Clinton se despeina

La política exterior del gobierno norteamericano no puede ser más desastrosa. Clinton no sabe qué busca, y los gobiernos externos lo manipulan.

JOHN SWEENEY
1 de noviembre de 1994

El Muro de Berlín se derrumbó a finales de los años ochenta y la Unión Soviética se desintegró en 1991, dando por terminada la guerra fría después de casi medio siglo de frecuentes y sangrientas guerras ideológicas entre la democracia y el comunismo, que se combatieron en los campos de batalla de los países en desarrollo en el Asia, África y Latinoamérica.

En cualquier lugar que se mire en el mundo actual, la democracia y el capitalismo han prevalecido sobre el comunismo y el socialismo. inclusive los regímenes comunistas que aún quedan -como Cuba, Vietnam y China- no pueden detener el sólido avance de las fuerzas del libre mercado y de la iniciativa individual empresarial.

Bajo el Nuevo orden Mundial que ha surgido, muchos países anteriormente "pobres" se convertirán en naciones "ricas" industrializadas durante las próximas dos décadas, cambiando así los patrones del comercio internacional, la riqueza de los países y el flujo de las fuerzas geopolíticas.

El mundo está en el umbral de un cambio de modelo en la historia de la humanidad equivalente a la revolución industrial. En este nuevo mundo los Estados Unidos deben jugar un papel de liderazgo en cuanto a la promoción del libre comercio, la consolidación de un desarrollo económico mundial y el fortalecimiento de las bases de la democracia global y la prosperidad humana.

Paradójicamente, no obstante, los Estados Unidos están dando graves traspiés en el momento de su más importante logro histórico y la reacción internacional es predecible. Para los Estados Unidos, dice Edwin Feulner, presidente de The Heritage Foundation, un centro conservador de estudios en Washington, D.C., "el final de la guerra fría, aunque bienvenido, ha creado un sorprendente panorama internacional de guerras y crisis sin los temas ni las certezas unificadores del pasado. Carente de un compás de navegación en las aguas desconocidas de esta nueva era, Estados Unidos está saltando de una crisis a otra, incierto en su objetivo pero confiado en su recién adquirida fortaleza como el último superpoder en el mundo.

Este resultado es una pavorosa incertidumbre en la política exterior norteamericana".

Muchos funcionarios del gobierno del presidente Bill Clinton parecen pensar que nada y todo es posible en asuntos exteriores. Basta con observar la acción policiva humanitaria en Somalia, o la ocupación militar de Haití en un desesperado ejercicio de "construcción democrática de una nación" en un país que carece del requisito básico para cualquier democracia: el alfabetismo. Más del 80% o del pueblo haitiano es analfabeta. El empleo del poderío militar de Estados Unidos en ejercicios humanitarios y de construcción de naciones nunca se hubiera dado durante la guerra fría. Sin embargo, actualmente a los norteamericanos les cuesta decidir qué cosas son importantes, o por qué les deben importar hechos que ocurren fuera de los Estados Unidos.

El presidente Clinton ha dado muestras de ser más inepto e incompetente en política exterior de lo que previeron sus mayores críticos al comienzo de su período presidencial de cuatro años, en 1993. Al llegar a su fin 1994, una revisión de la política exterior de Estados Unidos en el mundo sugiere que en el mundo numerosas crisis en potencia están adquiriendo intensidad y velocidad.



AMÉRICA LATINA



La crisis de los refugiados cubanos en agosto fue precursora de malos tiempos futuros; sin embargo, la administración Clinton está totalmente impreparada para la posibilidad de una explosión social y política en Cuba, que puede suceder tan pronto como el primer semestre de 1995.

Si Fidel Castro fracasó en su intento internacional de obligar a Estados Unidos a levantar el embargo a Cuba, que lleva 32 años, puede permitir -y en efecto, estimular- una invasión de refugiados, ante la cual la del Mariel, en 1980, parecería insignificante. Los estudios de la CIA sugieren que entre uno y tres millones de cubanos podrían tratar de escapar de la isla por cualquier medio; e internamente, la posibilidad de una guerra civil y de represión haría que la masacre de Tianamen en China pareciera más bien un paseo al parque en un día de verano. Cuba ha agotado sus reservas. La economía cubana se ha contraído en más del 60% en términos reales desde 1991 y la existencia del pueblo cubano se ha reducido a la búsqueda de alimentos, simplemente para lograr sobrevivir día a día.

