Durante varias décadas se desarrolló y consolidó en varios países del mundo un sistema en el cual una parte del salario del trabajador se abonaba a un conjunto de cuentas (posteriormente llamado fondo) para ser capitalizado, fuera por incapacidad del trabajador, o por el cumplimiento de ciertos requisitos de ley.

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Ahorro pensional: la clave del buen retiro

Cubrir el sustento una vez finaliza la etapa productiva de un trabajador ha sido el reto de los sistemas pensionales desde sus inicios los cuales, además, deben atender riesgos de vejez, invalidez y sobrevivencia, es decir, no sólo cubrir a la persona sino a su familia, en caso de que éste falte.

2 de septiembre de 2014

Uno de los principales factores por los cuales se mide el desarrollo de una sociedad se basa en la calidad de vida de las personas luego de que ha terminado su etapa productiva.

El concepto del retiro no es nuevo. Al revisar la historia, consta en los relatos que desde tiempos inmemoriales existe cierta conciencia de que en la juventud y la madurez se comprenden los momentos de la vida en los que se desarrolla el potencial del hombre para generar el bienestar suyo, de quienes conforman su grupo familiar y, en conjunto con otras personas contemporáneas, de la sociedad. Así mismo, que en la vejez disminuye esta capacidad de generación de bienestar al punto de que la persona ya no puede valerse por sí misma o, modernamente, debe ceder su espacio en la cadena productiva a nuevas generaciones.

Tradicionalmente el retiro de las personas al término de su etapa productiva dependió de dos caminos: o bien se tenía la suficiente posición en las cortes, para lograr una pensión mensual que cubriera su sostenimiento, o se recurría a la solidaridad familiar, bajo el concepto de la retribución esperada por haberles dado sustento a los hijos.

Sin embargo, con frecuencia, ninguna de estas dos condiciones ocurría, lo cual daba como resultado el abandono de ancianos a su suerte o, en el mejor de los casos, a la caridad pública.

Una toma de conciencia

Ante los elevados costos humanos y económicos de un importante número de ciudadanos en situación de miseria e imposibilidad de valerse por sí mismos, en la Inglaterra de finales del siglo XIX, a la par del concepto de los seguros, nació la previsión de una pensión para la vejez (o el retiro) basada en el ahorro durante la etapa productiva y bajo la administración del Estado.

Durante varias décadas se desarrolló y consolidó en varios países del mundo un sistema en el cual una parte del salario del trabajador se abonaba a un conjunto de cuentas (posteriormente llamado fondo) para ser capitalizado, fuera por incapacidad del trabajador, o por el cumplimiento de ciertos requisitos de ley. Más adelante, a los aportes de cada trabajador se unieron solidaria y proporcionalmente los del empleador y, en algunos casos los del Estado.

Sin embargo, tras el enorme crecimiento de estos fondos y el no siempre eficiente manejo por parte de los Estados, en los años 80 del siglo pasado se dio paso a que entes privados prestaran el servicio de administración de las pensiones, con la posibilidad de ofrecer mejores rentabilidades y con valores agregados.

Esta corriente, desde luego, también llegó a Colombia, la cual se hizo oficial con la valiosa Ley 100 de 1993, en virtud de la cual se establecieron dos modalidades: el Régimen de prima media y el Régimen de ahorro individual.

A grandes rasgos, dice el ministerio del Trabajo, que el régimen de prima media “es el sistema de ahorro para la vejez administrado por el Estado a través de Colpensiones. Este Régimen cuenta con beneficios predefinidos subsidiados por el Estado.”

Por su parte, el régimen de ahorro individual es el sistema de ahorro para la vejez administrado por las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones). La pensión depende del monto que al final de su ciclo laboral haya acumulado el trabajador producto de sus aportes y los rendimientos que este dinero le haya producido, por lo que empezar al inicio de la vida laboral y tener constancia en los aportes se vuelven factores determinantes.

Al cumplirse los 20 años de entrada en vigencia de la Ley 100 y de la creación de los Fondos Privados de Pensiones, es de tal importancia el ahorro pensional individual que, según cifras de Asofondos a junio de 2014, hay 12,2 millones de colombianos afiliados a los fondos de pensiones que tienen ahorrados para su futuro cerca de 143 billones de pesos. Lo más importante de este dato es que estos dineros, además de representar el futuro de miles de personas y sus familias, son un gran motor de la economía, pues son invertidos bajo la supervisión de la Superfinanciera, en diversos activos, entre ellos obras y proyectos públicos y privados.

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