El secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, dijo que los países deberían implementar medidas para reducir sus saldos de cuenta corriente por debajo de una porción específica del PIB.

Plan de Estados Unidos encuentra dura oposición en G-2O

Estados Unidos buscaba el viernes apoyo a su propuesta de fijar metas numéricas para los desequilibrios externos en las cuentas corrientes, como una manera de presionar a los países con superávits, como China, a apreciar sus monedas.

22 de octubre de 2010

En una carta a sus colegas ministros de Finanzas del Grupo de las 20 economías líderes (G-20), el secretario del Tesoro estadounidense, Timothy Geithner, dijo que los países deberían implementar medidas para reducir sus saldos de cuenta corriente por debajo de una porción específica del PIB. Diplomáticos dijeron que el jefe del Tesoro proponía limitar los superávits y déficits de cuenta corriente -la medida más amplia de comercio de bienes y servicios- a un 4 por ciento del Producto Interno Bruto.


Pero la propuesta de Geithner tuvo una fría recepción en el primer día del encuentro preparativo para la cumbre de líderes del G-20 previsto para el 11 y 12 de noviembre en Seúl. El ministro de Economía alemán, Rainer Bruederle, advirtió de caer en un "pensamiento de economía planificada", mientras que el viceministro de Finanzas ruso, Dmitry Pankin, sostuvo que el borrador de la declaración final que se entregará el sábado se abstendría de mencionar metas numéricas.


"El comunicado es muy políticamente correcto. No hay nada fuerte en él", dijo Pankin. "En el largo plazo, la atención debería estar en que los tipos de cambio reflejen las condiciones del mercado. Debería evitarse una excesiva interferencia estatal en las monedas", agregó.


Las dudas abundan

El ministro japonés de Finanzas, Yoshihiko Noda, también expresó escepticismo sobre la propuesta de Geithner. "Dijimos que tenemos dudas de que deban establecerse metas numéricas rígidas, pero cuando se verifique el avance en la rectificación de los desequilibrios, esa podría ser una idea", comentó Noda. Las críticas reflejaron las dificultades que enfrenta el G-20, mientras el grupo se esfuerza por poner a la economía mundial en orden y relajar las tensiones cambiarias que, según temen los economistas, podrían generar guerras comerciales.


Mientras el G-20 se llevó elogios por la coordinación de paquetes de estímulo durante la crisis financiera global, su sentido de unidad se ha ido evaporando gradualmente en medio de las tensiones que se han originado a partir de intentos sin precedentes por resucitar a la economía global.


Arabia Saudita, Alemania y Rusia son los miembros del G-20 con mayores superávits de cuenta corriente, pero China es el principal objetivo de Washington -y el claro destinatario de la carta de Geithner- debido a su gran intervención sobre el mercado cambiario que ha mantenido bajo control al yuan.


En consecuencia, Pekín ha recaudado 2,65 billones de dólares en reservas oficiales en moneda extranjera y ha llevado a la Cámara de Representantes estadounidense a impulsar un proyecto de ley que amenaza con represalias si China no deja que su moneda suba para reducir su enorme superávit comercial con Estados Unidos. Los países del G-20, dice la carta de Geithner, "debieran comprometerse a no aplicar políticas de tipo de cambio diseñadas para alcanzar ventajas competitivas al debilitar sus monedas o evitar la apreciación de una divisa subvaluada".


En busca de consenso
Nadie rechazó de plano la apuesta estadounidense. "En momentos en que la gente está hablando sobre guerras de divisas, el mérito de la propuesta de Geithner es que devuelve la discusión al marco macroeconómico", comentó un funcionario francés.
El ministro de Finanzas de Canadá, Jim Flaherty, dijo que fijar metas numéricas era un paso en la dirección correcta. "Existe un deseo de alcanzar un consenso, de ser colaboradores, de moverse en la dirección de un plan de acción que podamos presentar a nuestros líderes de manera que puedan adoptarlo cuando se reúnan aquí en un par de semanas", afirmó.


Lejos de doblegarse a la presión estadounidense, muchos mercados emergentes culpan a las políticas de Washington de la crisis financiera mundial. También temen que Estados Unidos esté dispuesto a depreciar al dólar al inundar al sistema bancario con efectivo para tratar de darle vida a su alicaída economía.


Las expectativas de que la Reserva Federal imprima más billetes ha golpeado a los mercados emergentes, cuyas monedas y sus activos se han apreciado con fuerza, complicando el manejo fiscal y monetario. Brasil y Tailandia respondieron al introducir controles a los flujos de capital, mientras otros bancos centrales redoblaron sus esfuerzos de intervención cambiaria para frenar sus monedas.


"Debemos demostrar que podemos, en un plazo inmediato, cooperar para evitar lo que muchos hoy califican de guerra de divisas. Debemos encontrar una solución para esto antes de la cumbre de Seúl, quizás al terminar nuestra reunión", afirmó el ministro de Finanzas indio, Pranab Mukherjee. 

 

 

Reuters