Sin embargo, Castro puede decidir abandonar el poder por la supervivencia de Cuba, pero si decide mantenerse desafiante hasta el final, la administración Clinton no tiene un plan para manejar la crisis resultante.

En Haití, el presidente Clinton está arriesgando las vidas de jóvenes soldados estadounidenses en lo que él llama "construcción de una nación democrática". Sin embargo, ' otros analistas consideran que la ocupación militar de los Estados Unidos a Haití es un retroceso a la época obsoleta de la diplomacia de cañón que hizo altamente impopular a los Estados Unidos a lo largo de las Américas y dejó una duradera sensación de amar-, segura y sospecha entre los gobiernos de América Latina y del Caribe.

La ocupación militar de Haití por parte de los Estados Unidos es sumamente impopular en ese país.. El Congreso le hubiera negado al presidente Clinton la autorización para invadir a Haití si él se hubiera atrevido a pedir el permiso previo requerido por la Ley de Poderes de Guerra de 1973. Además, a medida que pasan las semanas, se ve con mayor claridad que los problemas de Haití no permiten soluciones rápidas o drásticas. El presidente Jean Bertrand Aristide, ex-sacerdote populista con tendencias de izquierda y con un pronunciado sesgo antiamericano, contribuyó en él pasado a la lucha de clases en su país al incitar a sus seguidores en su mayoría haitianos pobres de raza negra- a atacar a la clase gobernante de mulatos de piel más clara, y quitarles por la fuerza la riqueza y los recursos que no podían obtener por medios pacíficos.

La supervivencia física de Arístides depende de una presencia militar prolongada de los Estados Unidos en Haití, así como de la habilidad de

aquel en manipular a la administración Clinton para que aplaste a la oposición por la fuerza. Haití carece de las condiciones culturales, sociales, económicas y políticas básicas necesarias para asegurar la supervivencia y el desarrollo de una democracia de libre mercado. Como ocurrió en Somalia, después de que las tropas estadounidenses finalmente abandonen la isla, continuarán la violencia y la lucha de clases, pero antes del retiro de las tropas es probable que se conviertan en blanco de oportunidad política para los bandos tanto en pro como en contra de Arístides en la sangrienta guerra de clases de Haití. Entre tanto, el libre comercio en el hemisferio occidental ha sido relegado a una distante segunda prioridad por la administración Clinton, que está guiada por la ideología.

Aun no es demasiado tarde para rescatar la Cumbre de las Américas de diciembre de un fracaso desastroso, pero si la cumbre se realizara mañana, las relaciones entre los Estados Unidos y Latinoamérica retrocederían por una década o más, mientras que aumentaría la influencia de los enemigos de las reformas democráticas de libre mercado en la región.

Estados Unidos sería la locomotora del desarrollo económico, el . libre comercio y la consolidación de la democracia en el hemisferio occidental. Ese fue el propósito al crear la Iniciativa de las Américas y el TLC. Infortunadamente, bajo la administración Clinton esa locomotora económica y política de los Estados Unidos se ha convertido en un vagón de cola.

Desde que el vicepresidente Al Gore la anunció por primera vez en México hace casi un año, la Cumbre de las Américas ha sido un tema impopular entre muchos miembros del equipo del presidente Clinton en la Casa Blanca. Como lo propuso Gore, la cumbre de Miami programada del 9 al 11 de diciembre sería la plataforma de lanzamiento de una nueva sociedad hemisférica entre los Estados Unidos y la América Latina/Caribe, basada en el libre comercio y la democracia.

Infortunadamente, el proceso de formulación de la agenda ha sido monopolizada por la Casa Blanca. Los Departamentos de Estado y Comercio han sido excluidos y la agenda propuesta que circula en Washington desde mediados de septiembre deja claro que el libre comercio no es una prioridad para la administración Clinton, a pesar de las afirmaciones retóricas en lo contrario, ampliamente difundidas por funcionarios claves como el secretario de Comercio Ron Brown y el del Tesoro Lloyd Bentsen.

