La cultura japonesa valora la reserva en las emociones individuales.

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El discreto duelo de los japoneses: una estrategia frente a la tragedia

Ante el tamaño descomunal de la tragedia que se vive en Japón, llama la atención la reacción calmada y contenida de muchos japoneses ante la adversidad.

17 de marzo de 2011

Los expertos apuntan a las particularidades culturales para explicar esa postura, y señalan que, en esa cultura, es una manera efectiva de procesar el duelo.

"En Japón existen dos términos el tatemae, o comportamiento en público, y el honne, los sentimientos y deseos verdaderos de la persona. En este caso el tatemae gana. Cuando las emociones son negativas perjudican a los que están alrededor. Existe la creencia de que transmiten una energía negativa, y eso es algo que hay que evitar", explica a BBC Mundo Miguel Angel Cristobal, psicólogo clínico y experto en el estudio de diferencias culturales.

"Es una sociedad de grupo donde lo importante no es que el individuo triunfe, sino que lo haga el grupo y para eso el individuo está dispuesto a sacrificar cosas suyas, reprimen sentimientos para que el resto no se contagien de ese elemento negativo", continúa Cristóbal.

Seguir adelante
En el mismo sentido se manifiesta la experta en psicología social y directora del grupo PGD, (Psicología, Gestión y Desarrollo) en España, Miriam González Pablo. "Ellos saben que están mal, pero no lo expresan para que el grupo no tenga un dolor tan grande y pueda seguir trabajando en buscar a las víctimas, o recuperarse", asegura González. "Al ser una cultura colectivista que siempre buscan el apoyo de los otros, esperan la respuesta del grupo y a su vez el grupo se siente cuidado por el grupo", explica a BBC Mundo.

Sin embargo, esto no quiere decir que los japoneses no estén sintiendo el dolor, sólo que no lo expresan de la forma que se haría en otras sociedades.

"Ellos no dejan de sentir, hay muchas formas de expresar un duelo. Lo llevan por dentro. El que no se exprese en público, se vean en televisión los muertos o gente llorando, no significa que no lo expresen en la privacidad de sus casas. Pero piensan que si lo expresan sobrecargan al que está al lado que ya tiene lo suyo, si tienes que lidiar con tu dolor y además lo expreso, el de al lado tiene que lidiar con el suyo y con el mío", afirma Cristóbal.

Los expertos dudan que esta manera de manejar los sentimientos tenga efectos negativos muy sustanciales sobre la salud emocional de los individuos.

De hecho si se comparan las estadísticas, en Japón no se observa una tasa de depresiones más alta que en otros países desarrollados.

"Si miramos a la patología en Japón comparado con España no hay diferencia. Esto quiere decir que la cultura no está creando unos límites que dificulten que alguien procese su duelo y que luego eso se convierta en patología, en tristeza o en depresión", explica a BBC Mundo el experto en diferencias culturales.

Contraste latino
¿Cómo contrasta esto con las culturas latinas? Para Cristóbal es muy claro. "Podemos establecer la parabola de un jinete que monta un elefante. El jinete sería la parte racional y el elefante las emociones. Lo ideal es que el jinete guíe a las emociones. En las culturas latinas el elefante se desboca, no siempre está controlado por el jinete, mientras que en la cultura japonesa el jinete, controla y lleva y es el que a veces ignora y tapa al elefante".

Y es que la forma de expresar la emoción está fuertemente mediatizada por la cultura.

"Expresar para nosotros es sano, pero es sano porque la cultura lo permite y espera que hagamos eso", añade. "Los latinos expresamos mediante el sensacionalismo del dolor. Pero con la tragedia japonesa hemos aprendido que las imágenes de destrucción también pueden mostrar dolor. Al ver una imagen de un barco que está y luego no está o de casas que desaparecen, estamos ante imágenes cargadas de contenidos, podemos intuir el dolor y sabemos que eso conlleva muerte, aunque no veamos los cadáveres", explica por su parte Miriam González.

Esta contención en lo que se ve por televisión estaría destinada a evitar que la gente vuelva a experimentar el dolor a través de las imágenes.

"En los atentados de Madrid en 2004 hubo personas que no estuvieron en la estación de tren pero que sufieron pesadillas al rememorar las imágenes atroces que habían visto por la tele. La postura japonesa favorece que no haya una revictimización, una exposición del dolor sin ninguna otra compensación".

Aunque los expertos están de acuerdo en que, sin importar como lo hagamos, es importante expresar las emociones.