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COMERCIO INTERNACIONAL

Contra reloj

Son 6.200 los productos colombianos que gozan en la actualidad de preferencias para entrar al mercado estadounidense y que empezarían a pagar aranceles del 18% en promedio, de no extenderse el ATPDEA, a partir de enero de 2007.

María Antonia Pardo
15 de noviembre de 2006

Lo que todos los exportadores temían que pasara, está pasando. A pocos días del cierre del Congreso norteamericano, no hay ni TLC ni prórroga del ATPDEA. La situación parece calcada a lo ocurrido en 2001 cuando se venció el ATPA y los exportadores perdieron de la noche a la mañana y durante varios meses, las preferencias arancelarias que les aseguraba dicho acuerdo y tuvieron que meterse la mano al dril para pagar nuevos impuestos.

Según Javier Díaz Molina, presidente la Asociación Nacional de Comercio Exterior, Analdex, el período comprendido entre el vencimiento del ATPA y la renovación y ampliación de ATPDEA en el primer semestre del año 2002 fue muy negativo para el sector exportador colombiano y por ello no dudó en afirmar que en esta oportunidad, quedarse sin los beneficios del ATPDEA tendría consecuencias más graves que las de 5 años atrás, pues hoy día los valores exportados son mayores y los impactos sobre la producción y el empleo se sentirían con más fuerza.

El cronograma que tenían los gobiernos de Uribe y Bush en febrero de este año, cuando se cerraron las rondas de negociaciones del TLC entre Colombia y Estados Unidos, se trastocó por completo y es claro que ya no podrá cumplirse. Ambas partes concentraron esfuerzos en sacar adelante el TLC antes que se venciera el ATPDEA, pero no lo consiguieron. En ese escenario, la prórroga de la ley de promoción comercial andina y de erradicación de la droga, que pierde vigencia el 31 de diciembre de este año, cobró una importancia inusitada.

Por eso el presidente Álvaro Uribe viajó a Estados Unidos y en una visita maratónica de dos días, bogó ante altos funcionarios del ejecutivo y legislativo norteamericano por la importancia económica y social del ATPDEA. El mandatario regresó al país con el compromiso del gobierno de George W. Bush de extender las preferencias arancelarias y ratificar el TLC, pero como más que promesas, lo que necesita Colombia es una ley que garantice la ampliación de las exenciones arancelarias que benefician a las exportaciones de Colombia mientras el TLC se aprueba y entra en vigencia; el sector exportador está aún sin el pan y sin el queso. El lobby está hecho, no queda más que esperar qué deciden los congresistas estadounidenses cuando vuelvan a reunirse el próximo 4 de diciembre.

El presidente de la SAC, Rafael Mejía , se mostró pesimista frente a la prórroga del ATPDEA: "no veo la menor posibilidad que lo amplíen". Mejía cree que lo más probable es que el TLC incluya una cláusula de retroactividad que le devolverá a los exportadores los aranceles pagados en el período comprendido entre el vencimiento del ATPDEA y la entrada en vigencia del TLC. Esto, en su criterio, generará problemas de flujo de caja a la mayoría de beneficiarios de las preferencias arancelarias del ATPDEA, situación que podría llevar a la quiebra a varios sectores. Para sortear esta dificultad, planteó una solución: "el gobierno tendrá que facilitar préstamos transitorios a bajas tasas de interés a los exportadores afectados".

Ese plan B que sugiere Rafael Mejía, ya lo tiene listo el Gobierno: si no se logra una prórroga del ATPDEA, Bancoldex sacará al mercado a finales de noviembre o principios de diciembre dos cupos, uno por US$115 millones y otro por $50 mil millones, para que los empresarios tengan recursos disponibles para enfrentar un eventual pago de aranceles.

Sobre la importancia de las preferencias del ATPDEA no se han escuchado voces en contra. De hecho, varios representantes del gobierno como Susan Schwab, directora de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR), John Veroneau, subdirector del mismo despacho y congresistas como Charles Rangel y William Delahunt, han manifestado públicamente el apoyo que le dan a la ampliación en el tiempo de las preferencias arancelarias en cuestión para no perjudicar los negocios que realiza Estados Unidos con los países andinos que luchan contra las drogas.

Hasta el momento, el problema parece no estar en si es o no es ‘bueno’ el ATPDEA. En realidad, el factor tiempo es el elemento que corre en contra de la prolongación de dicha ley antes del cierre legislativo de este año, que es cuando se necesita que se apruebe para que los exportadores no tengan que incurrir en nuevos costos. Precisamente eso es lo que no queda, tiempo. Si la arena del reloj toca fondo, el 53% del total de las exportaciones colombianas tendrán que pagar aranceles para ingresar a Estados Unidos en un momento en que el sector exportador colombiano está siendo fuertemente golpeado por la revaluación de la moneda local frente al dólar.

En cuanto al TLC, el camino se ha empantanado nuevamente. Tanto Bush como el partido republicano (pilares del libre comercio), luego de las elecciones parlamentarias, quedaron profundamente debilitados. Los resultados de la ‘mitaca’ le devolvieron el control a los demócratas, tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes, y en ese escenario hostil (los demócratas tradicionalmente han votado en contra de tratados de esa naturaleza) es que debe ahora moverse el gobierno colombiano para lograr la ratificación del TLC.

Como prueba un botón. El congresista demócrata Charles Rangel, quien presidirá el Comité de Medios y Arbitrios donde se iniciará el debate sobre los acuerdos comerciales internacionales en la Cámara de Representantes, fue claro con el presidente Álvaro Uribe y le dijo, que si bien apoyará la extensión del ATPDEA, con el TLC la historia será distinta, pues el nuevo Congreso que se posesionará el otro año, revisará nuevamente todos los tratados de libre comercio, entre ellos el de Colombia. Otro congresista demócrata, William Delahunt, se unió a Rangel y confirmó la noticia: “el TLC será sometido a una detallada revisión, porque el Partido Demócrata quiere asegurarse que sí beneficie a los trabajadores”.

Según Delahunt, no cabe duda que el libre comercio trae crecimiento económico a los países, pero lo que no es claro para él es si esa mejoría se ve reflejada en toda la sociedad y ayuda a reducir la pobreza, o solamente beneficia a los inversionistas. Dijo que los legisladores demócratas deseaban “alentar, particularmente en América Latina, el surgimiento y fortalecimiento de una clase media que fortalecerá también las instituciones democráticas latinoamericanas”.

La posición de los demócratas preocupa al Gobierno, porque según el Presidente va en contravía con las necesidades del país. Cabe anotar además, que los tratados comerciales a los que se refieren los congresistas fueron negociados bajo la ley de promoción del comercio, ‘fast track’, que expira en junio del próximo año. Según lo dispuesto por esa ley, el Congreso no tiene la potestad de enmendar los TLC en el debate de su ratificación, sólo puede aprobarlos tal y como están, o rechazarlos si no está de acuerdo con ellos. La pregunta entonces es ¿qué pasará con el TLC entre Estados Unidos y Colombia si a los ojos de los demócratas éste no contribuye con la reducción de la pobreza y el desempleo?