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Facebook debuta en Wall Street el 18 de mayo, pero una vez superada la euforia inversionista, lo que viene es una transformación que lo obligará a diversificar sus fuentes de ingreso.

10 de mayo de 2012

Con banderas azules que llevaban el logo blanco de Facebook en el medio y manos con el pulgar hacia arriba, como las que usan los usuarios de la red social cuando algo les gusta, fue adornado el viernes 4 de mayo el edificio del emblemático JP Morgan como preparativo para uno de los debuts bursátiles más esperados del mundo.

Ese día, altos ejecutivos de Facebook visitaron las oficinas de Morgan Stanley y JP Morgan, como paso previo al road show de una semana en que se encontrarán con los principales inversionistas del mundo para invitarlos a asociarse con la compañía. La expectativa es tan grande que, mientras los ejecutivos eran perseguidos con cámaras por Manhattan, cual estrellas de cine, algunos de los posibles socios comparaban la invitación al road show a tener la misma suerte de ser invitados a la ceremonia de los Óscar.

Pese a la juventud de Facebook –una empresa de tan solo ocho años–, al riesgo latente de que disminuyan sus anunciantes y sus usuarios o de que su precio esté inflado, hay un enorme apetito por tener un pedazo de esta firma. Si todo sale como se espera, empezará a negociarse en Nasdaq el 18 de mayo a un precio por acción que oscilará entre US$28 y US$35, lo que implica que la empresa estaría valorada entre US$77.000 millones y US$96.000 millones.

Los comisionistas estadounidenses involucrados con Facebook no pueden decir cuál será su precio objetivo antes de que la acción salga a venta, pero algunos pocos que no estarán en el proceso de suscripción y colocación (33 comisionistas van a participar) ya han dicho que es factible que el primer día suba hasta US$70 y luego se nivele sobre los US$44, mientras se fortalece y alcanza a sus rivales más cercanos: Apple y Google, cuyas acciones superan los US$500.

Mientras algunos expertos se niegan a participar en el proceso, otros insisten en verle un potencial enorme, no solo por sus 845 millones de usuarios (que equivalen al tercer país más poblado del mundo después de China e India), sino porque hasta ahora su modelo de negocio publicitario ha sido subutilizado. “La experiencia publicitaria de Facebook es terrible, casi nadie da clic en los anuncios y, pese a eso, el año pasado consiguieron US$3.700 millones en ingresos”, dice Rofle Winkler, columnista de The Wall Street Journal.

A esto se suma el hecho de que la mayor fortaleza de Facebook, que está en su base de datos y que puede ser una mina de oro, tampoco se está monetizando. Aunque la empresa estimó sus activos en US$6.600 millones en el informe que envió al regulador de valores de Estados Unidos (la SEC), no valoró el hecho de que cada uno de sus usuarios tiene en promedio una red con 130 amigos y que entre todos envían mensajes o dan clic al botón ‘Me gusta’ unas 2.700 millones de veces al día.

La monetización de esa base de datos no solo implica su venta, sino valorarla y poderla contar como un activo. Esto sin tener en cuenta que los mismos usuarios se encargan de actualizar la información diariamente, con datos que permiten hacer estudios de mercado y encuestas muy acertadas, prácticamente sin costo.

Lo que viene

La otra gran apuesta de los futuros inversionistas está en la transformación que sufrirá Facebook una vez pase de ser una empresa privada a convertirse en pública y deba crear estrategias para responder a la presión de sus accionistas por generar más ingresos en cada periodo contable.

Así por ejemplo, los usuarios verán un incremento en la pauta publicitaria dentro de sus perfiles. Como es lógico, el sistema comenzará a ‘cruzar’ la información de los gustos y preferencias de las personas con las palabras que utilicen en sus actualizaciones y en las charlas con sus amigos para generar anuncios en tiempo real.

Tampoco será extraño que aparezcan nuevos productos con la marca Facebook, pues la diversificación será una forma de generar ingresos de fuentes diferentes a la publicidad. De hecho, la empresa ya trabaja junto a la taiwanesa HTC en la fabricación de un teléfono inteligente que estará orientado a incrementar la actividad social de sus usuarios y que, según The Wall Street Journal, saldrá al mercado estadounidense en el verano de este año.

Cabe recordar el caso de Google que, una vez saltó a la bolsa en 2004, pasó de ser un simple motor de búsqueda a convertirse en un conglomerado que ofrece más de 600 productos diferentes, desde servicios de posicionamiento geográfico y de infraestructura, hasta generación de energía y minería. Sin contar con que su plataforma para teléfonos inteligentes, Android, es la más usada en la actualidad, por encima de iPhone y BlackBerry.

Con el ingreso de efectivo que tendrá tras su emisión, Facebook también desarrollará su tienda de aplicaciones –similar a la que tienen las tabletas digitales– que evitará que los usuarios busquen opciones de entretenimiento en otros sitios. Para esto está adquiriendo pequeños emprendimientos, como la recién comprada Instagram, al tiempo que buscar llegar a acuerdos con proveedores de contenidos, como Netflix, DirecTV y Hulu.

Por ahora, todos los servicios de Facebook son gratuitos: las personas solo necesitan una dirección de correo electrónico para registrarse. Algunos analistas sostienen que surgirán servicios premium, por los que los interesados podrán pagar para tener opciones diferentes para personalizar sus perfiles y acceso a herramientas exclusivas. Este plan estaría en marcha: ya existe ‘Facebook Credits’, un sistema que permite a sus usuarios gastar dinero real en bienes virtuales.

Pero no todo es color de rosa. El nuevo Facebook también podría ser el centro de una nueva burbuja de los ‘punto com’, en la cual se estaría apostando por una realidad que quizás nunca llegue. Al fin y al cabo, este sitio web no deja de ser una colección de datos digitales que no existen en el mundo real.