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Multitud de venezolanos votan en Colombia en consulta contra la Constituyente

Miles de venezolanos acudieron hoy a los puntos de votación habilitados por la oposición del país caribeño en Bogotá y en otras 16 ciudades de Colombia para participar en una consulta no reconocida por el Gobierno de Nicolás Maduro que busca frenar la Asamblea Constituyente en ese país.

16 de julio de 2017

Las mesas fueron abarrotadas por entusiastas venezolanos que desde primeras horas del día se acercaron a estampar su firma y huella dactilar en los cuadernos dispuestos para la consulta popular, que tiene como lema "El pueblo decide".

Banderas, gorras con el tricolor de ese país, camisetas vinotinto de la selección de fútbol y pancartas con distintos mensajes unieron a los asistentes, que entre arengas y una que otra estrofa de una de las piezas del cancionero popular de Venezuela, hacían patente la cantidad de venezolanos que han hecho de este país su hogar.

La coordinadora del movimiento Voluntad Popular en Bogotá, Francine Howard, explicó a Efe que en Colombia esperan la participación de alrededor de 50.000 personas.

Indicó que antes del mediodía (hora local) ya habían participado unas 9.000 personas en Bogotá, donde los venezolanos podían acudir a la Plaza de Bolívar y a un punto en el norte capitalino.

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"Esto demuestra que los venezolanos le estamos diciendo sí a que no nos impongan una Constituyente, sí a que la Fuerza Armada venezolana debe responder a la Constitución y debe respetar a la Asamblea Nacional elegida por el pueblo y sí a que haya un cambio de Gobierno", afirmó la dirigente.

En la Plaza de Bolívar, situada en pleno centro de Bogotá y a unos pasos de la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo colombiano, la fila de personas que esperaban por firmar superaba las seis cuadras.

Hasta ese punto llegó como voluntaria la ex miss Universo 2009 Stefanía Fernández, quien consideró que esta jornada demuestra que los venezolanos desean "tener la libertad" de expresarse "sin ningún tipo de represión, votar libremente" y que "vuelva la democracia".

Indicó que vive hace menos de un año en Colombia, y lamentó que miles de sus compatriotas hayan tenido que salir del país.

"Salimos porque nos obligaron, mas no porque queríamos", declaró esta representante del considerado "país de las misses", quien se mostró dolida de que sus seres queridos sigan en Venezuela.

"Se siente y se padece mi país", confesó.

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También se sumó como voluntaria la actriz Johanna Morales, que participó en la serie televisiva "El Comandante", inspirada en la vida del fallecido presidente venezolano y gestor de la revolución bolivariana, Hugo Chávez, y quien consideró que esta jornada "no está al margen de la ley".

"Esta es una clara manera de protestar y de decir no a un gesto de imposición tremendamente grotesco que intenta imponer el Gobierno", agregó.

Exhibiendo en su rostro la enseña venezolana, Diana Acosta, una caraqueña que vive desde enero pasado en Bogotá y lamenta estar lejos de su familia, consideró que este día "significa el inicio de la libertad en Venezuela".

"Nadie pensó salir huyendo de su país como prácticamente estamos los venezolanos", señaló esta mujer, al referirse a los efectos de la crisis.

Yolvhy Márquez, quien en su país trabajaba como administrador de empresas y desde hace nueve meses sobrevive vendiendo comida rápida, consideró que esta jornada deja en evidencia que cada día son más los que quieren "un país mejor" y pidió al Gobierno de Juan Manuel Santos que le diga a los venezolanos que Colombia es su casa.

"Ya no queremos ser perseguidos por Migración", apuntó.

Por su parte, Ana Piña, magíster en sicología educativa, afirmó que este día "significa un paso hacia una nueva esperanza" e indicó que su país está sumergido en un sistema sociopolítico "bastante denigrante" que ha golpeado a toda la población y ha llevado a que el "50 % de los jóvenes" haya migrado

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Oposición lanza su mayor desafío a Maduro

La oposición venezolana lanza este domingo su mayor desafío al Gobierno del presidente Nicolás Maduro con la convocatoria de una consulta calificada de ilegal desde el oficialismo en la que espera que el pueblo se pronuncie masivamente contra el proceso constituyente impulsado por el chavismo.

