Home

Empresas

Artículo

La reglamentación de los medicamentos tecnológicos es uno de los objetivos de Mauricio Santa María, ministro de Salud, en el proceso de transformación del sector.

Negocios

Guerra biológica

En enero se reglamentarán los medicamentos biotecnológicos en el país, un negocio que mueve US$200.000 millones anuales en el mundo. Qué está en juego.

12 de diciembre de 2011

En enero sale la reglamentación sobre los medicamentos biotecnológicos en el país. Una nueva familia de drogas de última generación, creadas a partir de un ser vivo, que producen ingresos cercanos a los US$200.000 millones al año en el mundo.

El negocio es de enormes proporciones. Según un estudio de Global Top 10 Biotechnology Companies, las diez empresas más grandes de esta industria generaron ganancias por US$56.000 millones en 2008. “Este hecho toma mayor relevancia si se tiene en cuenta que 50% de las patentes de la industria farmacéutica expira en los próximos diez años; por lo tanto, la biotecnología puede acelerar nuevas invenciones, lo que sin duda sería una gran oportunidad para Colombia”, le dijo a Dinero un alto funcionario del Ministerio de Salud.

La oportunidad de la que habla el funcionario, desde la perspectiva económica, está relacionada con las posibilidades de erigir un complejo andamiaje en torno a la biotecnología en el país. Por ejemplo, echar a andar una empresa nacional dedicada a investigar nuevas fuentes de compuestos químicos, genes, proteínas y microorganismos para comercializarlos, algo que los expertos llaman la industria de la bioprospección.

A primera vista, todo parece color de rosa. Sin embargo, para concretar esos planteamientos hay que establecer los estándares de calidad, de los biotecnológicos, definir los métodos para vigilarlos y acordar cuál va a ser su precio.

Y es allí donde radica el meollo del asunto. Si bien hay algunos sectores que defienden el ingreso de la industria nacional a la era de los biotecnológicos con el argumento de que sus precios son más bajos, otros defienden a las multinacionales farmacéuticas con el argumento de que ofrecen mayor calidad.

La razón que esgrime este último bando tiene un alto ingrediente científico. Para ellos, los biotecnológicos de las multinacionales tienen la virtud demostrada de atacar el foco de enfermedades crónicas, como ciertas afecciones autoinmunes como la artritis reumatoide. “Es preocupante que el Gobierno no haya definido un criterio estándar para los biotecnológicos. La Unión Europea ya lo hizo y eso es una muestra de que son altamente efectivos”, explica Carlos Maldonado, médico especialista en biotecnología.

En la orilla de los defensores de la industria nacional, lo que más preocupa son los altos costos de los biotecnológicos ‘de marca’, pues ven en ellos una amenaza latente para el bolsillo de los colombianos. Su apreciación se basa en experiencias como las de Estados Unidos, en donde cualquiera de estos fármacos cuesta por paciente entre US$15.000 y US$200.000 anuales.

En Colombia el panorama no es muy diferente. La razón es que los biotecnológicos, pese a no estar reglamentados, son los medicamentos más costosos del mercado –hay tratamientos desde $1 millón hasta $100 millones mensuales– y son los responsables de más de 60% de los recobros de fármacos al Fosyga. El alto precio, a juicio de algunos, se debe a que el negocio está en manos de monopolios.

Mientras tanto, el tiempo para ponerle punto final a esta discusión se acaba. Al Gobierno le queda solo un mes para dejar clara su postura frente a la posible reglamentación de los medicamentos biotecnológicos. Así que es muy probable que durante lo que resta del año el debate se agudice y, además, le apunte a buscar precios que les permitan a los colombianos ponerse a la altura de modelos exitosos de salud como el europeo.