Jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva.

Internacional

Se están volviendo a enredar

La posibilidad de que Portugal necesite un segundo rescate ganó fuerza al ser asumida por políticos e instituciones lusas, mientras todas las miradas se dirigen al jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva, pendiente aún de cerrar la crisis de Gobierno.

8 de julio de 2013

Cavaco se reunió hoy con varios partidos y decidió prolongar al menos hasta el miércoles sus contactos con sindicatos y patronales, con el objetivo de analizar su reacción ante el reciente pacto entre los conservadores lusos para mantener el actual Gobierno de coalición. El acuerdo para prolongar la alianza conservadora en el poder alcanzado este fin de semana entre el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, y su socio de Gobierno, Paulo Portas, debe ahora ser aceptado por Cavaco, quien de momento no se ha pronunciado al respecto.

Aunque en Portugal se da por hecho que Cavaco acabará por dar su beneplácito, la oposición de izquierdas en bloque reclamó una vez más la convocatoria de elecciones anticipadas y mostró su rechazo a un Ejecutivo hecho de "remiendos". En este grupo se encuentra el Partido Socialista (PS), cuyo líder, António José Seguro, admitió que "parece inevitable" que el país recurra a la ayuda financiera internacional por el recrudecimiento de la presión que ejercen los mercados sobre la deuda soberana lusa y las oscuras previsiones económicas.

Seguro culpó directamente a la incertidumbre generada por la crisis de Gobierno del aumento de los intereses, que hoy mismo se mantenían por encima de la barrera psicológica del 7 % en el caso de las obligaciones a diez años.

El gobernador del Banco de Portugal, Carlos Costa, también reconoció hoy que Portugal necesitará de un "programa de acompañamiento" una vez deje de recibir la ayuda de su rescate, que finaliza en junio de 2014. Costa, quien mantuvo también un encuentro con el jefe de Estado, recordó el compromiso del país de presentar en 2020 un déficit estructural del 0,5 % del PIB, por lo que insistió en la importancia de lograr un consenso político que garantice que los niveles de deuda serán sostenibles también en los próximos años.

El propio primer ministro comentó el pasado jueves que el Ejecutivo luso está decidido a conseguir el regreso a los mercados "aun de forma apoyada", en lo que ha sido su más claro reconocimiento de que Portugal puede no lograr por sí solo financiación a intereses razonables a finales de este año.

Mientras tanto, desde Bruselas se negó que haya negociaciones en curso sobre un segundo rescate al país, y el portavoz de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea (CE), Simon O'Connor, se limitó a señalar que "no es ahora" el momento de dialogar sobre esta hipótesis. La posibilidad de volver a pedir ayuda surge a sólo una semana de que dé comienzo la octava visita al país de los técnicos de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que evaluarán el cumplimiento del programa de ajustes acordado como contrapartida por el rescate.

La troika (Banco Central Europeo, CE y FMI) reclama al Gobierno portugués que apruebe próximamente una reforma del Estado que permita un ahorro del gasto público equivalente a 4.700 millones de euros, para lo que previsiblemente se reducirá el número de funcionarios y se modificará el sistema de pensiones.

El agravamiento de los ajustes, sin embargo, es uno de los motivos de tensión entre los dos partidos conservadores en el Gobierno, socialdemócratas (PSD) y democristianos (CDS-PP). De hecho, el líder del CDS-PP, Paulo Portas, justificó su petición de dimisión como titular de Exteriores en su rechazo a la continuidad de las políticas de austeridad que ve en la nueva ministra de Finanzas lusa, María Teresa Albuquerque. Portas dio finalmente marcha atrás después de intensas negociaciones con Passos Coelho, que le concedió más poder en el nuevo gabinete para conservar su apoyo.


EFE/D.com