Autoridades de Estados Unidos acusan a Navinder Singh Sarao de realizar transacciones electrónicas fradulentas, que provocaron la caída de Wall Street en el 2010 y le dejaron ganancias a él por más de US$880.000,00 en un día.

Historias

El terror de Wall Street

Desde su casa en Hounslow, al oeste de Londres, Navinder Singh Sarao, presuntamente, provocó el 6 de mayo de 2010 un sismo en Wall Street que dejó pérdidas por billones de dólares.

Alianza BBC
26 de abril de 2015

Para ello se cree que utilizó solo su computadora y un software que genera órdenes de compra y venta de acciones, que los corredores bursátiles recibían a un ritmo frenético.

Como si se tratara de una bola de nieve, el volumen de transacciones comenzó a hacer estragos en los precios que Navinder aprovechó al máximo, registrándose ese día lo que los analistas llamaron un "flash crash", la caída relámpago de las bolsas.

Y así como apareció, de la nada, Navinder se mantuvo invisible durante años acumulando una ganancia estimada de US$40 millones.

Hasta ahora, cuando oficiales de Scotland Yard lo detuvieron este martes en Londres, luego que autoridades estadounidenses lo acusaran de ser el responsable de la caída relámpago de ese año.

Así provocó el "flash crash"

A sus 31 años Navinder descubrió en 2010 la vulnerabilidad de los mercados bursátiles, impulsados por transacciones a alta velocidad originadas por algoritmos que indican en milisegundos cuáles acciones negociar y cuándo hacerlo.

Con este tipo de software cualquiera podía emitir miles de órdenes de venta en minutos, lo cual tiene un impacto directo en el precio de la acción. A mayor número de oferta, el mercado reacciona inmediatamente haciendo que la acción vaya en caída libre.

Las órdenes se emiten, pero justo cuando la persona debe ejecutarlas, es decir, vender la acción, las cancela. Para el sistema entonces queda el registro de la intención clara de venta, y se convierte en un indicador que es tomado en consideración por los operadores bursátiles.

El 6 de mayo del 2010 Navinder decidió atacar, literalmente, Wall Street.

"Fue algo como de una película de suspenso", cuenta Robert Peston, editor de economía de BBC.

Navinder comenzó a enviar órdenes de venta a Chicago Mercantile Exchange, un operador bursátil estadounidense, en volúmenes que podían llegar hasta 1.967 veces, y luego las cancelaba. Eso lo realizó, según averiguaciones posteriores, unas 60 veces ese día.

"La investigación del caso señala que él estuvo enviando lo que se conoce como spoof order (orden de venta falsa) para acciones en la bolsa de valores de Estados Unidos. Con ello hizo que cayeran los precios… y cuando eso ocurrió, retiró esas órdenes", explica Peston.

Miles de operaciones

Con los precios en baja, Navinder comenzó a comprar, obteniendo ganancias cada vez más grandes.

Era como si de repente las acciones fueran tocadas por un ente maléfico que las hacía desplomarse, para luego ser resucitadas inexplicablemente.

El día del crash flash en 45 minutos el Dow Jones (índice que refleja el comportamiento de las acciones en Wall Street) cayó 998.5 puntos, en medio del asombro de los operadores y afectando mercados en otras partes del mundo, como la bolsa de Londres.

Oculto entre miles de transacciones activadas por softwares, tanto suyas como de otros operadores legales del mercado, Navinder jugó a ser el dios bursátil.

Solo en ese día logró ganancias superiores a US$880.000,00.

Cuando Chicago Mercantil Exchange lo contactó para preguntarle por ese extraño comportamiento, él se disculpó argumentando que lo había hecho para demostrarle a un amigo como se hacían las transacciones a alta velocidad.

Luego de esa extraordinaria jornada, continuó durante años haciendo sin tanta intensidad, para evitar atraer demasiada atención y disminuir su presencia en los registros de las transacciones.

"De acuerdo con los registros de estas operaciones, él efectuó miles de operaciones de este tipo durante más de cuatro años", comenta el editor de BBC, sin que los mercados entendieran qué los estaba golpeando.

Atrapado

Al parecer Navinder pensó que había dejado su rastro oculto. De hecho, a pesar de la fortuna amasada, continuó viviendo en una casa no muy distinta a las del tranquilo vecindario de Hunslow, frente a la de sus padres, con su esposa y sus dos hijas.

Un vecino lo describió a un reportero del diario inglés The Telegraph como una familia común. "Dicen buenos días y adiós cuando nos vemos, pero nada más. Nadie en el vecindario pensó que eran millonarios".

Todo parecía ir bien hasta que el martes pasado la policía lo detuvo en la casa de sus padres.

Desde que se produjo la caida del 2010, los reguladores de los mercados en Estados Unidos responsabilizaron del caos a los operadores que enviaban múltiples órdenes de compra y venta. Y la revisión de los registro comenzó a arrojar un nombre continuamente.

Luego de años de investigación el Departamento de Justicia de Estados Unidos señaló que "la supuesta manipulación de Sarao le generó ganancias significativas y contribuyó con una enorme caída de los mercados en mayo del 2010".

"Al enviar múltiples órdenes de compra, simultaneas, en grandes cantidades a diferentes precios, Sarao creó una irreal oferta de acciones en el mercado", cuenta el Departamento de Justicia, en un comunicado publicado por The Guardian.

En un pronunciamiento paralelo, la Comisión de Comercio y Mercados a Futuro de Estados Unidos, agencia que se encarga de regular las bolsa de comercio, estableció cargos civiles contra Navinder y su compañía Nav Sarao Futures Limited.

Las acusaciones hacen referencia a que estuvo realizando operaciones desde el 2010 hasta el 6 de abril pasado.

"Con las acciones de hoy queremos dejar en claro que la Comisión, trabajando de la mano de sus socios contra acciones criminales, encontraremos y procesaremos a los manipuladores de los mercados estadounidenses donde quiera que estén", expresa el comunicado.

En una celda de Scotland Yard en Londres, Navinder encara a sus 36 años una solicitud de extradición para ser enjuiciado por cargos civiles y criminales en Estados Unidos.