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La razón de la declaratoria de guerra de John Donovan a Shell es como retaliación por un pleito jurídico que llevó a este exsocio de la petrolera a la bancarrota.

Internacional

El wiki–Shell

Un exsocio de la petrolera más grande del mundo se ha dedicado a revelar las irregularidades de la multinacional. Las pérdidas de la compañía, por cuenta de sus denuncias, son multimillonarias.

11 de abril de 2012

A oídos de cualquier parroquiano el nombre de John Donovan no parece decir mucho. Sin embargo, cuando es mencionado dentro de las oficinas de Shell –la petrolera más grande del mundo– sus ejecutivos no pueden ocultar el escozor que les produce oírlo. Y no es para menos; pues desde hace más de una década, a través de su propia página web y de correos electrónicos, este inglés de 64 años se ha dedicado a revelar sistemáticamente los secretos mejor guardados de la gigante multinacional anglo-holandesa.

Sus imprudencias, a estas alturas le han costado millones de dólares en pérdidas a la petrolera; y no solo eso, también le han significado disminuir su presencia en más de un país productor de crudo. Un botón de muestra fue lo ocurrido en Rusia a mediados de la década pasada, cuando el entonces presidente, Vladimir Putin, recibió en su cuenta de correo un llamativo mensaje de Donovan. En él, le explicaba detalladamente las irregularidades de Shell en materia de seguridad para atender el proyecto de exploración y explotación Sakhaline-2, una sociedad entre esa multinacional y el grupo ruso Gazprom.

Lo que leyó Putin era apocalíptico:

la marea negra que se produjo en las costas de Alaska tras el naufragio del petrolero Exxon Valdez sería ridículo comparado con lo que podría producirse en Sakhaline. No se trataba de cualquier proyecto. Era, ni más ni menos, el mayor campo petrolero que dicha sociedad tenía en el este de Serbia. La producción de crudo allí es hoy de 180.000 barriles diarios y 9,6 millones de gas anuales.

No trascurrieron dos años desde que llegara esa información a manos de Putin, para que las consecuencias se hicieran visibles. Un tribunal ruso, luego de comprobar la veracidad de las denuncias de Donovan, decidió reducir a 27% la participación mayoritaria que Shell tenía en el negocio.

Y, aunque ese ha sido el mayor golpe que Donovan le ha propinado a la multinacional, no ha sido el único. En su página web (www.royaldutchshellplc.com) ha publicado al menos 25.000 artículos en los que grita a los cuatro vientos los entresijos que se cocinan dentro de la petrolera. Lo paradójico de todo esto es que con un presupuesto de tan solo US$2.000, Donovan tiene hoy contra las cuerdas a un grupo empresarial que mueve al año US$380.000 millones, algo más que el PIB de países como Dinamarca o Tailandia.

¿Pero qué lo motivó a declararle esa guerra sin cuartel a la Shell? La respuesta podría resumirse en una sola palabra: retaliación. Hasta 1992, Donovan fue el director de la agencia de mercadeo Don Marketing, encargada por esos días de diseñar las estrategias organizacionales para los empleados de Shell. No obstante, todo cambió cuando la petrolera prescindió de sus servicios y decidió reemplazarlo por un colaborador interno que, a juicio de Donovan, se apropió de muchas de sus ideas y se negó a pagárselas.

Eso, al final de cuentas, desencadenó en un pleito jurídico que llevó a Donovan a la bancarrota. Y aunque Shell corrió con todos los gastos del proceso a cambio de mantener el caso en silencio, la multinacional rompió el pacto cuando hizo público el episodio en los medios de comunicación de Inglaterra. Desde entonces, tal y como se lo repite Donovan a diario: Shell será mi adversario designado. Y, hasta el momento, lo está cumpliendo.