La respuesta a la agenda propuesta por los Estados Unidos ha sido uniformemente negativa. El ministro de Comercio de Canadá, RoyMacLaren, dijo contundentemente que Washington "ha perdido la iniciativa". México y Brasil han manifestado que se debería aplazar la cumbre para mediados o finales de 1995. Ambos países son sumamente importantes para la estrategia latinoamericana del Departamento de Comercio de Estados Unidos; empero, ambos han celebrado elecciones presidenciales y ninguno de los dos países tendrán un nuevo gobierno firmemente instalado para el 9 de diciembre. En el caso de México, el gobierno del presidente Ernesto Zedillo se iniciará el primero de diciembre, mientras que el presidente electo Cardoso sólo se posesionará el primero de enero de 1995.

Clinton retiró su solicitud de una autorización para negociar rápidamente el proyecto de ley de implementación del GATT que está ahora ante el Congreso de Estados Unidos, de manera que él no tiene nada concreto qué ofrecer a Latinoamérica. Sin embargo, esto no sería un problema si la administración Clinton estuviera lista para proponer un plan concreto de acción, con cronogramas específicos, para extender el libre comercio con los Estados Unidos a lo largo del hemisferio occidental. Infortunadamente, parece que alguien en la administración Clinton está trabajando activamente para degradar la importancia del libre comercio con el fin de asegurar el fracaso de la cumbre".

Si se percibe la Cumbre de las Américas como un fracaso, agregó este embajador, se desenvolverían dos escenarios simultáneamente. "Por un lado", manifestó, "algunos países latinoamericanos pueden buscar diferentes alternativas de integración que excluirían a los Estados Unidos, como asociaciones regionales más fuertes y pactos comerciales con la Unión Europea y los países asiáticos.

De otra parte, el ritmo de la reforma económica y política en Latinoamérica se podría demorar significativamente si las percepciones del fracaso de la cumbre estimulan las fuerzas todavía poderosas del populismo, el proteccionismo y el estatismo, para redoblar sus esfuerzos de bloquear el mercado libre y las reformas políticas democráticas".



ASIA Y EL MEDIO ORIENTE



Mientras Clinton juega a ser almirante del buque de guerra en el Caribe y pierde la iniciativa de libre comercio en las Américas, se están desarrollando crisis potencialmente peligrosas en Asia y el Medio Oriente.

Al escribir este artículo áprincipios de octubre, los negociadores de Estados Unidos se encontraban estancados con el régimen coreano de Kim-II, el supuestamente inestable, veleidoso y bastante desconocido sucesor de su padre, el difunto Kim II-Sung.

Aunque la China comunista está presionando a Corea del Norte para que desista de su programa de desarrollo nuclear y busque una aproximación a los Estados Unidos, que podría abrir a Corea del Norte al desarrollo económico y a la inversión internacional que tanto necesita, los analistas militares en Washington están altamente preocupados por la posibilidad de un conflicto militar con Corea del Norte, para el cual Estados Unidos no está actualmente preparado en términos de su capacidad para reaccionar rápidamente y contener la invasión a Corea del Sur.

En efecto, si las fuerzas norcoreanas invaden a Corea del Sur en cualquier momento (como lo temen algunos observadores si fracasan las conversaciones completamente), el uso de armas nucleares estratégicas puede ser la única "respuesta rápida" viable para prevenir la ocupación y la destrucción política y económica de Corea del Sur. Y aquí, de nuevo, tenemos una crisis política en potencia para la cual la administración Clinton está totalmente impreparada.

Entre tanto,. Saddam Hussein, el dictador veterano de Irak y sobreviviente experimentado de la "Tormenta del Desierto" en 1990-91, está nuevamente dirigiendo sus ejércitos a la frontera de Irak con Kuwait, despertando temores en todo el mundo de que se esté preparando para lanzar una nueva invasión. Estados Unidos reaccionó rápidamente a esta última amenaza del dictador más peligroso e inestable del Medio Oriente; no obstante, existen dudas en todo el mundo acerca del poder de decisión del presidente Clinton frente a esta renovada confrontación en el Medio Oriente, en donde están concentradas más de dos terceras partes de las reservas de petróleo del mundo.

Dirigiéndose a Saddam y al mundo desde Washington, Clinton advirtió el 6 de octubre que los Estados Unidos y sus aliados responderían con decisión a las hostilidades de Iraq contra Kuwait, pero el hecho de que las tropas iraquíes estén de nuevo avanzando sobre Kuwait es una confirmación de la baja estima internacional con que es percibido el liderazgo de Clinton tanto por los amigos como por los enemigos de los Estados Unidos.



