"Estamos hablando de lo que puede convertirse en el mayor acuerdo comercial bilateral de la historia", declaró el primer ministro británico, David Cameron. | Foto: AP

Internacional

UE y EE.UU. arrancan a negociar un TLC

Estados Unidos y la Unión Europea dieron el disparo de salida de las negociaciones de un acuerdo para crear la mayor zona de libre comercio del mundo, pero el debate se anuncia animado en varios sectores.

17 de junio de 2013

"Estamos hablando de lo que puede convertirse en el mayor acuerdo comercial bilateral de la historia", declaró el primer ministro británico, David Cameron, ante los periodistas.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció que el primer ciclo de negociación sobre el fondo tendrá lugar en julio en Washington. Pero el lanzamiento oficial fue en Lough Erne, en Irlanda del Norte, donde se reúnen el lunes y el martes los dirigentes de las ocho mayores potencias industrializadas. Para Cameron, que ha hecho del liberalismo comercial una de las prioridades de su presidencia del G8, es en sí "un éxito", según su portavoz.

La ceremonia estuvo a punto de no producirse porque los europeos no lograron ponerse de acuerdo sobre su mandato de negociación hasta el viernes, después de haber aceptado excluir in extremis el sector audiovisual en aras de la excepción cultural defendida con uñas y dientes por Francia.

La UE debía presentar un frente unido en Irlanda del Norte, pero esa unión aparente empezaba a fisurarse.

Visiblemente irritado por haber tenido que ceder a las amenazas francesas de veto, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, reactivó el lunes la polémica denunciando una actitud "totalmente reaccionaria". Aunque Bruselas precisó que el calificativo no estaba dirigido directamente contra Francia, las reacciones no tardaron. "Lo que le pido al presidente Barroso es que ahora aplique el mandato que se decidió", le contestó el presidente francés François Hollande.

La Comisión, que se encargará de negociar con Washington, no renunció sin embargo a reintroducir el sector audiovisual en la negociación, pero deberá obtener para ello el improbable acuerdo de todos los Estados miembros.

Este pulso ocultó los otros retos, a menudo enormes de lo que debería ser, si se llega finalmente a un acuerdo, la mayor zona de libre comercio del mundo. "Nuestra asociación va a cambiar la situación para la economía mundial", afirmó Barroso.

Cuando la zona euro vuelve a estar en recesión y Estados Unidos considera el crecimiento insuficiente para reducir el desempleo de forma duradera, la creación de un inmenso mercado común transatlántico permitirá dar un impulso a las economías de los dos lados.

Los intercambios entre las dos orillas del Atlántico son ya enormes: en 2012, Europa exportó por valor de 291.000 millones de euros de bienes hacia Estados Unidos e importó por más de 205.000 millones. Si llega a ver la luz, el acuerdo aportaría unos 119.000 millones de euros adicionales al Viejo Continente y 95.000 millones a Estados Unidos, según un estudio realizado por el Centre for Economic Policy Research de Londres.

Las exportaciones europeas hacia Estados Unidos podrían aumentar un 28%, y la industria automovilística sería la primera beneficiaria. Traducción concreta, según David Cameron: "dos millones de empleos adicionales" y "más elección y precios más bajos en nuestras tiendas". "Estas negociaciones no siempre serán fáciles, pero estoy seguro de que valdrán la pena", estimó por su parte Obama.

Varios puntos conflictivos deberían complicar las negociaciones, que girarán más en torno a una armonización de las reglamentaciones que a unos aranceles ya bajos.

Estados Unidos podría exigir proteger el transporte marítimo, así como los servicios financieros. Del lado europeo, la liberalización de los intercambios debería suscitar debate en sectores como la agricultura, las normas sanitarias sobre el tema de carne vacuna con hormonas y los organismos genéticamente modificados (OGM), corrientes en Estados Unidos y estrictamente reglamentados en Europa.

Muchos temas que podrían frenar unas negociaciones que las partes quieren rápidas. Londres habla de una duración de entre "12 y 18 meses", mientras que el presidente de la Comisión habló de "dos años". Pero no "no puedo predecir cuánto durarán", advirtió Barroso.


Afp