Los suelos intactos son un recurso invaluable e irremplazable. Cumplen infinidad de funciones para lograr los principales objetivos ambientales y de desarrollo de la comunidad internacional, y ahora necesitan, urgentemente, protección. | Foto: Corbis

Agricultura

Anualmente se pierden 24.000 millones de toneladas de suelo fértil

La Organización de la Naciones Unidas alerta a los Gobiernos del mundo de la amenaza que pesa sobre la seguridad alimentaria del planeta como consecuencia de malas prácticas agrícolas y relacionadas con la industria extractiva.

19 de mayo de 2015

Las prácticas agrícolas inadecuadas, la erosión y la contaminación tienen bajo amenaza a los suelos del mundo vitales para el desarrollo rural, productivo, social y ambiental de las naciones.

Mientras aumenta la demanda global de alimentos, forraje y biomasa, también crece el valor de la tierra, fenómeno que no ha sido indiferente para los inversionistas. Según el Banco Mundial, entre el 10 y el 30% de la tierra arable en el mundo que sería utilizada por millones de pequeños agricultores, pastores e indígenas, se vio afectada por la inversión en gran escala.

Al respecto, el director general de la FAO, José Graziano da Silva, indicó que más de 805 millones de personas padecen hambre y malnutrición. Por lo tanto, el crecimiento demográfico requerirá aumentar la producción alimentaria en aproximadamente un 60 %. Dado que gran parte de los alimentos depende de los suelos, es fácil comprender lo importante que resulta mantenerlos sanos y productivos.

Informes de la organización que preside da Silva señalan que a no ser que se adopten nuevos técnicas, la superficie mundial de tierra cultivable y productiva por persona equivaldrá en 2050 a solo una cuarta parte del nivel de 1960, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del mundo.

Frente a este fenómeno, la presidenta de la fundación alemana Heinrich Böll, Barbara Unmüssig, señaló que a nivel mundial se pierden anualmente 24.000 millones de toneladas de suelo fértil, en parte debido al crecimiento de las ciudades e infraestructura.

Según Unmüssig, el acceso a la tierra es uno de los determinantes esenciales del hambre, ya que está distribuida de manera aún más inequitativa que los ingresos, pues el 20% de los hogares con hambre no tienen tierra y el 50% de los hogares que tienen dificultades para conseguir alimentos son pequeños agricultores.

Por tal motivo, atendiendo la urgencia de intervenir el fenómeno a nivel mundial, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), declaró 2015 como el año Internacional de los Suelos con el objetivo de fortalecer el desarrollo sostenible y la agenda post-2015, promoviendo inversiones en actividades de manejo sostenible.

Vale la pena señalar que sólo en Alemania los proyectos de construcción cobran un promedio superior a 75 hectáreas por día. Sin embargo, las prácticas agrícolas inapropiadas también tienen la culpa pues el uso copioso de fertilizantes sintéticos diezma a los organismos que habitan el suelo y cambia su estructura.

En consecuencia, la lucha para garantizar los derechos de individuos y comunidades sobre la tierra se ha convertido, en una cuestión de supervivencia en gran parte del mundo, pues los suelos saludables son cruciales para la alimentación humana y la lucha contra el hambre. Dependemos de ellos no sólo para la producción de alimentos, sino también para crear más agua potable.

“En Europa, como hace rato nuestra tierra agrícola doméstica ya nos quedó pequeña, ahora la "importamos" en gran escala del sur global. Sólo producir el forraje necesario para cubrir el consumo de carne de la Unión Europea requiere un área de tierra agrícola en Brasil del tamaño del Reino Unido”, destacó Unmüssig en una columna de opinión en The World Opinion Page.