LA DIFÍCIL CUESTIÓN DE EUROPA



En Europa, la política exterior de los Estados Unidos afronta una serie de retos difíciles, tales como: -Altos niveles de desempleo dentro de la Unión Europea, lo que se traduce en un mayor proteccionismo.

-El aún sin resolver conflicto de Bosnia que ya ha cobrado centenares de miles de vidas y ha desplazado a millones de personas de Europa Central, activando la mayor crisis de inmigración que Europa haya experimentado en muchos años.

-El incierto proceso de reformas económicas y políticas en los países que integraban la Unión Soviética. En algunos de esos países, como Polonia, Bulgaria y la misma Rusia, las fuerzas del comunismo se han reagrupado a medida que el entusiasmo popular inicial con el capitalismo se ha ido desvaneciendo, debido a los dolorosos trastornos socioeconómicos sufridos por millones de personas durante el proceso de transición del socialismo planificado por el gobierno central al capitalismo empresarial.

-En las repúblicas asiáticas de la antigua Unión Soviética, el fundamentalismo religioso islámico está tomando fuerza en países que todavía tienen cohetes nucleares intercontinentales, para dar rienda suelta a la destrucción de la civilización humana.

-Además, la amenaza de un conflicto nuclear ha adquirido una nueva dimensión al involucrarse el crimen organizado en el robo de plutonio para armamentos.

-El crimen organizado que comprende los carteles colombianos de la droga, la mafia siciliana y otras bandas que conforman la llamada mafia rusa, también se han asociado con éxito para desarrollar nuevos mercados en Europa Oriental y en Rusia para distribuir cocaína, heroína, hashish y marihuana. Rusia, en particular, está surgiendo rápidamente como el centro principal del lavado de las ganancias ilícitas provenientes de la droga.



¿QUÉ LE PASA A LA POLÍTICA EXTERIOR DE CLINTON?



Existen muchas respuestas potenciales a esta pregunta, pero dos en particular se destacan como posibles explicaciones. Primero, el equipo de política exterior de Clinton no parece ser el más adecuado para la tarea de formular una política exterior capaz de conducir sin peligro a los Estados Unidos por las desconocidas aguas menos profundas del Nuevo Orden Mundial. Cuando se necesita cautela, el equipo de política exterior de Clinton -bajo la dirección del mismo presidente- abandonan la cautela y pronuncian amenazas que posteriormente dejan de cumplir, como fue el caso de Bosnia en 1993 y de Haití en 1994. Sin embargo, cuando se requieren resolución, decisión y convicción, Clinton con frecuencia se echa para atrás. Así ocurrió en la reciente experiencia con el régimen militar de Haití, al que el mismo Clinton describió como "asesinos de niños huérfanos y violadores" en un discurso de cobertura nacional por la televisión, sólo para tres días después llegar a un acuerdo con Raúl Cedras, el líder golpista, el cual convertía a dicho régimen en un aliado de facto de la ocupación militar de Estados Unidos a Haití.

Desde el desastroso gobierno del ex presidente Jimmy Carter (1976-1980), no había estado la política exterior en tanta confusión. Y esto puede no ser por puro accidente o coincidencia, ya que varios funcionarios claves del gobierno de Clinton trabajaron en el gobierno de Carter, inclusive el secretario de Estado Warren Christopher y el consejero para la Seguridad Nacional Anthony Lake, quienes han aportado a la política exterior una posición liberal, izquierdista e indecisa, curiosamente enfrentada al realismo pragmático de la geopolítica posterior a la guerra fría. Parece como si los ideólogos de la administración Clinton, entre ellos el consejero para la Seguridad Nacional Richard Reinberg del centro de estudios izquierdista Inter-American Dialogue en Washington, estuvieran todavía luchando en los conflictos ideológicos de la guerra fría.

Entretanto, en otra confirmación más de la naturaleza desenfocada e incoherente de la política exterior del presidente Clinton, el expresidente Carter se ha instalado unilateralmente en la administración Clinton, negociando a nombre de Clinton con Corea del Norte y con el régimen militar de Haití, contándole al mundo desde la Casa Blanca (con Clinton sentado a su lado) que está "avergonzado" de la política exterior de su país hacia Haití y hasta recibiendo llamadas de Fidel Castro. Clinton ha manifestado públicamente que "acoge gustoso" la ayuda de Carter, pero gente allegada a la Casa Blanca informa que Clinton está enfurecido con la interferencia de Carter en su gobierno, ya que hace aparecer a Clinton aún más débil y menos decidido. Infortunadamente, Clinton no tiene a quien culpar fuera de sí mismo, ya que su confusa y desenfocada política exterior creó el espacio que Carter necesitaba para introducirse en los asuntos de la administración Clinton.

