Bogotá cuenta con casi dos mil empresas relacionadas con la música, que en 2018 generaron mas de diez mil empleos.

IMPACTO

¿En qué va la economía naranja en Colombia?

En 2015, el entonces senador Iván Duque radicó la Ley Naranja. Hoy, lleva nueve meses como presidente y la política integral sobre la economía de este color es uno de los pilares de su gobierno. ¿En qué va el tema?

9 de mayo de 2019

En el libro que el presidente Iván Duque publicó en 2013 junto con el economista Felipe Buitrago, cuando ambos eran consultores del BID, comenzó a dar pistas de algo que años después sería uno de los pilares de su gobierno: la economía naranja.

Hasta ese momento, en el mundo la correspondencia entre la economía y la cultura era conocida como ‘economía creativa’, y en términos simples se refería a toda actividad que desarrolla el talento creativo con fines comerciales. Allí, la literatura, el arte, el teatro, el cine, el patrimonio y el entretenimiento, si reciben los incentivos y el apoyo necesarios por parte del Estado, pueden llegar a aportar más a la economía nacional que las materias primas no renovables.

De hecho, en Colombia la meta es que al finalizar este cuatrienio (2022), esta economía pase de representar 3,4% del PIB nacional a 6,8%, o, como el Ministerio de Cultura prefiere manejarlo, que el crecimiento del valor agregado de los sectores de la economía naranja pase de 2,9% anualmente a 5,1%. Para esta ambiciosa tarea el Gobierno destinó $6,6 billones del presupuesto nacional.

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Ahora que Duque es presidente, el tema comenzó a andar y el Gobierno a recorrer este camino. El Consejo Nacional de Economía Naranja, por ejemplo, se instaló en octubre del año pasado y delegó funciones a los diferentes miembros que lo componen (Colciencias y Colpensiones, que no aparecían en la ley, ahora forman parte de este).

Dentro de este tipo de economía hay tres grandes grupos que luego se dividen en diez sectores y 43 subsectores (ver esquema).

Los avances

De octubre a mayo se han puesto en marcha unos 70 programas de las siete líneas estratégicas, según el presidente del Consejo, el viceministro de Cultura, David Melo

David Melo, Viceministro de cultura. “El Sena está creando centros de formación en oficios creativos. Uno en el Bronx”.

Si bien la mayoría apenas está comenzando y otros son a largo plazo, ya se ven algunos progresos. El primero es la creación del Sistema de Información de Economía Naranja o (Siena).

En esa línea estratégica de la información, el Ministerio de Cultura ha avanzado en un trabajo de mapeos regionales. Hasta el momento hay tres pilotos andando y se espera que a fin de año haya 16.

Por su parte, el portafolio de estímulos del Ministerio de Cultura entregará este año más de $21.000 millones en 221 becas, pasantías, residencias artísticas y premios.

En la línea de infraestructura, la labor de Findeter ya comenzó. A finales de enero, abrió una línea de crédito llamada Reactiva Colombia, en la que hay $2,35 billones, de los cuales $450.000 millones son para iniciativas de infraestructura cultural, creativa y social, y para la recuperación de vías terciarias en los municipios.

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Pero quizás lo más famoso son los bonos naranja, que en este caso destinarán sus recursos a financiar o refinanciar, vía crédito, las actividades y proyectos de las empresas vinculadas a cualquiera de los tres grupos de la economía naranja. Se emitieron el 29 de noviembre del año pasado y tuvieron más demanda de la esperada en el mercado (2,9 veces el valor a adjudicar): 201 inversionistas compraron los papeles por $400.000 millones. A eso se suma la exención que estipula la Ley de Financiamiento para quienes inicien nuevos negocios en este sector: siete años en el impuesto sobre la renta.

El lanzamiento de la línea de apoyo para emprendedores e innovadores de la economía naranja, liderada por iNNpulsa, se materializa en ocho programas para potenciar el crecimiento de los emprendimientos pertenecientes a esta economía. Así como el Fondo Emprender, una iniciativa liderada por el Sena que ahora financiará, anualmente, 200 iniciativas empresariales de las actividades económicas que comprende la economía naranja.

El sabor amargo de la naranja: los desafíos

El que los incentivos financieros hayan sido los avances más anunciados es uno de los causantes del debate que en los últimos días ha habido en torno a esta política. Parte del sector cultural ha criticado al Gobierno por reducir la cultura a una mercancía.

Melo reconoce que el hecho de que la mayoría de anuncios que se han hecho sobre este tema tengan que ver con dinero pudo haber contribuido a una malinterpretación de esta materia, pero insiste en que el Gobierno no ve la cultura como algo para vender. “Tenemos programas con un desarrollo a más largo plazo que tienen que ver con procesos de formación tanto en el sistema educativo como por fuera de este. El Sena, por ejemplo, está creando centros de formación en oficios creativos, uno en el Bronx, y lleva trabajando un buen tiempo con la Dirección Nacional de Derecho de Autor formando a los creadores sobre este tema”, dice.

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Melo añadió que la mala interpretación puede tener que ver con lo innovador del concepto de economía naranja, que reúne a muchos sectores y agencias del Estado que nunca antes habían tenido relación, lo que hace difícil la integración de diversas visiones.

A esto, el investigador social experto en cultura Germán Rey se opone y afirma que “la percepción que se tiene sobre la mercantilización de la cultura en el proyecto del Gobierno nace de los mensajes que se han enviado sobre lo económico y no tanto sobre lo social y lo cultural de la propuesta. Por ejemplo, creo que es una trampa decir que las industrias creativas pasarán a representar 6% del PIB. ¿Cuáles son los estudios que sostienen esa cifra?”.

Demostrarle al sector que esta economía no busca mercantilizar la cultura es quizás el mayor desafío que enfrenta esta política.

A esos retos se suma uno mayor: el de la conectividad. Según Santiago Pinzón, vicepresidente de transformación digital de la Andi, en toda economía creativa internet funciona como potencializador, pues, “gracias a él, las industrias creativas y las soluciones digitales pueden disparar su capacidad de acceso y de desarrollo exponencial”. El problema es que hoy en día en Colombia hay 20 millones de personas que no tienen acceso a internet y, como dice Felipe Buitrago, ahora consejero para asuntos económicos del Presidente, “si bien hace dos décadas un pintor no necesitaba una presencia fuerte en redes sociales para darse a conocer, hoy, si no las tiene, está mal”.

De ahí que a la naranja aún le falte mucho por exprimir.

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