Home

Empresas

Artículo

| Foto: Dilia Rodríguez D´Alemán*

Colaboración

Competir con una gestión avanzada de la propiedad intelectual, ¿estamos preparados?

En Colombia no sabemos proteger la innovación.

Dilia Rodríguez D´Alemán*
13 de junio de 2007

“La explotación y administración de los activos de Propiedad Intelectual (P.I.) de una empresa trasciende la simple adquisición o registro de derechos de Propiedad Intelectual por conducto de una oficina nacional de P.I. Las empresas que deseen obtener pleno rendimiento de sus conocimientos especializados y de su creatividad deberán tomar las medidas apropiadas para establecer una estrategia de P.I. e intentar incluirla en su estrategia empresarial general. Esto conlleva la necesidad de tener en cuenta las cuestiones de P.I. al elaborar los planes de negocios y las estrategias de comercialización” (OMPI)

El texto anterior procede de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) que vela por la difusión y empleo de los mecanismos de Propiedad Intelectual como elemento de fomento de la innovación y del desarrollo económico. Las empresas deben dotarse de mecanismos para competir mejor siendo para ello preciso ampliar el alcance del concepto de Propiedad Intelectual hacia otro que supere de largo el mero registro o trámite de la misma; o lo que es igual, convertirla en el motor de la competitividad y desarrollo de la empresa.

La casuística es amplia y con frecuencia encontramos noticias acerca de que alguien ha sido demandado por infringir una patente o que una empresa no puede registrar un invento innovador por haber divulgado anticipadamente sus características, o que a otra le han copiado la solución a un problema por no poder acreditar que fue ella quien lo resolvió técnicamente, o que se imita una marca conocida, se usurpa un dominio en Internet, o se malogran inversiones en tecnología por no haber tomado las disposiciones precisas para investigar los antecedentes o las tendencias tecnológicas. También a veces conocemos que un trabajador desleal abandona la empresa con información relevante en virtud de la cual compite con ella desde otro lugar, o que por no contemplar aspectos de Propiedad Intelectual fracasa un plan de internacionalización.

Por el contrario somos también testigos de empresas que obtienen beneficios sostenidos merced a una buena gestión del fruto de su conocimiento y de una adecuada protección de su creatividad: Compañías que han basado su competitividad en una tecnología debidamente protegida que les permite compartir conocimientos con otras y recibir a cambio beneficios tecnológicos o dinerarios, empresas que tienen una correcta política de protección, uso y defensa de sus marcas e imagen corporativa, que la hacen valer en el exterior, que seleccionan cuidadosamente a sus socios o distribuidores lejos de nuestras fronteras, que se preguntan por el destino final cada vez que inician un planteamiento de I+D+i, que informan a sus trabajadores acerca de la Propiedad Intelectual de que es depositaria la compañía y de que aquella se encuentra debidamente protegida precisamente para asegurar la continuidad de la firma y la garantía de su valor futuro.

La diferencia entre unas y otras, entre las que tienen éxito compitiendo eficientemente y entre las que no lo tienen y no logran despegarse de lo que siempre han sido, suele estar en su consciencia que la protección de su creatividad y conocimiento son esenciales para su porvenir.

Si preguntamos a empresarios acerca de cuál consideran que es el principal valor de su empresa muchos nos contestarán que lo que más aprecian de ella son sus personas y su conocimiento. Cierto que a veces hay un componente retórico, pero responde a la realidad. Lo más importante de un proyecto empresarial son los elementos humanos que lo hacen posible y el conocimiento que éstos generan y ponen en común para lograr beneficios.

Lo que hace que una empresa tenga éxito es su diferenciación con respecto a otras. Sus productos, la forma de distinguirlos, su manera de comercializarlos. La diferencia se obtiene con la innovación. La protección de la misma lleva a que la distinción con respecto a otras sea apreciada por sus clientes.

Las empresas con mayor éxito son las que han sabido implantar un sistema de gestión de la Propiedad Intelectual en su seno. No nos estamos refiriendo sólo a que tengan registradas patentes, que hagan lo propio con sus marcas, o a que protejan los diseños de mayor éxito. Nos referimos a incluir todo ello dentro de una estrategia de forma que sea posible tener criterios, conocer qué se protege y qué no merece la pena, qué vías utilizar en cada caso, saber cómo transferir tecnología o conocimiento y cómo recibirlo con seguridad; cómo manejar contratos que abarquen estos conceptos, cómo establecer pactos con el personal que trabaja con información sensible en la compañía, cómo posicionarse en el exterior con garantías, cómo atender desde el punto de vista de la Propiedad Intelectual a una nueva forma de relaciones comerciales como es por ejemplo el comercio electrónico…

Esto abarca prácticamente a todos los departamentos de una empresa y tenerlo implantado es algo absolutamente normal en las empresas más competitivas. Una eficiente gestión de la Propiedad Intelectual lleva a una mayor competitividad y ello conduce a un círculo virtuoso donde una más alta competitividad lleva a adquirir nuevo conocimiento, a usarlo, a licenciarlo, a aumentar las relaciones comerciales, etc.

Resulta curioso que hayamos llegado tarde a patentar y que por ello se afirme que no innovamos, cosa que no es del todo cierta porque más exacto es decir que no sabemos proteger nuestra innovación. Somos un país aún atrasado en esta materia y cuando por fin algunas empresas se deciden a hacer uso del sistema de patentes, a registrar sus marcas, a sacar mejor partido a su creatividad, a innovar… entonces nos falta lo fundamental, nos falta la manera de dar sentido a todo ello con un único instrumento que lo gobierne; cosa que otros más avanzados llevan décadas haciendo.

Desafortunadamente hay poca consciencia de lo que significa la Propiedad Intelectual y por lo tanto la necesidad de proteger el conocimiento, la creatividad, la innovación y la forma como nos identificamos en los mercados. Llegar a una segunda fase es decir gestionar la Propiedad Intelectual es más complejo. Ello quizás será porque mientras el mundo desarrollado está en la era del conocimiento, nosotros todavía no hemos salido de la industrial.

 

*Directora General Clarke, Modet & Cº - Colombia
drodriguez@clarkemodet.com.co