Carlos Slim, empresario mexicano. | Foto: Nubia de la Roche

Internacional

México: choque de gigantes de la telefonía y la televisión

Los mexicanos pagan las segundas tarifas de telefonía más altas de los 30 países que conforman la Ocde. Aproximadamente el 75% de los mexicanos tienen como única fuente de información las dos cadenas privadas de televisión ¿En qué va la pelea para quedarse con las telecomunicaciones en ese país?

Nubia de la Roche
30 de mayo de 2011

En 1991, el Grupo Carso propiedad de Carlos Slim adquirió la empresa pública Teléfonos de México, bajo condiciones de control de las redes que en la práctica le han permitido funcionar como un monopolio. En 1993, el Grupo Salinas adquirió la cadena de televisión estatal Imevisión y, desde entonces, domina como duopolio con Televisa el mercado de la televisión abierta. Actualmente el ajedrez de la telecomunicación en México está conformado así: Televisa ofrece televisión abierta, pagada, telefonía fija e Internet, pero no telefonía móvil; Azteca carece de televisión pagada; y Telmex/Telcel está fuera del mercado de la televisión por una restricción en el título de concesión. Los tres son los grupos privados más poderosos del país.

Las condiciones de dominio de ambos mercados -telefonía y televisión- han retrasado un derrame de los beneficios del desarrollo tecnológico y la competencia hacia los consumidores y han generado una altísima concentración de poder no solamente en el terreno económico sino también en lo social y político, como es normal en el mundo contemporáneo, por la importancia estratégica de las comunicaciones. En telefonía fija y móvil, según estudios del Ocde, los mexicanos pagan las segundas tarifas más altas de los 30 países que conforman este grupo. Y aproximadamente el 75% de los mexicanos tienen como única fuente de información las dos cadenas privadas de televisión.

La competencia se ha dado hasta hace poco “respetando” los espacios de cada uno de estos grupos pero inevitablemente avanzando en los últimos años para converger en la lucha abierta por el cuádruple play: integración vertical para ofrecer en paquete al consumidor telefonía fija y móvil, banda ancha y televisión. La semana que acaba de pasar ha culminado con el destape de las cartas con las cuales se jugará en los próximos meses el enfrentamiento por el mercado, quedando plenamente al descubierto también el rol decisivo que deberán adoptar el gobierno y los organismos reguladores.

El 6 de abril, inesperadamente, Televisa y Azteca, competidoras irreductibles entre sí, sellaron sigilosamente el negocio que pocos analistas podrían haber previsto, y que dio a Televisa el acceso a la telefonía móvil. Este matrimonio por conveniencia para salvar a Iusacell -propiedad de Azteca- de su grave situación de endeudamiento, costó US$1.600 millones y da a Televisa la entrada con el pie derecho a competir en el terreno del cuádruple play, tomando ventaja a Telmex/Telcel que aún no cuenta con canal de televisión, porque hasta ahora el Estado ha dilatado la autorización para que esa compañía pueda ofrecer dicho servicio.

Una empresa más entra ahora a esta lucha entre los gigantes. En el 2008, el grupo privado de medios mexicano MVS, en alianza con Echostar, se introdujo en el difícil mercado de la televisión cerrada con la opción Dish Network, con tarifas 60% más bajas y menús de canales suficientemente atractivo para que en menos de tres años lograra 2,2 millones de suscriptores, esperando para final del 2012 alcanzar 6 millones. Esta estrategia rompió con el monopolio de Sky donde Televisa es el socio mayoritario y cuyo número de suscriptores a finales de 2010, debido a las altas tarifas, fue apenas de 3 millones, después de 12 años de operación. Dish opera en sociedad comercial de facturación con Telmex, que presta el mismo servicio aproximadamente a 900 empresas, situación que lleva a no pocos a sospechar que en realidad se trata de una empresa más de Carlos Slim aunque esto es rotundamente negado por ambas partes.

Desde 1994, MVS había empezado a adquirir capacidad de MHz en la banda de 2,5 GHz. Visionando que podría ser útil para otros servicios, llegó hasta 190 MHz y desde hace 4 años está solicitando al gobierno la renovación de los títulos de concesión que deberían haberse definido en 180 días. Ahora se encuentra con una mina de oro en sus manos porque esta banda internacionalmente se ha posicionado como la ideal para la aplicación de la tecnología LTE de cuarta generación y ya la usan 155 operadores en 64 países.

Las cartas de la competencia en el sector de las telecomunicaciones en México están ahora sobre la mesa. Corresponde al gobierno y a los órganos de control asumir las decisiones pendientes para promover la competitividad, el desarrollo tecnológico y la democratización del sector. Por lo pronto, en las últimas semanas, Eduardo Pérez Motta, presidente de la Comisión Federal de Competencias, se ha lanzado con el apoyo total del presidente Calderón, a una cruzada para regular los poderes privados de estos gigantes que habrían abusado de sus posiciones en el mercado y, de paso, fortalecer la legitimación que tanto ansia el gobierno frente a las presidenciales del 2012.

El mes pasado la Cofeco resolvió las demandas que tenía represadas desde 2006 e impuso a Telcel la más grande multa en la historia del país por reincidencia en cobros de tarifas de interconexión por arriba de lo que fijó la Cofetel. US$1.060 millones pagaría Telcel, si pierde después de un proceso que legalmente puede durar varios años. Y, la última semana de abril, el Senado aprobó una ley para fortalecer el poder regulador de la Cofeco incrementando su capacidad de investigación y sanción. “las medidas cautelares, las multas equivalentes a 10% de las ventas, las sanciones penales y la posibilidad de hacer visitas sorpresivas a una empresa, generarán que muchas prácticas anticompetitivas dejen de darse por el miedo de que los puedan agarrar. Recuperaremos la confianza en el mercado y pondremos al consumidor en el centro de las decisiones”, declaro Pérez Motta, el presidente de la Cofeco.

Cómo se conciliarán y regularán intereses tan poderosos cuando todos convergen también en la lucha por el going public, la conquista del consumidor y del elector? Y cómo afectará las posiciones de estas empresas en el mercado latinoamericano donde están realizando grandes inversiones?