Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva

Internacional

Rousseff lista para recibir presidencia de manos de Lula

Dilma Rousseff, una economista que militó en un movimiento guerrillero en su juventud, recibe el sábado la presidencia de manos de Luiz Inácio Lula da Silva, el gobernante más popular de la historia reciente de Brasil.

1 de enero de 2011

Rousseff, de 63 años, tiene previsto firmar el juramento que la convierte en la presidenta número 36 desde la proclamación de la república en 1889 a las 14.30 hora local (1630 GMT) en una ceremonia en el Congreso, donde pronunciará el discurso que trazará las grandes líneas de lo que serán sus cuatro años en el poder.


Dos horas más tarde, debe acudir al aledaño Palacio del Planalto, sede de la primera magistratura, para recibir la banda presidencial del gobernante saliente e investir a los 34 ministros de su gabinete.


La nueva presidenta llega al poder con el cometido de afianzar la estabilidad económica que mantuvo el gobierno de Lula, amenazada por presiones inflacionarias y un gasto público que creció los últimos años para estimular la economía frente a la crisis global.


Al mismo tiempo, deberá profundizar las políticas sociales que ayudaron a dar a Lula el 87% de aprobación que goza según varias encuestas.


La economía brasileña proyecta un crecimiento de 7,5% en 2010, el desempleo alanzó el nivel más bajo del que se tiene registro con 5,7% y 28 millones de personas salieron de la pobreza en los ocho años de gobierno de Lula.


Pese a los avances de la última década, 22,3% de la población vive con menos de tres dólares por día y 12,7% sobrevive con menos de dos dólares diarios, mientras que la mortalidad de niños de niños menores de cinco años continúa elevado para parámetros internacionales, pese a que cayó a 22,8 por cada mil nacidos vivos en 2008 desde 53,7 en 1990.


Analistas coinciden en que la experiencia de Rousseff como ministra de Lula, primero como titular de Minas y Energía y posteriormente como secretaria general del gobierno, le dieron un conocimiento a fondo de la máquina pública y señala un camino de continuidad de la administración saliente.


"La presidenta Dilma debe continuar las grandes directrices políticas de la administración Lula", opinó Michael Shifter, presidente de la organización Diálogo Interamericano, de Washington. "Es poco probable que haya grandes cambios en política económica, social o externa, aunque Dilma ciertamente tendrá un estilo que refleje su experiencia en economía y energía".


Al mismo tiempo, advirtió que los éxitos atribuidos al gobierno de Lula hacen que Rousseff llegue al poder con la expectativa de mantener el escenario favorable que vivió el gobierno saliente.


"Eso es un desafío difícil, Brasil vivió avances dramáticos en todos los campos durante los últimos años, lo que será difícil de mantener. El ambiente externo podrá ser menos favorable y los problemas internos se pueden agravar", advirtió Shifter.


A su juicio, "Dilma requerirá de toda su habilidad política para atacar los problemas efectivamente y mantener la economía en una trayectoria saludable".


Dilma Rousseff asume el sábado como la primera mujer presidenta de Brasil y sucesora de uno de los mandatarios más populares de todos los tiempos en el país: Luiz Inacio Lula da Silva.
Rousseff, una ex guerrillera marxista, da inicio a su gobierno de cuatro años mientras Da Silva pone fin al suyo, de ocho años, en el país con el mayor territorio, la mayor economía y la mayor población de América Latina.


La mandataria electa hereda de Da Silva una nación en ascenso económico, político, social e internacional, pero afronta diversos desafíos internos en los aspectos de seguridad, infraestructura y educación.


El reto mayor para la nueva gobernante parece ser el carisma del propio Lula da Silva, quien concluye su gobierno con una altísima aprobación popular de 87%, según diversas encuestas.


"Dilma tendrá que satisfacer las altas expectativas de que el país se encuentra en una trayectoria ascendente y que la vida mejorará para el común de los brasileños", dijo Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis político. "No será un desafío fácil".
Shifter dijo que podría ser difícil para Roussef mantener la marcha de los logros alcanzados durante el gobierno de Da Silva.


Durante el gobierno de Da Silva, el país sudamericano logró una disminución considerable de la pobreza, un gran crecimiento económico y una mayor influencia en el ámbito internacional.
Brasil, de 191 millones de habitantes, organizará la Copa Mundial de fútbol en el 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016, para cuando se prevé que el país sea la quinta mayor economía del orbe.


Rousseff, de 63 años, llegó a la presidencia impulsada en la popularidad de su mentor político, Da Silva, aunque hace menos de un año era una tecnócrata de carrera poco conocida que jamás había desempeñado un cargo de elección popular.


"Dilma representa una gran novedad en Brasil", dijo Alexandere Barros, analista político del grupo Advertencia Oportuna, que analiza los riesgos políticos y tiene sede en Brasilia.


"Antes, cada gobierno nuevo llegaba con su carga de gran incertidumbre. Era común el grito de que Brasil iba a la ruina. Pero ahora no, con Roussef, porque representa lo que ya conocemos".
En un malabar de personalidades, Dilma Rousseff fue guerrillera marxista y Da Silva, un obrero tornero. Roussef sufrió las torturas de la dictadura militar que gobernó bastante tiempo Brasil. Rousseff y Da Silva pertenecen al Partido de los Trabajadores.


El 31 de octubre, Roussef ganó la presidencia en segunda vuelta electoral en la que se impuso con claridad a su contrincante socialdemócrata José Serra.