El papa Joseph Ratzinger o Benedicto XVI.

Vaticano

Benedicto XVI en México, el bautizo de un nuevo “papa mexicano”

"¡Benedicto, hermano, ya eres mexicano!", gritaron las multitudes que recibieron al Papa en las calles de Guanajuato.

25 de marzo de 2012

Son las palabras con las que los católicos de este país aceptan finalmente a Joseph Ratzinger como el nuevo "Papa mexicano", un título reservado hasta ahora a Juan Pablo II, quien visitó la nación hasta en cinco ocasiones.

Es también el mensaje que cualquier asesor querría oír en el Vaticano.

La visita de Benedicto XVI no había despertado el mismo interés que las de su antecesor y sólo un 20% de los católicos se ha sentido emocionado por su llegada, según las encuestas.

Por eso, las ovaciones al líder de la Iglesia eran tan esperadas entre la jerarquía mexicana, que vive uno de sus momentos más bajos, entre pérdida de fieles y denuncias por abusos a menores.

La adopción del nuevo papa mexicano se nota incluso en las tiendas de regalos. Donde habitualmente reina Juan Pablo se ven ahora también rompecabezas, gorras y recortables de Benedicto XVI.

Víctimas de la violencia y el hambre

"Ustedes ocupan un lugar muy importante en el corazón del Papa", proclamó el pontífice en la Plaza de la Paz, un rincón de palacetes coloniales y suelo empedrado en el centro de la ciudad, presidido por la iglesia de la Virgen de Guanajuato.

"Particularmente los que soportan el peso del sufrimiento, el abandono, la violencia o el hambre", añadió el Papa desde el balcón de la Casa del Conde Rul, la antigua mansión de un comerciante español, conocido en el lugar por sus aventuras amorosas.

Allí se reunió con el presidente, Felipe Calderón, para hablar sobre la violencia, el cambio climático y la migración, según el gobierno mexicano.

También saludó a víctimas de la violencia que sufre el país -madres de desaparecidos y secuestrados- invitados por el mandatario mexicano.

Fuera aguardaban miles de fieles, algunos apostados en los alrededores de la Plaza desde la madrugada, esperando 12 horas para ver al que consideran representante de Jesús en la Tierra; para aclamarle como a una estrella del pop.

También los cientos de niños músicos que recibieron al Papa con los sonidos más mexicanos que pueda haber en un repertorio: Cielito Lindo, La Cucaracha…

Jóvenes que desde la mañana soportaban pacientes el intenso sol de Guanajuato y los regaños del director de orquesta... "Mal, empezamos de nuevo, y no miren a la partitura, busquen la mirada del Santo Padre".

Protestas


Aunque el mensaje del Papa estaba dirigido a los niños, católicos de todas las edades, llegados de toda la república, confiaban en que Benedicto XVI pronunciara unas palabras de aliento para un México dolido por el flagelo del crimen organizado.

"Como sucesor de San Pedro, su misión es apacentar al rebaño, especialmente en nuestro país, donde estamos pasando por una situación de violencia y narcotráfico", asegura Miguel Ascensión Guerrero, un sacerdote venido de Guadalajara.

Pero la visita de Ratzinger, la primera a un país de habla hispana en América Latina desde que se convirtió en jefe del Vaticano, no apacigua a todos.

El viernes tuvo lugar en el centro de la Ciudad de México una protesta por su viaje.

Para muchos mexicanos, los más de US$10 millones de dinero público gastados para la ocasión ponen en riesgo el Estado laico.

Y la visita no ha agradado a los sectores más progresistas de la capital, donde desde hace años se libra una batalla entre la Iglesia y las autoridades, las mismas que aprobaron el matrimonio entre personas del mismo sexo o la despenalización del aborto.

Legislación que ha enrarecido las relaciones con los obispos mexicanos y que evidencian las enormes diferencias que existen todavía entre el México urbano y rural en cuestiones de religión y sociedad.

El México donde se oyen consignas como la de "si quieres escuela segura, no dejes entrar al cura"; el mismo país donde corren lágrimas de emoción al paso del Papamóvil.