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Pablo Londoño, blogger. | Foto: Pablo Agustin Londoño, Socio de CTPartners

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Cazando talento para el Estado

Difícil entrar a jerarquizar las razones, pero la realidad es que trabajar para el Estado conlleva una serie de riesgos y de limitaciones que ahuyentan a ejecutivos que no solo serían valiosos para el gobierno, sino que agradecerían tener una experiencia de aporte a su sociedad.

Pablo Agustin Londoño, Socio de CTPartners
27 de abril de 2011

Uno de los pioneros en utilizar Head Hunters para la conformación de su grupo de colaboradores en el sector Público fue el Presidente Fox en México. Fox, que había trabajado años en el sector privado, y que había utilizado los servicios de caza talentos estando en Coca Cola, quiso replicar la experiencia recién fue elegido Presidente. Lo hizo para la selección de sus Ministros y colaboradores más cercanos; no funcionó. Tampoco funcionaron las iniciativas en este sentido promovidas en Colombia entonces por el Presidente Pastrana, y por el Presidente Barco. Su programa de meritocracia, como se comentó entonces, fue triturado por el computador de Palacio.


En general, y dado que los problemas de corrupción son viejos en este país, los Gobernantes de turno llegan con las mejores intenciones de estructurar procesos que garanticen de un lado transparencia, atiendan a esquemas de meritocracia y de paso garanticen la atracción de talento idóneo para manejar la estrategia estatal. Las buenas intenciones sin embargo, se desvanecen rápidamente, y curiosamente no sólo por falta de iniciativa gubernamental, o por presiones políticas, sino además, porque la realidad en nuestro oficio es que reclutarle al Estado es mucho más complicado que reclutar para el sector privado.


Un nuevo informe elaborado por InterExec reveló que el 92% de los caza talentos afirmaron que los ejecutivos senior del sector público son más complejos de reclutar, comparados con sus pares en el sector privado. La encuesta, si bien evidencia esta problemática, arroja igualmente un dato interesante, y es que un alto porcentaje de los ejecutivos encuestados en el sector privado, aceptaron haberse visto tentados alguna vez, a participar de alguna iniciativa Gubernamental, pero descartaron rápidamente la opción por temores y riesgos que no estuvieron dispuestos a correr.


El Estado es de lejos el mayor empleador. Es además la empresa con el mayor portafolio de actividades, que cuenta con una estructura jerárquica más clara y definible, y por lo tanto la organización sobre el papel más apta para definir potenciales carreras ejecutivas atractivas a profesionales de todo tipo. Tiene filiales en cada rincón del país, representación permanente en el extranjero, acceso a recursos, a los medios de comunicación, plataforma de investigación y desarrollo y acceso ilimitado a la base de datos de la totalidad de su potencial clientela. En fin, si bien compleja, la realidad es que el Estado está en capacidad de diseñarse como un buen empleador. Por qué entonces es tan difícil atraer talento del sector privado?.


Difícil entrar a jerarquizar las razones, pero la realidad es que trabajar para el Estado conlleva una serie de riesgos y de limitaciones que ahuyentan por decir lo menos, a ejecutivos que no solo serían valiosos para el Gobierno, sino que agradecerían tener una experiencia de aporte a su sociedad. Analicemos algunos de los problemas:


- El primero es el riesgo de imagen. Son muy pocos lo que se meten al servicio público pensando llegar a la Presidencia o ansiando una futura contraprestación en una Embajada (también los hay). La mayor parte de los ejecutivos que estando en el sector privado, se animan a trabajar para el Estado, lo hacen con un genuino ánimo de servicio. Se encuentran sin embargo, la mayor parte de las veces, con la realidad de un aparato estatal carente de procesos, lleno de obstáculos a la gestión y lo que es peor lleno de improvisación. La diferencia con el sector privado es que el nivel de exposición es totalmente diferente. A diferencia de la empresa privada, el riesgo de quemarse trabajando para el Estado es inmenso. Si bien algunos funcionarios estrella salen bien parados y juegan después en las grandes ligas del sector privado, algunos sufren el karma de haberse quemado en el intento de hacer patria.


- La segunda razón está atada al riesgo no menor de tener que manejar a los entes de control, quedar empapelado por un buen tiempo, atendiendo citaciones de la procuraduría, contraloría y demás “ias” , defendiéndose y defendiendo la gestión de su grupo de trabajo y muchas veces con riesgo personal y patrimonial. Yo sé que estamos viviendo, más que nunca, una etapa difícil de desfalcos a la nación liderada por gente sin escrúpulos que llega a trabajar al Estado para enriquecerse. Creo sin embargo que son los menos. El aparato estatal cuenta con muchose funcionarios idóneos, rectos, y honestos que igual pagan después el karma de tener que invertir tiempo y dinero en probar que actuaron de buena fe y conforme a la ley.


- Una tercera razón de peso es económica. El Estado paga muy mal. Los niveles de compensación, comparativamente con el sector privado, son muy poco atractivos e implican para el ejecutivo un costo de oportunidad muy grande. Aquellos que se le miden a trabajar con el Gobierno de turno, lo hacen bien por que escogieron la vocación de servicio público, bien porque los seduce el apasionante y complejo mundo de la gestión estatal que les aporta un maravilloso aprendizaje, o bien porque estar cercano al poder, así sea transitoriamente, les pudiera apalancar su futura carrera profesional; el costo económico sin embargo, es generalmente muy alto.


- Finalmente existe una razón de estabilidad. Dejar el sector privado, con carreras estructuradas y una visión de largo plazo, para pasar a ser parte de un Gobierno de turno significa muy frecuentemente tener que estar buscando nuevamente empleo, en el mejor de los casos, en 4 años. Muchas veces la experiencia es bien corta. Ya sabemos que pasar a ser de “libre nombramiento y remoción” conlleva el riesgo de quedarse sin empleo a veces en pocos meses.

Hacer gestión en el Estado es bien complejo. Hacerlo sin el talento adecuado es mucho más retador. Sabemos que por falta de condiciones, la burocracia Estatal no siempre cuenta con la gente más idónea para sacar avante proyectos que impacten el desarrollo social en el largo plazo.

Existen experiencias exitosas que si bien no funcionan a la perfección, si nos llevan años en como atraer mejor talento hacia el Estado. El Presidente Lagos en Chile, promovió hace años la Oficina Nacional de Servicio Civil, modelo en parte copiado de Nueva Zelanda, que les ha permitido, bajo un esquema independiente, optimizar la convocatoria pública, y aplicar un modelo de reclutamiento y selección por meritocracia del mejor talento. Veo aquí una opción muy interesante. Sin duda ha ayudado a que en el ranking de transparencia internacional, Nueva Zelanda este de primera y Chile de 21. Nosotros estamos en la poca honrosa posición No 78.