En segundo lugar, Clinton se comprometió durante su campaña presidencial a una política exterior que ha impuesto unas exigencias imposibles en su gobierno. En un artículo publicado en el número de septiembre/octubre de la revista Foreign Affairs, David C. Hendrickson, profesor asociado de ciencias políticas en Colorado College, dice que el "éxito de Clinton al describir a Bush como un presidente de política exterior que olvidaba los problemas internos (de Estados Unidos) oscureció el hecho de que la agenda de la política exterior (de Clinton) era aún más ambiciosa... La estrategia de Clinton en este póker político que jugó con Bush era ver todas las apuestas que el oponente había hecho y luego apostarlo todo. Clinton no sólo se apuntó a la idea de un "nuevo orden mundial" sino que agregó otras más que, tomadas en conjunto, daban como resultado una ambiciosa agenda. Buscaba presionar a la China, condicionando el mejoramiento de los derechos humanos a cambio de concederles el estatus de país más favorecido comercialmente; llevar la democracia a Haití y a Cuba, reforzando los embargos comerciales contra ambos países; y detener la agresión serbia en Bosnia con ataques aéreos y oponiéndose a cualquier arreglo que pareciera premiar a los serbios por sus fechorías".

Hendrickson continúa: "Escasamente existía un punto en la lista de deseos del internacionalismo contemporáneo norteamericano en el

que Clinton prometiera un papel modesto de parte de los Estados Unidos... Por el contrario, el motivo de la crítica de Clinton era que Bush había hecho demasiado poco, no demasiado".

El dilema en el que esto colocó al gobierno entrante de Clinton era bastante claro. No podía pasar por alto los pagarés que había firmado en política exterior sin perjudicar gravemente su credibilidad internacional. Sin embargo, Clinton no llevaría a cabo su agenda de política exterior sin amenazar seriamente su deseo de enfocarse en la renovación interna de los Estados Unidos. Clinton comprendió que su promesa de renovación interna era la razón principal de su elección.

Entonces, anota Hendrickson, "enfrentado a un creciente ambiente público de desapego sicológico y confrontado con la resistencia, tanto de los aliados en el exterior como del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a algunos de sus proyectos favoritos, la administración Clinton se retractó de sus objetivos declarados en el área de política exterior".

Este patrón de comportamiento ha tenido dos consecuencias peligrosamente negativas, según Hendrickson. "Primero, los Estados Unidos han perdido prestigio en el exterior, que surge de la conciencia en las capitales extranjeras de que la política exterior de Estados Unidos no puede tomarse en su valor nominal o no debe tomarse en serio. El segundo es el efecto en la opinión pública en los Estados Unidos. El efecto probable de un gobierno que repetidamente incumple sus propias metas profundiza aún más la insularidad del pueblo norteamericano y su propensión al desentendimiento con lo internacional... El peligro es que las reiteradas tácticas de Clinton se conviertan en rutina, que las bases de un internacionalismo más moderado se evaporen con, y en reacción a, la desilusión con sus repetidos fracasos para lograr sus ... objetivos".

En este contexto -como lo han demostrado hechos internacionales en Europa, Asia, el Medio Oriente y América Latina durante los últimos dos años- el fracaso continuo de la política exterior demasiado ambiciosa de Clinton podría acarrear graves consecuencias a la estabilidad económica y geopolítica en el Nuevo Orden Mundial que está surgiendo en la alborada del siglo XXI. Existe un doble peligro. Primero, los Estados Unidos podrían ver erosionar su liderazgo político global con consecuencias potencialmente perjudiciales para el comercio y la inversión de ese país. Y, segundo, los múltiples peligros que amenazan la estabilidad global en los años venideros -como el proteccionismo comercial, la migración incontrolada, la degradación ambiental, la amenaza de las guerras regionales, el crimen organizado y la proliferación nuclear- podrían afectar el cambio de patrón de la humanidad al comienzo del próximo milenio de maneras que nadie aún ha concebido.