Las mediciones del crecimiento global siempre esconden diferencias entre países y desigualdades al interior de ellos, pero siguen siendo una buena medida de la demanda que las multinacionales encuentran para sus productos en el mundo. | Foto: Ap

Inversionistas

Mercados de acciones, en calma y hacia adelante

Guerra, crisis financieras y deflación persiguen de nuevo a las bolsas en este nuevo año, pero de algún modo los mercados accionarios siguen en calma y hacia adelante.

18 de febrero de 2015

Hay algo misterioso en cómo las bolsas en Wall Street, Fráncfort y Londres se encaminan a sus niveles más altos en varios años en un contexto de conflicto en Ucrania, de un riesgo real de que Grecia salga de la zona euro y con tensión por la deflación de los precios al consumo en muchas partes del mundo.

Todo se conjuga para un potencial golpe a las empresas, la confianza bancaria, el gasto de hogares ya endeudados y los resultados de compañías y gobiernos. Sin embargo, el hecho de que las históricamente costosas acciones líderes sigan escalando "un muro de preocupaciones", muestra que los inversores son complacientes o que hay una percepción menos obvia sobre el estado en que se encuentra el mundo.

Es cierto que no faltan los agoreros que anticipan que todo esto va a terminar en un mar de lágrimas y muchos temen que estemos en la recta final de una de las corrientes alcistas más largas en la historia de los mercados bursátiles.

Algunos se quejan que la inflación del valor de los activos es un efecto secundario y pernicioso de la permanente impresión de dinero por parte de los bancos centrales, lo que agrava la brecha entre los súper ricos y el resto de la población. Todo eso puede ser verdad, pero hay simples explicaciones para una subida constante de los mercados accionarios que ha sido tan larga y que muestra tan pocas señales de agotarse.

Cuatro son los asuntos principales: Un crecimiento mundial persistente aunque no muy brillante, una política monetaria extremadamente expansiva con nuevas fuentes de efectivo, el atractivo relativo de los dividendos en un mundo con bonos con rendimientos cercanos a cero o incluso negativos y el estímulo del desplome de los precios de la energía en los últimos meses.

Las mediciones del crecimiento global siempre esconden diferencias entre países y desigualdades al interior de ellos, pero siguen siendo una buena medida de la demanda que las multinacionales encuentran para sus productos en el mundo.

Con mucha fanfarria, el Fondo Monetario Internacional recortó el mes pasado su previsión para el crecimiento mundial en el 2015. Pero, en un 3,5 por ciento representa todavía una aceleración frente al año pasado y está apenas dos décimas de punto porcentual bajo la expansión promedio de los últimos diez años.

El crecimiento es lento, no hay duda, pero en ningún caso es un colapso.

La expansión promedio anualizada de Estados Unidos, Japón, Alemania y Reino Unido fue de un 2,4 por ciento, mientras que China e India crecieron más de un 7 por ciento en todo el 2014. Juntos, esos seis países representan más del 50 por ciento de la producción de todo el mundo, por eso no extraña que las ganancias corporativas se hayan contagiado de ese escenario macroeconómico.

De las compañías del índice S&P 500, la mayoría de las cuales ya ha reportado resultados del cuarto trimestre, el 70 por ciento ha superado las previsiones con un crecimiento agregado de las ganancias cercano al 6,6 por ciento. Cerca del 60 por ciento de la mitad de las empresas europeas que han reportado resultados también han superado los pronósticos, y los beneficios en la región crecen a una tasa superior al 11 por ciento, casi el doble que sus pares estadounidenses.

Rendimientos de los bonos
Y, en un mundo donde las tasas de interés y los rendimientos de los bonos casi han desaparecido, y en algunos casos están en negativo, el crecimiento constante de las ganancias sigue atrayendo a los inversores a las acciones, aunque sólo sea por los dividendos. Esa es otra importante razón de por qué las acciones en Europa se han convertido en el destino de inversión favorito, pese a que es el epicentro de preocupaciones políticas y económicas.

La exposición a las acciones en euros se disparó en febrero a su nivel más alto desde mayo de 2007 y el segundo mayor del que se tenga registro, según un reporte mensual de inversiones de Bank of America Merrill Lynch. "Es como si no quedara ningún pesimista", dijo a sus clientes Manish Kabra, el estratega bursátil europeo del banco.

Junto al crecimiento de dos dígitos de las ganancias, el alza de las ventas de autos, la energía más barata y un euro más competitivo, la compra de bonos soberanos del Banco Central Europeo el mes próximo ya ha hundido a los rendimientos de más de un cuarto de los bonos gubernamentales europeos bajo cero.

En cambio, el rendimiento anual por dividendo del índice de acciones líderes europeas Stoxx 50, de un 3,5 por ciento, es mayor a cualquier retorno de un bono gubernamental de la zona euro a 30 años, con la excepción de Grecia.

Christopher Mahon de Baring Asset Management dice que este contraste y las tasas de interés negativas son ingredientes que permiten impulsar a los mercados de acciones aún con un crecimiento flojo pero constante. "Las acciones europeas no necesitan de un auge económico para andar bien", dijo Mahon.