca el desarrollo educativo y laboral de los habitantes de un país; las redes de trabajo entre las instituciones estatales (justicia, servicios, salud, seguridad...), su eficiencia y su cobertura; la confianza de los habitantes en su propio país y su capacidad para trabajar en pos de un objetivo común. Incluso toca lo que tiene que ver con las legislaciones en los otros dos tipos de capital y como las leyes y políticas internas los potencian y aprovechan o solo explotan y gastan.



También se tienen en cuenta elementos conocidos pero mucha veces no ponderados como riqueza, es el caso de las reservas internacionales y la financiación de un país.



Según el estudio, que tuvo como muestra 120 países, el capital natural corresponde tan sólo a un 5% de la riqueza del mundo, seguido de un 18% de la producción. El capital intangible es donde radica la mayor parte, el 77%, de la riqueza.



El estudio, elaborado con datos disponibles al año 2000 en promedio, demuestra que América Latina y el Caribe basan su riqueza en los recursos naturales en un 12%, mientras que lo hacen en un 16% sobre la producción y un 72% del capital intangible. Pero es importante recalcar que los promedios son poco objetivos pues las distancias entre los argentinos, primeros de la región, son muy grandes frente a los haitianos, últimos latinoamericanos, y no se explican tan solo por su riqueza natural (ver recuadro).



"Nuevas medidas de riqueza dejan en evidencia los costos de las decisiones de desarrollo, que no son evidentes en medidas económicas tradicionales ", señaló Achim Steiner, director general de la Unión Mundial para la Naturaleza en la presentación del estudio en Nueva York.



De acuerdo con el reporte, los gobiernos y las organizaciones internacionales deben empezar a medir la disminución de recursos naturales y el crecimiento de la población como factores que permiten una visión más completa del desarrollo de un país, ante todo, permite darse cuenta, dice el documento, de cuál ha sido y cuál podría ser el costo ambiental y la sostenibilidad de un modelo económico adoptado para alcanzar, en teoría, mayor progreso.



"Conocer el costo de todo y el valor de nada"



Esto decía Oscar Wilde, y el intento del Banco Mundial es construir un reporte de indicadores que puedan hablar de la totalidad de factores que inciden en el desarrollo y el crecimiento de la riqueza de un a nación y su verdadero valor con el paso del tiempo.



No es solo abarcarlos, dijo uno de los autores, Kirk Hamilton, sino entender su interrelación, pues no puede ser que se siga pensando en que acabar con los recursos naturales de una país que los exporta, lo lleve a ser más rico.



Lo que lleva a la necesidad de observar que la riqueza puede ser medida no solo en términos de producción y venta, sino de construcción y estabilidad de una dinámica económica que tiene en cuenta lo perecedero para administrarlo a lo largo del tiempo, y lo institucional como el catalizador que puede extender el tiempo de la riqueza.



Con esta nueva visión de la riqueza, el orden mundial cambia un poco en perspectiva, lo que es evidente con Suiza encabezando el reporte y mostrando al final de la lista a naciones africanas que son muy ricas en recursos, pero cuyo capital intangible es casi inexistente.



Acerca de esta visión del mundo, el ministro de medio ambiente de Kenia, Wangari Maathai, premio nobel de la paz en 2004, afirmó que cuando "las personas no conocen sus habilidades, no tienen creencias fuertes o valores, son gente que no cree en sí misma, lo que los hace supremamente dependientes de los recursos naturales porque son la única riqueza que tienen". Maathai subrayó que es preocupante la cantidad de gobiernos que aún conciben el desarrollo como algo que se puede separar de las políticas ambientales. "Es lamentable que los ministerios más importantes en muchas naciones sigan siendo el de relaciones exteriores y el de defensa, cuando el verdadero enemigo no está en otras naciones sino en la destrucción de nuestro hábitat", concluyó el ministro.



En Colombia



En Colombia no se han hecho mediciones del capital intangible, y de hecho es una concepto muy novedoso para algunos expertos locales.



En Planeación Nacional (DNP) no conocen aún el estudio del BM ni lo que es capital intangible ni en qué se basa, pero dos funcionarios que no quisieron ser identificados explicaron que en el país la medición va en el campo del capital social aún, y que en este campo incluso se avanza a paso lento.



Hasta ahora los estudio más completos en capital social los han realizado los economistas Maria Mercedes Cuellar y John Sudarsky, donde indicadores tan importantes como el de confianza (claves para la sostenibilidad institucional y la consolidación de proyectos sociales) llega tan solo a 9% y 10% respectivamente, lo que explica que en términos de capital intangible podamos tener índices bajos en términos de fortaleza institucional o asociatividad efectiva.



Los investigadores del DNP expresaron que hasta ahora se está trabajando en levantar información que permita la medición completa de aspectos relacionados con capital humano y desarrollo. Por esta razón, explican, poder medir lo que sería el capital intangible colombiano es algo que quizá pueda hacer mejor el BM, "que algunas veces tiene mejores datos sobre Colombia que nosotros mismos".



¿Qué es el capital social?





 





Ante todo se trata de un activo intangible que se manifiesta en la capacidad de confianza, valores cívicos y asociatividad que pueda lograr la sociedad. Aunque la economía convencional los ha ignorado, estos aspectos tienen un peso significativo en las posibilidades de desarrollo de los países, en tanto son una suerte de permeabilizador, una amalgama, de todas las actividades económicas y sociales. Los primeros estudios econométricos al respecto, demuestran la existencia de correlación entre, por ejemplo, la capacidad de cooperación y asociatividad de una comunidad y su bienestar. A mayor asociatividad, mayor es el potencial de crecimiento económico que puede alcanzar una determinada sociedad. Kliksberg ilustra con algunos casos esta aseveración, destacando la mención de las redes cooperativas de consumo popular de Barquisimeto.





 





La confianza, entendida, en términos generales, como el clima prevaleciente para realizar negocios, y los valores cívicos, representativos de ciertas actitudes, como la educación en el seno de las familias y la ética hacia el trabajo, constituyen otros aspectos del capital social que no escapan a la indagación de Kliksberg. Los estudios comparativos entre diversas sociedades, (véase, por ejemplo, Trust, Fukuyama, 1995) resaltan la importancia del clima de confianza en los negocios y en la formación y sostenimiento de empresas, sobre todo pequeñas firmas familiares, para el apuntalamiento del desarrollo económico. Cuando no existe un buen clima de confianza para los negocios y la cooperación, como es el caso de la mayoría de países latinoamericanos, las sociedades resienten esta falla de diversas maneras. Particularmente se elevan los costos de transacción de las actividades económicas, penalizando a la sociedad en su conjunto y limitando el potencial de crecimiento.