China tiene en la actualidad un músculo financiero lo suficientemente grande como para convertirse en una alternativa para financiación de infraestructura en los países en desarrollo | Foto: © Rolf Bruderer/Blend Images/Corbis

INFRAESTRUCTURA

Desafiando al antiguo orden económico mundial

Un nuevo banco pretende financiar proyectos de infraestructura a nivel mundial, situación que no le llama mucho la atención a los Estados Unidos. Sin embargo, cerca de 35 países relevantes en la economía mundial quieren ser miembros fundadores.

30 de marzo de 2015

La expansión de la economía China viene dando pasos de gigante, perfilándose como una potencia que incluso se encuentra cerca de ser igual o más grande que la economía de los Estados Unidos. Muestra de ello es su inmersión en el comercio mundial y el interés que tiene por participar con liderazgo e influencia propios en el desarrollo mundial.

Desde su concepción en 1944 el Banco Mundial (BM) es uno de los organismos más destacados en el orden internacional que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, cuya principal tarea es ser fuente de asistencia financiera y técnica para los llamados países en desarrollo. La entidad ha desplegado una serie de estrategias con países de todo el mundo para apalancar muy importantes proyectos de infraestructura, entre otros.

Ahora China ha decidió sumarse a ese tipo de procesos, pero con tal atractivo que supone su dedicada participación. Inicialmente propuso construir junto con otras cinco naciones el Banco de Inversión Infraestructura de Asia (AIIB) y se le han sumado 35 países de todo el mundo. China tiene en la actualidad un músculo financiero lo suficientemente grande como para convertirse en una alternativa para los países en desarrollo y todos aquellos que, llegado el momento, necesiten de financiación. (Lea también: La inversión privada en infraestructura prefiere a América Latina).

La nueva institución fue concebida con la ayuda de Reino Unido, Francia y Alemania, situación que en un principio no le causó mucha gracia a los Estados Unidos, pues terminó proponiendo a los ejecutivos de la institución en mención, una asociación con otros organismos de desarrollo en los que ya existe una iniciativa similar, tales como el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo.

La iniciativa supone un importante paso al nuevo orden económico mundial multipolar y un revés para Estados Unidos. El emisor del dólar deseaba un mayor rol de China y un mayor compromiso de dicho país con la economía mundial, pero dentro de las instituciones ya existentes y bajo el gobierno ya establecido en ellas.

El imán que supone ahora el capital de China para establecer el nuevo banco y obtener el apoyo de tantos países tampoco es del mayor agrado de Japón, por lo que definitivamente marca un nuevo punto histórico en la creciente influencia mundial de China y desafía el unilateralismo convencional.

China es miembro tanto del Banco Mundial como del Banco Asiático de Desarrollo, pero allí no tiene una influencia similar al peso y tamaño de su economía, en el comercio, el mercado de capitales y la economía mundial. Ahora, con el AIIb, China tendrá una relevante influencia, disminuyendo el control estadounidense en el orden económico y el sistema financiero internacional.

Este 31 de marzo se cumple la fecha límite establecida por China para que los países interesados manifiesten su participación como miembro fundador.