La industria está viviendo una explosión de aplicaciones de "descubrimiento" social. | Foto: AP

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Aplicaciones para jugar con tu destino

Algunos podrían decir que uno de los grandes males de la vida moderna es el asesinato con premeditación y alevosía de la espontaneidad. Vamos al trabajo sabiendo de antemano dónde nos vamos a sentar, a qué hora tomaremos ese café y a quién vamos a ver ese día.

Alianza BBC
7 de septiembre de 2012

Terminamos y el GPS de nuestro celular nos marca la ruta a tomar, Foursquare nos cuenta en qué café están nuestros amigos y desde cualquier ubicación sabemos a qué hora va a empezar a llover. Para muchos la ausencia de lo incierto es un sofá bien cómodo pero la filosofía lleva siglos proclamando que la incertidumbre es el condimento clave de nuestra plena existencia y felicidad.

Es por ello que, tal y como resaltaba recientemente un artículo en la revista New Scientist, en el último año empiezan a proliferar aplicaciones para romper el molde y hacer de nuestro día algo inesperado.
Una de ellas es la aplicación Serendipitor, desarrollada "para que encontremos algo buscando otra cosa distinta".

El placer de la inutilidad
Este programa para celulares se incluye en una serie de tecnologías desarrolladas con fondos de la alcaldía de Nueva York, Estados Unidos, con el fin de contar con un "kit de supervivencia" en las ciudades del futuro.

La idea es que la aplicación no sólo nos indique la ruta a seguir hacia nuestro destino sino que también nos ayuda a ser conscientes de las cosas que nos podemos encontrar en el camino. Quien la usa recibe una serie de instrucciones que van desde preguntar a alguien por el parque más cercano, seguir a una persona unas cuantas cuadras o realizar cortas paradas.

¿Para qué? Dirían algunos. Precisamente esa es la gracia, para nada, por el simple placer de la inutilidad y la aventura. En Reino Unido, investigadores de la Universidad Lincoln desarrollaron un concepto similar bajo el nombre de "GetLostBot" para, tal y como dice en inglés su nombre, "perderse" y explorar.

La aplicación se basa en el seguimiento de nuestros registros en la red Foursquare para detectar si nuestra vida está cayendo en la rutina y entonces hacer saltar la alarma. Es ahí cuando la aplicación te empieza a enviar mensajes con la dirección de otro bar cercano al que acudes todos los viernes o un restaurante con un tipo de comida totalmente distinta a la que nos gusta o que degustamos regularmente.

Descubrimiento social
En lo social también encontramos algunos recursos interesantes, con aplicaciones diseñadas para forzar la máquina del azar y avisarnos de que tenemos muchas cosas en común con ese desconocido sentado en la mesa de al lado, perder el miedo y hablarle. Highlight por ejemplo promete un "descubrimiento social". Su sistema se conecta a nuestras redes sociales (LinkedIn, Facebook, Foursquare, etc..) y nos alerta de la presencia cercana de amigos o personas con las que tenemos algo que ver.

Todas estas propuestas son mucho más serias de lo que parece. Según Startups, una publicación británica dirigida a emprendedores tecnológicos, este año se está viviendo una auténtica "explosión" de estas aplicaciones que sacan partido del poderío de las redes sociales.

Todo tiene un costo

No obstante, estas aplicaciones también tienen su lado oscuro. Servirse de ellas es también renunciar a un trozo más de nuestra ya diezmada privacidad. Por ejemplo, el pasado mes de marzo, explicábamos en BBC Mundo la polémica generada en torno a la aplicación conocida como Girls Around Me.

La aplicación rusa, permitía a los usuarios localizar a chicas atractivas inscritas en redes sociales como Facebook. El asunto despertó quejas, no sólo por ser una invasión a la privacidad de las féminas sino por el peligro que puede acarrear un programa semejante en manos de violadores y acosadores.

Pero la tendencia está ahí. El "descubrimiento social", el uso de la tecnología para pegarle un martillazo a la rutina parece una evolución natural de la revolución social que han supuesto las redes. Y lo mejor de todo es que su éxito o fracaso es todavía incierto.