Convocada por la oposición con el aval del Parlamento, que ha invocado el derecho constitucional a la desobediencia cuando el Gobierno atropella la democracia, el plebiscito tiene el respaldo de importantes actores del tejido económico, cultural y civil del país.

Las reacciones que ha suscitado muestran con claridad la ruptura completa entre los poderes públicos, y de algunos de estos con buena parte de la sociedad en Venezuela.

El referendo -que pregunta también a los venezolanos si quieren la convocatoria de elecciones y piden a los militares que defiendan la Constitución vigente- ha sido denunciado ante el Tribunal Supremo por el diputado oficialista Pedro Carreño, que pide que sea declarado nulo y lo tacha de "plan golpista".

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Pero poco importa a quienes apoyan la consulta lo que diga el Supremo, un tribunal acusado de servir al Gobierno de Maduro cuya legitimidad no reconocen ni el Parlamento ni la fiscal general, Luisa Ortega, que también se ha rebelado contra un Gobierno al que recrimina convertir al país en un "estado policial" y practicar "terrorismo de Estado".

Pese a que ha dejado clara la magnitud de la afrenta al Estado y a la Revolución bolivariana que el referendo supone, Maduro no ha adelantado hasta ahora represalias para quienes vayan este domingo a las urnas, como sí prometió actuar contra los que boicoteen el 30 de julio la elección de la Asamblea Nacional Constituyente que ha puesto en marcha.

Sin embargo, y para tranquilizar a quienes temen posibles castigos -a través del sistema de distribución estatal de alimentos o a los empleados en empresas públicas-, los impulsores del plebiscito se han comprometido a quemar las papeletas y las listas de participación para que no lleguen a manos del Gobierno.

En estas circunstancias, la mayor inquietud apuntada por opositores y críticos de Maduro viene de los llamados "colectivos", grupos civiles de chavistas armados que algunos consideran "paramilitares" del Gobierno y han asaltado el Parlamento e intimidado a manifestantes antichavistas en los últimos meses.

Su posible presencia en las calles preocupa sobre todo en las zonas tradicionalmente chavistas, en las que el oficialismo niega el menor malestar con el Gobierno y donde la oposición tiene su principal reto cerca de dos años después de la mayoría absoluta las legislativas de diciembre de 2015, las últimas celebradas en la nación caribeña.

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Al llamamiento opositor a acudir a las urnas y votar ‘sí‘ a las tres preguntas se han sumado importantes sectores de la sociedad civil como la influyente Federación de Cámaras de Comercio (Fedecámaras), sindicatos no oficialistas, organizaciones estudiantiles y algunas de las universidades más prestigiosas del país.

Uno de los más sólidos apoyos viene de la Iglesia venezolana, que ha cedido sus instalaciones para la votación y ha reconocido la legitimidad de este referendo contra una Constituyente cuya apuesta por el "Estado comunal" es vista por los obispos como una vía a la "constitucionalización de una dictadura comunista" en Venezuela.

La consulta cuenta con el dinamismo que le dan los miles de ciudadanos volcados en las labores organización como voluntarios, quienes han puesto a disposición del referendo mesas, sillas, comercios y automóviles para desplazar votantes.

Pero debido al corto tiempo en que se convocó, y al no estar auspiciada por el Poder Electoral, carece de algunos mecanismos de control y no puede asegurar que los ciudadanos no voten más de una vez por persona en todos los centros del país o del extranjero, donde tienen permitido expresarse sin importar dónde están inscritos como votantes.

Los líderes de la coalición opositora han apelado a la conciencia de los venezolanos que vayan a pronunciarse para que no depositen más de una papeleta.

Para contrarrestar estas informalidades propias de la naturaleza misma de una consulta organizada contra el Poder Electoral y el Gobierno, los convocantes han encargado a cinco rectores universitarios del país que actúen como garantes, y miles de voluntarios harán de interventores siguiendo el proceso en las mesas.

A este mayor rigor pretende contribuir también la presencia como observadores, a invitación cursada por el Parlamento, de diputados y expresidentes de otros países, como el mexicano Vicente Fox y el colombiano Andrés Pastrana.

Consiga la oposición o no movilizar a una parte importante de los venezolanos contra la consulta, la mayor cuestión vendrá el lunes: cómo hacer valer unos votos que no están reconocidos por los poderes llamados a hacerlos efectivos.