Se espera que, bien sea Barack Obama, o Mitt Romney, tengan en cuenta a los países de Latinoamérica para la toma de decisiones. | Foto: DW

Internacional

EE.UU. y América Latina: ¿buenos vecinos?

No importa quien gane las elecciones de noviembre en Estados Unidos, América Latina espera que el próximo presidente mejore las relaciones hacia la región, por el bien de ambas partes.

23 de octubre de 2012

Fue una buena noticia para los brasileños que viven en Estados Unidos: el presidente Barack Obama aflojó las restricciones para introducir cachaça en el país. El ingrediente imprescindible de la caipirinha, el cóctel nacional brasileño, será ahora mucho más barato.

Este fue –junto a un par de regulaciones consulares y conversaciones nada vinculantes sobre algunos proyectos diplomáticos futuros– el resultado más destacado del último encuentro del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, con su homóloga brasileña, Dilma Rouseff.

El encuentro entre los líderes de estas dos grandes naciones americanas resume simbólicamente las actuales relaciones entre muchos países latinoamericanos y los Estados Unidos: Washington no parece a gusto con el peso y la autonomía política ganada por sus vecinos del sur en el marco de un sostenido crecimiento económico.

Los latinoamericanos, por su parte, se han vuelto menos dependientes del gran vecino norteño en las últimas décadas y, lo más importante, ya no esperan que las soluciones a sus problemas lleguen desde allí.

Un reciente reporte sobre las relaciones bilaterales publicado por el think tank estadounidense Inter-American Dialogue concluye que “las relaciones entre ambas partes son cada vez más distantes. La calidad e intensidad de los lazos han menguado.

Los Estados Unidos Unidos son cada vez menos relevantes en relación con los intereses de la mayoría de los países de la región.

Desde su punto de vista, la capacidad de Estados Unidos para desarrollar e implementar estrategias –sobre todo de cara a los problemas que más afectan a los latinoamericanos– ha disminuido”.Visiones contrapuestas.

Sin embargo, no se trata de que los latinoamericanos no estén interesados en reforzar la cooperación: “En lugar de defender sus intereses estratégicos en el fin del mundo, sería mejor para ustedes y para nosotros, que miraran más hacia sus vecinos”, le reprochó recientemente el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, al gobierno de los Estados Unidos.

Justo en torno a temas claves para las relaciones bilaterales, como son la inmigración, la lucha antidrogas y la política hacia Cuba, las posturas de los latinoamericanos y estadounidenses son cada vez más distantes.“

La incapacidad de Washington para reformar su fallida política de inmigración es un motivo permanente de roces entre los Estados Unidos y casi todos los demás países americanos”, resume el informe de Inter-American Dialogue.

La propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, aceptó en su visita a México que el programa antidrogas estadounidense ha fracasado. Y no hay un solo mandatario latinoamericano dispuesto a apoyar el embargo contra Cuba.

Sin respuestas a preguntas importantesNi el actual presidente, Barack Obama, ni su contrincante, Mitt Romney, parecen tener respuestas claras para resolver en el futuro estos desencuentros. En la precampaña republicana, los precandidatos se retaron mutuamente ofreciendo endurecer las regulaciones migratorias.

Pero, en la práctica, las cifras indican que la migración desde México –de donde proviene el 30 por ciento de los inmigrantes en Estados Unidos– se ha reducido progresivamente en los últimos años.

Tampoco en el terreno del enfrentamiento al narcotráfico se ha movido mucho en los Estados Unidos: ninguno de los dos candidatos parece dispuesto a entrar en el debate sobre la despenalización del consumo de drogas.

Una dirección en la que, sin embargo, se mueven cada vez más mandatarios latinoamericanos, desde el uruguayo José Mujica, hasta el colombiano Juan Manuel Santos.“Lo que no quiero es estar a la vanguardia de este movimiento, porque sería crucificado”, aseguró Santos en una entrevista publicada el pasado año por los diarios británicos The Observer y The Guardian.

“Sin embargo, estaría gustoso de participar en esa discusión porque Colombia todavía es el país que más sufre y que históricamente se ha visto más perjudicado por el alto consumo”, dijo Santos, que aboga por llegar a un consenso en torno al tema y evitar medidas "unilaterales" como las que se discuten en Uruguay.

El camino de la cooperación, en estos y otros temas, podría ser beneficioso para ambas partes: Para los Estados Unidos, América Latina es un gran mercado con grandes posibilidades de inversiones y reservas de energía y materias primas.

Y América Latina, por su parte, con todo su crecimiento, necesita capital, know how y tecnología proveniente de los Estados Unidos. Pero, para que las relaciones mejoren y las relaciones bilaterales logren reinventarse, con beneficios mutuos, se necesita más que aflojar las regulaciones para la introducción de derivados alcohólicos de la caña de azúcar.