Michelle Obama y Ann Romney son las potenciales primeras damas de Estados Unidos | Foto: AP

Elecciones en EE.UU.

Detrás de todo gran hombre, una gran mujer

Las dos aspirantes a primera dama de Estados Unidos han estado muy al tanto de las campañas presidenciales. Pero, ¿quiénes son Michelle Obama y Ann Romney?.

6 de noviembre de 2012

Dicen que detrás de todo hombre hay una gran mujer. Pues así parece aplicarse hasta en la campaña presidencial de Estados Unidos, que cierra este martes con la votación definitiva.

Tanto el presidente Barack Obama, como su competidor republicano Mitt Romney, gozan de un matrimonio estable que les aporta, además del toque femenino, por qué no, uno que otro voto adicional.

Michelle Obama, al rescate de campaña de su marido


La abogada que se casó con un joven que tenía grandes sueños y se convirtió en el primer presidente afroamericano de la historia de EE.UU., comenzó teniendo un papel discreto como primera dama pero se ha convertido en una figura política querida y fundamental.

Nadie como ella defendió los valores de Barack Obama en la Convención demócrata de septiembre en Charlotte (Carolina del Norte), en la que el presidente fue designado oficialmente candidato para la reelección en los comicios de este martes.

Atrás quedaron los difíciles inicios, en los que fue criticada por parecer una "mujer irascible", en palabras del comentarista conservador Bill O'Reilly, y que fue acusada de antipatriota cuando en un acto de campaña en 2008 dijo que por primera vez se sentía "orgullosa" de su país, al ver a su marido como candidato.

Puede que eso hiciese que esta abogada de 48 años fuese reticente en un primer momento a los actos públicos y se declarara, a su llegada a la Casa Blanca, ante todo, madre de Malia y Sasha.

Su habilidad para mantenerse al margen de polémicas y centrarse en causas populares como la lucha contra la obesidad infantil con iniciativas como "Let's Move" le han permitido ganarse, poco a poco, a los estadounidenses.

Espontánea y cariñosa con los jóvenes, ha recorrido el país abanderando la citada lucha contra la obesidad, ha visitado escuelas y no ha dudado en bailar para dar ejemplo o en arrodillarse y cavar en el huerto de la Casa Blanca con los niños que visitan la residencia oficial para fomentar la alimentación saludable.

Su cercanía la ha convertido en una de las mujeres más admiradas de Estados Unidos, con un índice de popularidad que, un año después de su llegada a la Casa Blanca, ya estaba por encima del 70%, superior al de su marido.

Nacida y criada en un barrio pobre y negro en el sur de Chicago, sus padres la instaron a superarse y a adquirir la educación que ellos no pudieron tener.

Su madre, Marian, aportó el cariño y la disciplina necesarios para que sus hijos, a los que solo dejaba ver la televisión una hora al día, salieran adelante.

Su padre, Fraser Robinson, era un hombre de pocas palabras y mucha autoridad que madrugaba a diario para acudir a su trabajo en el departamento de servicios hidráulicos del Ayuntamiento de Chicago pese a padecer esclerosis múltiple.

La joven Michelle se propuso no defraudarlo y su fuerza de voluntad la llevó a Princeton y Harvard, dos de las más prestigiosas universidades estadounidenses, donde estudió Sociología y Derecho y se involucró en actividades para aumentar la cuota de profesores y estudiantes de color. Su tesis doctoral trató sobre el racismo.

A su salida de Harvard empezó a trabajar en un prestigioso bufete de abogados de Chicago donde unos años más tarde conoció a Barack, un tipo "realmente diferente" que "además de ser simpático y guapo, muestra un compromiso y una seriedad que uno no se encuentra a menudo", confesó haber pensado después de que el mandatario la invitara a un evento comunitario.

Michelle, una profesional que fue trabajadora social y desempeñó diferentes cargos públicos en Chicago, aceptó que su marido, Barack Obama, compitiera por la nominación a la candidatura presidencial demócrata, tras sopesar detenidamente los efectos de la campaña en su familia.

Durante estos cuatro años como primera dama, ha sido la anfitriona de más de un centenar de actos, ha defendido la candidatura olímpica de Chicago, ha apoyado a las familias de los militares y ha buscado el apoyo de las mujeres a la reforma sanitaria.

Michelle Obama ha ganado confianza y soltura, tiene página de Facebook y cuentas en redes sociales como Twitter y Pinterest, en las que ha compartido algunas fotos de juventud e instantáneas con su familia en la Casa Blanca, como si fueran una familia cualquiera.

Obama asegura que está "orgulloso" de su esposa, la considera el pilar de la familia, el amor de su vida y la mujer firme que le ayuda a "no perder el norte". Hace algunas semanas, un video en el que celebró con su esposa en un evento deportivo, le dio la vuelta al mundo.

Ann Romney, el bastión emocional del candidato republicano

Madre de cinco hijos, ama de casa y luchadora incansable -superó un cáncer de mama y lidia día tras día con la esclerosis múltiple-, Ann Romney constituye un apoyo fundamental para su marido, el aparentemente frío, distante y exitoso hombre de negocios Mitt Romney.

Nacida Ann Davies, tiene 63 años y lleva 43 casada con Mitt, por quien se convirtió a la Iglesia de los Santos de los Últimos Días -los llamados mormones- en 1966 y con quien ha tenido a cinco varones: Taggart, Matthew, Joshua, Benjamin y Craig.

"Mi matrimonio no es como un cuento de hadas", aseguró en su discurso ante miles de personas en la Convención del Partido Republicano que designó a su marido candidato a la Casa Blanca.

A principios de octubre, la esposa del candidato republicano explicó que Mitt Romney, busca su mirada entre el público asistente siempre que participa en uno de los muchos debates a los que se ha tenido que enfrentar durante este año en su carrera primero por la candidatura republicana y luego hacia la presidencia.

Descendiente de emigrantes galeses de clase acomodada, Ann Romney conecta con la sociedad más tradicional y conservadora de Estados Unidos, especialmente en su defensa de los valores familiares y en el papel principal que la fe religiosa juega en su vida.

Pese a haber gozado siempre de una buena situación económica, la vida de la esposa del candidato republicano no ha sido nada fácil durante los últimos años, en los que ha tenido que enfrentarse a un cáncer de mama y a la esclerosis múltiple.

El cáncer lo superó en 2007, pero tiene que seguir lidiando con la esclerosis múltiple, una enfermedad neurológica y degenerativa que le fue diagnosticada en 1998 y que, según afirmó ella misma, aunque ahora se encuentra en "remisión", sigue "gobernando" su vida.

Pese a que su enfermedad le exige evitar el estrés y dormir y alimentarse bien, Ann Romney se ha mostrado muy activa durante la campaña, acompañando a su marido en varios actos e incluso llegando a dar mítines en solitario.

Dinero.com con información de AP y EFE