Hugo Chávez, presidente de Venezuela | Foto: AP

Venezuela

Devaluación: la ‘papa caliente’ de Chávez

Los cálculos políticos indican que, de ganar las elecciones de octubre, el presidente Chávez tendría que devaluar ese mismo mes. Si gana la oposición, esta decisión se iría para diciembre.

9 de febrero de 2012

El fantasma de la devaluación volvió a aparecer en la escena política venezolana, y está asustando a la mayoría de empresarios que negocian con este país.

En un año marcado por las elecciones presidenciales, que en octubre definirá el nombre del nuevo mandatario, hablar de devaluación se ha convertido en una papa caliente para el gobierno del presidente Hugo Chávez, que busca repetir período y en un desafío para quien se perfila como su más seguro contrincante, Henrique Capriles Radonski, pues ha prometido desmontar el control de cambios.

Pero los cálculos políticos indican que Chávez no puede darse el lujo de aprobar una devaluación antes de octubre, pese a la onerosa carga que le ha significado mantener un control de cambios con precios por dólar muy por debajo de la realidad del mercado, pues el impacto sobre los precios y el bolsillo de los venezolanos, sería desastroso.

Para los opositores, sin embargo, el tema es visto como una oportunidad de lograr que la economía venezolana vaya sincerándose. Ya Capriles Rodonski ha dicho que de llegar al poder, antes de dos años eliminaría el sistema de control cambiario que impuso Chávez en 2003 para frenar la fuga de capitales.

¿Resistiría la economía venezolana sin devaluar? ¿Es sostenible el actual tipo de cambio de 4,30 bolívares por dólar? Los análisis económicos venezolanos responden que no en ambos casos. La razón es de peso: mientras la tasa de cambio oficial está en $4,30 bolívares para la mayoría de los bienes que se importan, en el mercado libre alcanza cotizaciones que en ocasiones llegan a los $8 bolívares fuertes por dólar.

Esto significa que el gobierno ha tenido que ‘comprar tiempo’ para no devaluar, a costa de los ingresos fiscales. A favor de esta estrategia del gobierno están jugando los elevados precios internacionales del petróleo, que generan a Venezuela más del 60% de sus ingresos totales. Sin embargo, en el mediano plazo el gobierno tendrá que tomar decisiones más drásticas para que la mayor parte de sus ingresos no se vayan a subsidiar el dólar con una tasa de cambio ficticia.

El principal agravante de una decisión sobre la tasa de cambio es la inflación. Al cierre de 2011 Venezuela se coronó como el país con la mayor tasa de inflación en el mundo:e 27,6%, por encima de Vietnam, con el 19,8%; Tanzania con el 19,2% y Kenia con el 18,9%. Una devaluación dispararía aún más los índices de precios al consumidor y se convertiría en un problema de marca mayor para el nuevo gobierno.

Pero la situación no da espera y todo indica que el problema le podría explotar en las manos al nuevo mandatario. Esto significa que si gana Chávez, tendrá que decretar una devaluación casi inmediata, es decir en el mismo mes de octubre. Sobre el tamaño de la devaluación, algunos analistas la calculan entre 50% y 75% por encima del valor actual de la divisa. En caso de que gane la oposición, la devaluación no podría decretarse antes de diciembre por efectos prácticos. Pero de la devaluación nadie se salva.

Para los empresarios, el tema genera temor, pues una devaluación terminaría afectando sensiblemente sus resultados. Quienes importan productos en Venezuela se pueden enfrentar a un desfase en sus gastos pues luego de hacer la orden de compra, viene un proceso que tarda varias semanas mientras se solicitan las divisas ante Cadivi –la entidad que administra el control de cambios en Venezuela- y estas son aprobadas. Si al final se encuentren con unos precios del dólar muy superiores a los que habían calculado inicialmente, por efectos de la devaluación, tendrá que pagar muchos más bolívares por los dólares que solicitó para pagar la mercancía.

Para los exportadores colombianos, el impacto de la devaluación también resulta muy complicado pues sus productos alcanzarían un valor muy superior –en bolívares– y podría deteriorar nuevamente la cartera.

La situación no parece fácil ni para el gobierno ni para la oposición. Y mucho menos para el bolsillo de los venezolanos, que finalmente serán quienes sentirán el impacto de una esperada devaluación.