Bolsa de diamantes de Tel Aviv.

Inversiones

Los diamantes, un valor seguro en tiempos de crisis

La bolsa de diamantes de Tel Aviv, la mayor del mundo, se recupera de una crisis económica global que llegó a reducir su actividad en un 40%, mismo porcentaje que el padecido por el sector inmobiliario en Estados Unidos.

30 de octubre de 2010

La recuperación ha sido posible gracias a la reducción de la producción en igual medida en que caía el mercado, lo que permitió que los precios se mantuvieran y los diamantes no perdieran valor frente al descalabro registrado por otros artículos de lujo.

 
"La industria del diamante fue una de las primeras y principales afectadas por la crisis. La gente dejó de comprar diamantes porque, como es fácil de comprender, no son un producto prioritario", explicó a Efe el director de la bolsa de Tel Aviv, Avi Paz.


"Con la crisis la gente se ha dado cuenta, no obstante, de que los diamantes son la mejor inversión entre los artículos de lujo", afirmó Paz, que también preside la Federación de Mundial de Bolsas de Diamantes, que agrupa a 29 bolsas repartidas por el globo.


"Otros artículos de lujo, como la ropa de marcas de moda, se devalúan nada más comprarlos. No así -recordó-, los diamantes".


Las consecuencias de la crisis en el mercado diamantífero se reflejan en los números; la producción de diamantes en bruto alcanzó en 2007 los US$13.000 millones para situarse dos años después, en 2009, en apenas US$8.500 millones.


A pesar de la lentitud de la recuperación económica en E.U -que supone casi la mitad del consumo global de diamantes-, la actividad de los mercados ha remontado y este año la producción en bruto llegará a US$12.000 millones, según las estimaciones.


Además de la consolidación de mercados emergentes como el de China -que ya acapara un cuarto de la producción-, las bolsas de diamantes cuentan con un código de conducta que ha ayudado a impulsar la reactivación por agilizar la resolución de litigios.


"Los negocios se cierran entre nosotros con un apretón de manos. Nuestros litigios no llegan nunca a la Justicia. En caso de incumplimiento, un comité de arbitrio decide quien es el culpable. Y se le expulsa de inmediato del mercado", aseguró Paz.


"Si recurriéramos a los tribunales, paralizaríamos el circuito. Los tribunales tardan a veces años en decidir", subrayó.


Avi Paz pasa de puntillas sobre el asunto de los conocidos como "diamantes ensangrentados", procedentes de países en conflicto, cuya extracción es con frecuencia ilegal y que de manera no menos habitual sirven para financiar a regímenes corruptos.


"Hacemos lo que podemos para impedir ese tráfico" apuntó Paz, que aludió al llamado "Proceso de Kimberley", en el que están representados los gobiernos, la industria y la sociedad civil para imponer un sistema de control sobre la procedencia de las gemas.

El "Proceso de Kimberley" celebrará su próxima reunión plenaria el lunes en Jerusalén, donde revisará las restricciones impuestas a Zimbabue, que figura entre los mayores productores africanos con República Democrática de Congo (RDC), Angola, Botsuana y Namibia.


"No es fácil impedir que alguien se beneficie de esos diamantes pero hacemos lo que podemos", insistió Paz en su despacho en el corazón de la Bolsa de Tel Aviv, un enorme complejo de cuatro edificios conectados y que se extiende por 90.000 metros cuadrados.


Se trata de una ciudad dentro de otra ciudad; 20.000 personas trabajan en unas instalaciones que acogen 1.200 oficinas, seis sucursales bancarias, dos salas de pulido y diseño, un área tecnológica, un club de esparcimiento, una sinagoga y una clínica.


Al complejo solo se accede por invitación y tiene medidas de seguridad excepcionales; el visitante es fotografiado, se le toman huellas dactilares y debe entregar sus documentos de identidad para recibir un permiso de estancia que no supera un par de horas.


En contraste con el resto de Tel Aviv -capital profana de Israel-, en el complejo trabaja un alto número de operarios que practican los preceptos religiosos judíos, algo que Paz atribuye a "la tradición que este tipo de actividad tiene en esa comunidad".
Una tradición que remite a cuando los judíos sufrían persecución.


"Durante el tiempo en que eran perseguidos -explicó Paz-, en muchos países los judíos no podían adquirir, por ejemplo, tierras, y los diamantes tienen la ventaja de que son muy pequeños y uno puede meterlos rápidamente en el bolsillo... y salir corriendo".

EFE