Si bien el día de lanzamiento no ha sido oficialmente anunciado, la mayoría de las estaciones para las bicicletas azules ya fueron instaladas en Manhattan y Brooklyn. | Foto: DW

Internacional

Las bicicletas invaden Nueva York

En un estacionamiento cerca del East River en Nueva York, Adriana duda un momento con los pies en el piso y luego se lanza con la bicicleta, que comienza a rodar lentamente en zigzag para alegría de esta mujer que cuando era pequeña había fracasado en su intento de aprender.

15 de mayo de 2013

Es viernes a la noche y Adriana Alltari, una ingeniera de 32 años, forma parte de un grupo de 20 adultos, en su mayoría mujeres, que intentan el arte de las dos ruedas con el puente de Brooklyn como decorado.

Adriana, como muchos otros neoyorquinos, quiere estar lista para la llegada a fin de mayo de las "bicicletas urbanas" (citi bikes), esos miles de bicicletas para uso libre que van a transformar las costumbres y el paisaje urbano de la ciudad.

La mujer ha leído todo sobre el programa seis meses atrás, aunque tuvo que esperar porque fue postergado en dos ocasiones.

Luego, encontró los cursos de bicicleta gratuitos que ofrece la asociación "Bike New York". Como para marzo y abril estaban completos, se anotó para mayo y tras dos horas, los debutantes ya manejan como profesionales.

"Da miedo, pero es muy entretenido", dice, admitiendo que necesita entrenarse un poco más.

Cambiar la ciudad
Si bien el día de lanzamiento no ha sido oficialmente anunciado, la mayoría de las estaciones para las bicicletas azules ya fueron instaladas en Manhattan y Brooklyn.

Algunos vecinos protestaron al ver desaparecer su lugar de estacionamiento, pero más de 8.000 personas ya han comprado su abono anual por unos 100 dólares en las últimas semanas.

El programa promete cambiar la ciudad: 6.000 bicicletas repartidas en 300 estaciones en un principio, con el objetivo final de 10.000 bicis y 600 estaciones.

Nueva York se convertirá de este modo en la tercera ciudad del mundo por su número de bicicletas para uso libre, detrás de Hangzhou (China) con 60.000 y París (unas 20.000).


El principio es el mismo que en la mayoría de las otras ciudades en las que se ha adoptado este sistema: la persona compra un billete diario o semanal, o un abono anual, para trayectos limitados a 30 minutos o 45 minutos. Si utiliza la bici más allá de ese tiempo, paga un monto adicional.

Para que el lanzamiento sea un éxito, se han organizado cursos teóricos de bicicleta urbana, la mayoría de ellos completos.

Subyugados

Tras haber probado una bicicleta azul, David Dartley, un artista de 38 años, quedó subyugado y está dispuesto a utilizarla para todos sus desplazamientos profesionales cortos en Manhattan.

"Es mejor que el taxi o el metro. Y podría también ir a tomar unos tragos por la noche a bares sin tener que preocuparme por volver con la bici, ya que la dejaría ahí", explica.

A Algunos todavía les cuesta imaginarse pedaleando en la marea diaria de taxi amarillas, pero David es optimista.

"La gente tiene demasiada imaginación. Puede dar miedo, pero cuando haya todas esas bicicletas, los vehículos van a tener que tranquilizarse un poco y todo el mundo estará más seguro, incluso los peatones", asegura.

Elizabeth Haddad, una escritora de 26 años, está más preocupada pero también quiere intentar: "Voy a usar un casco, vale la pena", dice.

A Elizabeth le robaron hace poco su bicicleta, por lo que está feliz de la llegada del programa.

"Lo utilicé en Francia y estuvo realmente muy bien", explica, agregando que sólo lamenta que las bicis neoyorquinas no tengan un canasto adelante como las francesas.