Dicen que la mejor estrategia de mercadeo es tener la imagen de los dos últimos pontífices. | Foto: Efe

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Lo que se vende en la plaza de San Pedro del Vaticano

En la plaza de San Pedro del Vaticano, Benedicto XVI convive con cordialidad con Pinocho y con legionarios romanos con su típico casco crestado.

14 de marzo de 2013

Son días de lluvia y los peregrinos son menos que los que llenaron la plaza en 2005 durante los funerales de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI. Sin embargo, los religiosos, creyentes y turistas curiosos que recorren el adoquinado mojado son clientes potenciales. Y la plaza central del catolicismo se convierte en un mercado.

Los papas, en los puestos de venta de souvenirs, se convierten en estampas, postales, bustos en los que su cabeza asiente o niega impulsada por un muelle...

Los hay para todos los gustos y presupuestos: un imán, 3 euros, dos rosarios y los bustos más sofisticados marcan un precio de 25 euros. Aunque esa cantidad es -literalmente en este caso- letra mojada: "te lo dejo por 15", me dice Angelo, uno de los vendedores. Y al ver que el interés de compra es escaso: "10, no más". Una curiosa negociación papal.

Angelo comenta que el negocio no va bien estos días. "Con el cónclave, la gente está confundida, va y viene a las pantallas gigantes que muestran la fumata... No se paran a comprar". Si algo llama la atención de los puestos callejeros que rodean a San Pedro es la casi omnipresencia de Juan Pablo II, cuyo rostro se repite en las cajas de los rosarios. "Se vende mucho más que Ratzinger. Diría que la proporción es uno a 10. Juan Pablo estuvo 30 años como papa, marcó una época. Benedicto XVI fue un papa de transición", dice este italiano que lleva más de 15 años en el negocio de los souvenirs vaticanos. Y confiesa, que la mejor estrategia de mercadeo es tener la imagen de los dos últimos pontífices. Muestra un rosario con el retrato de ambos -uno en cada cara de la medalla- y dice: "Así no disgusta a nadie".

Gianni, quien tiene un puesto móvil en el que la mercancía se transporta en un maletín de madera dice llevar 38 años vendiendo recuerdos ante la Basílica de San Pedro. Es hombre de pocas palabras, celoso de que el periodista ahuyente a los clientes y cansado de preguntas. "Hay más periodistas que clientes. No va bien el negocio. Será la crisis", cuenta.

Detrás de él, la estructura de un enorme plató de televisión plagado de cámaras, focos, reporteros con micrófonos en mano. Según el Vaticano, hay más de 5.600 trabajadores de los medios acreditados para cubrir el cónclave.

Pero no sólo se venden souvenirs en San Pedro.

En el centro, un camión blanco de la compañía de correos vaticana, la Poste Vaticane, -permanentemente aparcado- atrae una larga cola de clientes que se alarga o se contrae en función de la intensidad de la lluvia. En momentos de aguacero, estos amantes de la filatelia son los que resisten. Su objetivo es comprar la edición especial de sellos de la Sede Vacante. "Es una oportunidad única. En el momento en que se elija a un papa, su retrato estará en los nuevos sellos. Yo estoy aquí porque quiero tener el recuerdo de este momento", le dice a BBC Mundo el romano Antonio Prato.

Orsalina, también romana, dice que hace cola por su padre, que es coleccionista.

El Vaticano: algunos datos
El Estado del Vaticano -con menos de 1 km cuadrado, el más pequeño del mundo- es independiente, también desde el punto de vista económico. Su moneda oficial -gracias a un acuerdo con Italia- es el euro.

En 2011, el último año del que se disponen datos oficiales, la Santa Sede tuvo un déficit de 14.890.034 millones de euros (US$19.321.308,1184). Sin embargo, la gobernación -la institución que administra el Estado vaticano, autónomo de la Santa Sede- tuvo un superávit de 21.843.851 euros (poco más de US$27.000.000).

Su mayor gasto fue en sus poco más de 1.800 empleados.

Una de sus principales fuentes de ingresos son los Museos Vaticanos, que en 2011 ingresaron 91.300.000 euros (alrededor de US$113.212) y tuvieron más de 5 millones de visitantes. Una entrada normal cuesta 16 euros (US$20), la reducida 8 euros y 4 para los colegios. No sólo para comprar se forman colas en San Pedro. La más larga es la que conduce a la Basílica, cuya entrada es gratuita. Como también lo es el uso de los baños públicos adyacentes a la plaza.

La lluvia arrecia y los transeúntes se guarecen bajo la columnata que rodea la plaza. Vista desde el aire, esta edificación diseñada por el arquitecto Gian Lorenzo Bernini en el siglo XVI, simula dos brazos que se abren al mundo.

Desde el suelo, es un paseo cubierto y, por tanto, el mejor y más cercano refugio para la lluvia. Bajo el agua, este el momento clave para los vendedores de paraguas, en su mayoría de origen bangladesí. Los precios: 5 euros por el pequeño, 10 por el grande. Pero, claro, también en esto, todo es negociable.