Hasta ahora, muchos brasileños no parecen complacidos por las propuestas de Rousseff, que desplazó parte de la carga para el progreso hacia el ampliamente detestado Congreso de Brasil, al pedir un plebiscito sobre la reforma política que los legisladores tendrán que aprobar. | Foto: Ap

Internacional

Nada que se componen las cosas en Brasil

Manifestantes volvieron a las calles para exigir mejores servicios de educación, transporte y salud un día después de que la presidenta Dilma Rousseff propusiera acciones para reformar el sistema político y los servicios.

25 de junio de 2013

El miércoles se espera que unas 100.000 personas se manifiesten en la ciudad de Belo Horizonte antes de que Brasil juegue con Uruguay en las semifinales de la Copa Confederaciones. Funcionarios de la ciudad decretaron un día festivo en Belo Horizonte, y las autoridades dicen que esperan confrontaciones con los manifestantes.

La Policía dijo que al menos 500 personas bloquearon las calles durante varias horas el martes en una protesta pacífica en los distritos de Capao Redondo y Campo Limpo, en las afueras de Sao Paulo. Al mismo tiempo, la Policía de Río de Janeiro buscaba a un saqueador que mató a un policía después de una protesta el lunes. La Policía dijo que ocho personas, entre ellas el agente, murieron en el barrio Nova Holanda en un enfrentamiento con manifestantes que saquearon tiendas y asaltaron a personas. "Creemos que las personas que están más interesadas en las demandas que se han planteado en las manifestaciones callejeras de los últimos días son los que viven en este tipo de barrios", dijo Guilherme Boulos, uno de los líderes de las protestas del martes.

En la ciudad de Porto Alegre, al sur de Brasil, Ronaldo Sielichow, presidente de la Asociación de Propietarios de Tiendas, pidió reforzar la seguridad debido a que en las manifestaciones de los últimos días ha habido saqueos.

Hasta ahora, muchos brasileños no parecen complacidos por las propuestas de Rousseff, que desplazó parte de la carga para el progreso hacia el ampliamente detestado Congreso de Brasil, al pedir un plebiscito sobre la reforma política que los legisladores tendrán que aprobar. El Congreso dividido probablemente tendrá problemas para emprender cualquier acción rápida en un plebiscito así.

Los manifestantes han protestado en varias ciudades del país para ventilar una amplia gama de quejas, incluyendo la mala calidad de los servicios públicos y el alto costo de ser sede de la Copa del Mundo de fútbol el próximo año y los Juegos Olímpicos en 2016.

Rousseff dijo a los gobernadores y alcaldes que se reunieron con ella el lunes que su gobierno destinaría 23.000 millones de dólares a nuevos gastos en transporte público urbano, pero no dio detalles sobre cuáles serían los proyectos nuevos. Cuatro líderes del grupo activista de libre tránsito que puso en marcha las manifestaciones hace más de una semana dijeron que cuando se reunió con ellos el lunes, tampoco planteó algún plan concreto.

La presidenta dijo que su gobierno se centraría en cinco prioridades: la responsabilidad fiscal y el control de la inflación, la reforma política, la atención médica, el transporte público y la educación.

Mayara Longo Vivian, una de las lideresas del Movimiento Pase Libre, dijo que su "lucha continuará" a pesar de las promesas de Rousseff. Desde 2006 el movimiento ha estado trabajando para eliminar las tarifas del transporte público.

Vivian se refirió a los miles de millones de dólares que Brasil está gastando en la Copa del Mundo y dijo: "Si tienen dinero para construir estadios, tienen dinero para tarifa cero" en el transporte público.

En su columna semanal publicada el martes en la página de internet de la Presidencia, Rousseff dijo que "el dinero gastado en construir o renovar los estadios para la Copa del Mundo no es parte del presupuesto federal y no afecta a los fondos destinados a la salud y la educación".

Rousseff agregó que el dinero para la Copa del Mundo "fue financiado y será pagado por las empresas y los gobiernos estatales que utilizan estos estadios".

En una manifestación el lunes en Río de Janeiro, Irene Loewenstein, socióloga de 68 años, dijo que no le impresionaron los planes de Rousseff. "Es un primer paso necesario, pero no es ni significativo ni sorprendente", dijo. "Ni Dilma ni ningún otro político aquí es capaz de entender, mucho menos de poner en práctica, el tipo de cambio sistemático que la gente está pidiendo". Muchas de las medidas propuestas por Rousseff, incluso el uso de todas las regalías del petróleo para financiar la educación y traer a médicos extranjeros para trabajar en zonas marginadas, ya habían encarado una fuerte resistencia en el Congreso en intentos anteriores.


Ap/D.com